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Los dueños de las compañías tecnológicas del mundo comienzan a enfrentar problemas por sus prácticas en materia de competencia, tributaria y temas laborales. En la foto el dueños de Tesla, Elon Musk, de Facebook, Mark Zuckerberg, de Amazon, Jeff Bezos, y de Google, Sundar Pichai. | Foto: AFP

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Mala hora para los gigantes de internet

El crecimiento descomunal de las grandes tecnológicas no solo trae dinero a sus arcas, sino también serios dolores de cabeza y crisis de imagen pública que empiezan a salirse de las manos.

28 de julio de 2018

Cada semana deben apagar un incendio. Las billeteras están llenas, pero el costo del éxito financiero es grande. Facebook perdió la semana pasada el 20 por ciento de su valor en bolsa, además de algunos millones de usuarios; Google fue condenado a pagar la multa más alta que se haya impuesto a una empresa en el mundo: casi 5.000 millones de dólares, por violar leyes antimonopolio; Amazon afrontó con mano de hierro una huelga de sus empleados en España y su imagen de empresa del nuevo mundo digital está seriamente cuestionada.

Tampoco han sido buenos tiempos para Elon Musk, el fundador de Tesla, duramente criticado por una serie de comentarios desobligantes en redes sociales contra uno de los buzos que participó en el rescate de los niños en Tailandia, lo que le generó reproches de sus seguidores e incluso de inversionistas profesionales. Mientras tanto, Airbnb recibió una reprimenda de la Unión Europea, que amenazó con sancionarla si no adapta sus políticas de precios a los estándares legales en ese continente antes de que finalice agosto.

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Como si fuera poco, la semana pasada, durante la reunión del G20 en Buenos Aires, los representantes de los países más industralizados promovieron su idea de crear un nuevo sistema tributario internacional que elevaría los impuestos a las grandes tecnológicas. Esto implica que 200 compañías quedarían cobijadas por el nuevo esquema, que comenzaría a regir en 2020. El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, quiere incluso que a partir del próximo año se cobre un impuesto sobre el volumen de negocios, mientras se establece el anunciado sistema.

Las grandes tecnológicas afrontan la que será, probablemente, la más dura de sus batallas. Un ‘club’ cada vez más nutrido de países quiere gravar a Google, Netflix, Amazon, Facebook y cuanta compañía del mundo digital opere con éxito. Todas ellas pagan sus impuestos en el país de donde son originarias y en donde tienen su casa matriz, que es Estados Unidos, pero no lo hacen en la mayoría de países donde recogen buena parte de sus ingresos. ¿Qué se viene para estas empresas, que si bien han logrado amasar gigantescas fortunas, en este momento parecen pasar por una mala racha?

Algunas de las grandes tecnológicas pasan días complicados en medio de una ola de reclamos en todo el mundo por los efectos negativos que han brotado de la economía digital.

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Facebook tuvo que beber el trago más amargo. La semana pasada la compañía logró un récord histórico: perdió 120.000 millones de dólares en un solo día. La caída del 20 por ciento de su valor en bolsa provino del informe sobre los resultados del segundo trimestre de 2018, que entregó cifras inferiores a las proyectadas, lo que decepcionó a los inversionistas. El propio Mark Zuckerberg había advertido que las medidas adoptadas por la empresa para combatir las noticias falsas y los problemas de privacidad traerían un impacto negativo en los libros. Y no es que los números sean malos. De hecho, los ingresos por 13.230 millones de dólares superan a los obtenidos en el mismo periodo del año anterior. Pero claramente el ritmo de crecimiento ya no es el mismo, tanto en ingresos como en número de usuarios.

La compañía había proyectado alcanzar 2.250 millones de usuarios, pero sigue en 2.230 millones. En Europa es particularmente notoria la fatiga. El número de usuarios mensuales descendió 3 millones, al quedar en 376 millones, debido al nuevo marco regulatorio de protección de datos, conocido como GDRP.

De una inocente iniciativa para conectar viejos amigos, Facebook pasó a convertirse en una poderosa plataforma para manipular la política, difundir noticias falsas y matonear, y llegó a provocar verdaderas crisis de gobernabilidad en muchos países y hasta asomos de violencia y desmanes en algunos casos. Durante años sus directivos prestaron poca atención a estos fenómenos, mientras se enfocaban en el crecimiento acelerado, y llegó el momento de sufrir el impacto social del problema.

