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BONANZA

Los buenos precios internacionales del café constituyen apenas un alivio parcial para un sector acosado por el endeudamiento y la baja productividad.

31 de marzo de 1997

Algunas cosas están cambiaNdo por estos días en el centro financiero y de negocios de la Avenida Chile de Bogotá. Las obras de repavimentación de la calle 73 han multiplicado los tradicionales trancones vehiculares que se presentan en la zona y le han dañado el genio a quienes trabajan allí. Pero, a pesar del caos, en el sector hay un edificio en el que se respira un aire de alivio y tranquilidad: la sede de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.En tan sólo un par de meses el ambiente que se vive en los corredores de la Federación se ha transformado radicalmente. A finales del año pasado abundaban los rostros de preocupación por la situación financiera del sector y la evolución del mercado. La cosa pintaba tan difícil que el 6 de diciembre pasó lo que pocos imaginaban: después de varios días de deliberación el Congreso Cafetero decidió aprobar una reducción de 14.000 pesos en el precio interno de la carga de café. A pesar de las caras largas de varios caficultores, muchos entendieron que esa era la única manera de preservar las finanzas del Fondo Nacional del Café, que apuntaban hacia un déficit cercano a 150.000 millones de pesos para 1997. Pero el año nuevo trajo su pan debajo del brazo. En menos de 10 semanas las condiciones del mercado internacional cambiaron por completo y dispararon la cotización del grano. Ahora, cuando el precio del café colombiano en Nueva York ha superado los dos dólares por libra, muchos están montados en el carro de la euforia y creen que ya pasaron los tragos amargos para la caficultura. Pero no todo es color de rosa. Si bien la situación está mejorando, los actuales precios internacionales no permiten hablar aún de una verdadera bonanza y los altos niveles de endeudamiento de los caficultores siguen representando un riesgo para la estabilidad del sector. Además nadie sabe cuánto puedan durar las buenas cotizaciones externas y muchos se preguntan cuál es la mejor manera de aprovechar la situación en aras de prepararse para un futuro incierto.Mal climay buenos vientos Los analistas coinciden en las circunstancias que han generado la sorpresiva elevación del precio internacional. El mercado mundial está desabastecido y los inventarios de los países consumidores se encuentran en uno de los niveles más bajos de la historia. La cosecha brasileña para el año cafetero 1997-98, que a comienzos de enero estaba estimada en 28 millones de sacos, será apenas de 23 millones. Adicionalmente, las cosechas de los países centroamericanos también se verán reducidas por razones climáticas y la producción colombiana será menor que el promedio histórico reciente por los cambios en los regímenes de lluvias. A pesar del acuerdo que hay sobre este diagnóstico algunos piensan que la elevación en precios se habría podido prever con anterioridad para así aprovechar mejor las nuevas condiciones del mercado. Según el caficultor antioqueño Pedro Echavarría, los operadores del mercado sabían de las bajas cosechas centroamericanas y en Colombia era previsible una producción menor por las bajas recolecciones reales del último trimestre de 1996. Para Echavarría no está claro por qué, en medio de un mercado mundial deficitario y con una perspectiva de aumento de precios, el pasado 2 de diciembre la Federación vendió de manera anticipada dos millones de sacos para los embarques de los dos meses siguientes, desaprovechando así las mejores cotizaciones actuales. La Federación, por su parte, ha señalado que el hecho de formalizar contratos con dos meses de antelación constituye una práctica comercial común que permite a los operadores mantener un flujo continuo de café en el mercado. Esta práctica incluso ha llevado a Brasil, a los países centroamericanos y a los africanos a hacer ventas con seis y más meses de anticipación. Además, según Jorge Cárdenas Gutiérrez, gerente de la Federación,"la coyuntura actual era totalmente imprevisible en diciembre. La situación de los precios sólo se reversó el 8 de enero cuando ya existían informaciones concretas del Ministerio de Industria y Comercio de Brasil sobre la reducción de su cosecha".
A cada quien lo suyo
Más allá de esta discusión, lo cierto es que la caficultura nacional está enfrentando en la actualidad un precio internacional 50 por ciento mayor que hace dos meses. A pesar de ello los analistas consideran que el sector está lejos de vivir una bonanza, pues en términos reales las actuales cotizaciones están bastante por debajo de las observadas en 1977 y en 1986, e incluso son menores que las que se registraron en 1994 (ver gráfico). Es indudable, sin embargo, que la situación actual constituye un alivio para un sector acosado en los últimos años por los altos niveles de endeudamiento y las condiciones del mercado.
Por eso muchos observadores se han preguntado cuál es la mejor manera de que la caficultura colombiana aproveche los recursos que le está generando la actual coyuntura de precios. Algunos han llegado a sugerir que el Fondo Nacional del Café debería acumular los excedentes generados por los buenos precios y aprovechar la situación para condonar parte de las deudas acumuladas por los productores en los años pasados.Sin embargo el Comité Nacional de Cafeteros prefirió que sean directamente los productores quienes administren los recursos generados por los mejores precios mundiales. Para ello estableció un mecanismo según el cual el precio interno varía de acuerdo con la evolución del precio internacional. Así el Fondo Nacional del Café no acumula los dineros adicionales producto de la actual coyuntura, sino que se los transfiere al caficultor. Este mecanismo no sólo constituye un verdadero viraje en el papel que debe jugar el Fondo en la caficultura nacional (ver recuadro), sino que garantiza un manejo justo del endeudamiento del sector. Para nadie es un secreto que, en caso de que se diera una condonación en la actual coyuntura, se estarían aprovechando los recursos de todos los caficultores para pagar las deudas de algunos. Como dijo un analista cafetero a SEMANA, "el mejor alivio financiero que se puede hacer es aumentar el precio".

