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| Foto: Alberto Castaño Camacho

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Biodiversidad y economía: ¿hasta cuándo aguanta el planeta?

La alarma que lanzó la oenegé WWF es contundente: si no cambiamos la manera en que producimos, el mundo se va a quedar sin biodiversidad.

8 de octubre de 2020

Que la manera como el ser humano realiza sus actividades productivas es el principal impacto ecológico que recibe el planeta no es un descubrimiento reciente. Pero sí causa preocupación la velocidad del deterioro en los últimos 50 años.

Esa fue la alarma que lanzó la organización WWF, que busca promover la conservación de la naturaleza. Así ocurrió hace un mes cuando lanzó el informe Planeta Vivo 2020, donde se concluye que “las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces han sufrido una disminución media del 68 por ciento en menos de medio siglo (de 1970 a 2016), la mayor disminución mundial registrada”.

Óscar Guevara, coordinador de Clima y Biodiversidad de WWF en Colombia, recalca que muchos expertos vienen encendiendo las alarmas sobre la pérdida de biodiversidad y cómo la acción humana está detrás de este proceso de devastación.

“El reporte del Foro Económico Mundial, por ejemplo, revelado a principios de este año, precisamente estuvo enfocado en la relación entre naturaleza y economía. Hay una cifra que es impactante: el 50 por ciento del PIB está relacionado –o depende– con contribuciones de la naturaleza”. Ese es el caso de los suministro de materiales para la construcción, de la elaboración de fibras para la producción de prendas de vestir o del uso de agua para la producción de alimentos.

Para él, eso ambienta el argumento que están esgrimiendo ahora mismo desde la WWF.

“También encontramos que la principal causa de deterioro de la diversidad biológica del planeta es precisamente la transformación de usos del suelo para actividades económicas. Ahí se configura un círculo vicioso: si bien por un lado reconocemos la importancia, también debemos reconocer que las actividades económicas asociadas al uso del suelo son los causantes de la pérdida de diversidad”, explicó.

“Los propósitos de este tipo de informes que llegan a tantas personas es no centrarse en el problema que de por sí es enorme porque estamos enfrentando una triple crisis planetaria: pérdida de la diversidad, cambio climático y la pandemia de la covid-19”, explicó Guevara.

Las soluciones ya están apareciendo gracias al consenso científico: para salir de esta crisis planetaria no basta con los esfuerzos en protección y conservación. Se hace necesaria una transformación en los sectores económicos.

“No podemos seguir avanzando solo en la conservación, por ejemplo de los parques naturales. Hay que seguir en esa tarea, pero el problema es de tal magnitud que si queremos pasar de una crisis a una tendencia positiva de recuperación del planeta y la biodiversidad y mejorar el bienestar humano, es necesario transformar sectores en una senda de sostenibilidad”, enfatizó el experto.

Por ejemplo, cada vez más se va dando la necesidad de que el ser humano cambie sus formas de producción y consumo de alimentos. “Queremos involucrar al total de la sociedad para que aborde puntos que son dramáticos y críticos para el planeta: 30 por ciento de alimentos se desperdician”. Ese fue solo un ejemplo de cómo ya es hora de pasar de una estrategia exclusiva de conservación de áreas clave a una de cambios que nos lleven a una cultura ecológica o pronaturaleza.

“Pero además de los hábitos de consumo está el tema de la producción de esos alimentos que tiene un enorme impacto sobre el suelo. Hay otros temas como el consumo y uso de agua, el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero”, destacó Guevara.

La mirada integral nos pone frente a desafíos que implican decisiones de los ciudadanos: no basta con reducir el desperdicio de comida, también es necesario apuntar a dietas más balanceadas. Dijo que “esto no se trata de una moda: lo que la ciencia nos está mostrando es que el impacto sobre el planeta de la producción y el consumo de carne es más alto que otro tipo de dietas”.

Destacó que en medio de todo, la situación es más compleja para América Latina y Colombia. “La región presenta los indicadores más desfavorables dentro del informe Planeta Vivo. El índice que presentamos en este informe muestra que en general en los vertebrados se encontró una reducción del 90 por ciento en los tamaños de esas poblaciones. Esta tendencia se ha mantenido. Es de la mayor preocupación”.

Ya el planeta está en una situación en que los simples cambios incrementales de conductas no aportan lo suficiente. Se necesitan transformacionales de fondo en los sectores económicos: como ya se dijo, en temas como alimentos la tarea por adelantar está en los cambios de dieta, así como en la necesidad de impulsar programas para generación de energía más limpia.

“Es necesario acelerar el acceso y uso de energía renovables, impulsar cambios en sistemas productivos para mejorar la productividad de las áreas dedicadas a cultivo y que sean formas de producción más compatibles con la diversidad”, explicó.

Concluyó señalando que es fundamental reconocer el papel que tienen la agenda de la naturaleza y la agenda económica.

“Estamos trabajando con muchos países en las propuestas para una recuperación económica. La recuperación debe ser verde, resiliente... y esto significa una enorme oportunidad para generar una nueva economía basada en la recuperación de la naturaleza y de las personas”.