La empresa anunció a sus inversionistas que el decrecimiento en ingresos aumentará durante los meses que restan del presente año y Zuckerberg ratificó que continuará la política de corregir los errores que provocaron el mal uso de la red social, cueste lo que cueste. Facebook ha expulsado de su plataforma a numerosos grupos de odio (racistas, xenófobos y violentos), abandonó el News Feed (lo que reduce el espacio para publicidad) por el que difundían gran parte de las noticias falsas, y eliminó numerosas aplicaciones de terceros para impedir el uso indebido de los datos de los usuarios, entre otras medidas.

Google también alcanzó un récord histórico. Acaba de recibir la multa más grande que se haya impuesto a empresa alguna en el mundo: 4.343 millones de euros o 5.000 millones de dólares, por violar leyes antimonopolio en Europa. Un gran debate se ha desatado alrededor de si la sanción impuesta por la Unión Europea es justa o no, y hasta Donald Trump saltó para protestar.

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Todo gira alrededor del sistema operativo Android, propiedad de Google y presente en el 80 por ciento de los teléfonos móviles del planeta, y la obligación de los fabricantes de smartphones de preinstalar en ellos el buscador de Google. La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, consideró que esto impide la presencia de alternativas para los usuarios y fortalece el monopolio de Google en el negocio de las búsquedas y la publicidad. Ya el año pasado había recibido otro golpe por 2.424 millones de euros, debido a su plataforma Google Shopping, también acusada de violar la regulación europea antimonopolio, y está en cocción una próxima multa contra Adsense, la plataforma de publicidad contextual de Google, por los mismos motivos.

Los números de Alphabet, la compañía propietaria de Google, son magníficos. Alphabet obtuvo ganancias en el primer semestre del año por 12.596 millones de dólares (40 por ciento de incremento en relación con el año anterior) y eso descontando ya la multa de la Unión Europea. No obstante, el impacto de la sanción fue de casi el 10 por ciento en sus beneficios del semestre. Lo peor estaría por venir, puesto que Google tendrá que realizar cambios importantes en el desarrollo futuro del sistema operativo Android y en el modelo de negocio que ha creado a su alrededor.

Ante la caída del 20 por ciento de facebook en la bolsa, Zuckerberg perdió 15.100 millones de dólares en 5 minutos.

Amazon también afronta serios líos. Y también la fuente de ellos es Europa, aunque en esta ocasión se trata de los sindicatos. Lo que comenzó como una huelga de los empleados de la compañía en su filial española amenaza con extenderse a otros países europeos. En Alemania ya ocurrieron varias huelgas de empleados de Amazon, que fueron sorteadas con relativa facilidad por la empresa, mediante el desplazamiento del servicio desde otros países, dada su cobertura global.

Pero el asunto español es delicado. Los trabajadores decidieron cesar actividades por tres días, comenzando justo el 16 de julio, cuando la empresa planeaba dar inicio al llamado Prime Day, la jornada de ofertas durante la cual Amazon alcanza su mayor volumen de ventas. Los empleados ya habían ido a huelga durante dos días en el mes de marzo, y la imposibilidad de llegar a un acuerdo con la empresa los llevó a repetir la protesta. El conflicto laboral en España tomó tintes violentos por la intervención policial y la detención de personas durante el bloqueo a las instalaciones de la empresa en Madrid y por la medida adoptada por Amazon de contratar trabajadores temporales para reemplazar a los huelguistas, algo prohibido por la ley.

Los libros contables siguen muy saludables, según el reporte oficial dado a conocer por la empresa la semana pasada, con un beneficio neto de 4.163 millones de dólares durante el primer semestre de 2018 y ventas de 103.000 millones de dólares. Pero la imagen de la compañía ha sufrido serio desgaste en el Viejo Continente, por la mano de hierro con que se ha manejado el conflicto laboral. Amazon soluciona casi sin problema una huelga porque tiene en Europa 46 centros de despacho de mercancías y puede cubrir con ellos cualquier contingencia en suelo europeo. Sin embargo, el conflicto puso al desnudo las limitadas condiciones laborales con las que el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, compensa a sus trabajadores.

Para Daniel Quintero, exviceministro de las TIC, este es el inicio “de una batalla que se antoja larga y que hace parte de las tensiones que genera la nueva economía digital sobre la economía tradicional”. Este experto considera que las empresas más importantes del mundo hoy se dedican a colectar y procesar información, y su capacidad de generar riqueza para la sociedad a nivel mundial e ingresos para los países en los cuales tienen sus casas matrices se enfrentan a la reducción de ingresos para los fiscos del resto de las naciones. El peor error que puede cometer un país, asegura Quintero, es tratar de aplicar medidas de forma individual. Se requieren decisiones en las que confluyan el mayor número de países de forma colectiva, en especial en lo que se refiere a la distribución de impuestos y control sobre la forma como se hace uso de la información de los usuarios.