Todos ganan

La buena situación por la que atraviesa el café colombiano no sólo va a beneficiar a los productores sino a toda la economía colombiana. En palabras del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, "la actual situación cafetera nos ayuda por todos los lados. Por una parte, los mayores ingresos de los productores contribuyen a aumentar la demanda agregada, reactivando así la actividad económica. Por otra, las mayores exportaciones de café ayudan a reducir el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos. Finalmente, facilita el ajuste fiscal al mejorar las finanzas del Fondo Nacional del Café".En el frente fiscal los efectos positivos de los mayores precios del café ya se están viendo. En diciembre del año pasado las cuentas del gobierno apuntaban hacia un déficit del Fondo Nacional del Café cercano a 150.000 millones de pesos. Las nuevas estimaciones señalan un superávit superior a 300.000 millones de pesos para este año, que podría llegar a ser aún mayor dependiendo de la evolución futura del precio internacional del grano (ver gráfico). La caficultura también aportó su grano al ajuste fiscal anunciado por el gobierno el jueves pasado. Según la reforma tributaria de 1995 el presupuesto nacional le debe transferir al Fondo Nacional del Café 20.000 millones de pesos anuales, durante cinco años contados a partir de éste, para cofinanciar las obras que adelanten los comités cafeteros departamentales. Según Ocampo, la semana pasada "se acordó un recorte de 10.000 millones de pesos en esos recursos para 1997. Dependiendo de como siga evolucionando la situación del sector, si el año entrante es necesario esos recursos se devolverían". Nadie sabe a ciencia cierta cuánto durará la coyuntura de precios altos. Lo que muchos esperan es que, más allá de la distribución de los beneficios monetarios, esta situación sirva para que el sector caficultor logre avanzar en la búsqueda de su objetivo más importante de largo plazo: disminuir el rezago en productividad que tiene respecto a otros países competidores (ver cuadro). Al fin y al cabo en los períodos de auge hay que prepararse para la época de vacas flacas, en las que no basta tener el mejor café del mundo si no se produce a bajos costos.

Un cambio de fondo
Tradicionalmente, el Fondo Nacional del Café ha servido como un amortiguador de los efectos de las fluctuaciones del precio internacional sobre los productores nacionales. En épocas de altas cotizaciones el Fondo se ha capitalizado, de manera que con esos recursos se pueda preservar el precio interno del grano en épocas de vacas flacas. A pesar de la estabilidad que este mecanismo genera, tiene el defecto de que aísla al productor de las señales del mercado internacional, lo que puede redundar en una menor productividad y en una asignación ineficiente de recursos. El mecanismo de fijación del precio interno establecido recientemente para 1997 constituye un auténtico viraje en la filosofía del Fondo, que ha pasado casi inadvertido para la opinión pública. La nueva metodología establece un precio base que garantiza un equilibrio en las operaciones cafeteras del Fondo, de manera que por ese concepto no acumula ni desacumula recursos. Por ejemplo, el superávit de 300.000 millones de pesos previsto para el Fondo en 1997 corresponde principalmente a la liquidación de inventarios de café y a la venta de otros activos. Así, en épocas de auge la diferencia entre el precio internacional y el precio base es transferido a los productores, mientras que en épocas de crisis el diferencial les es sustraído. Según Jorge Cárdenas, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, "el propósito del mecanismo es que el productor se familiarice más con las fluctuaciones del precio internacional, para que siga las señales del mercado y deje de depender tanto del Fondo. Claro está que si el precio sube mucho más, adaptaríamos el mecanismo para capitalizar el Fondo".
Sin embargo algunos observadores temen que el mecanismo sólo funcione cuando los precios estén subiendo, pues cuando estén bajando los productores harían presión política para mantenerlos. Al respecto, José Antonio Ocampo afirma que "yo confío en la seriedad de los productores para cumplir en las buenas y en las malas. De hecho, fueron ellos mismos los que se bajaron el precio en diciembre".