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IM-PACTO!

Los vientos de marzo no le trajeron buenas noticias en materia de precios al Pacto Social.

8 de mayo de 1995

COMO DIRIA MAFALDA, SE trató de una basurita en el ánimo. Y es que son tan altas las expectativas que se han tejido alrededor del Pacto Social que la cifra del aumento de precios en marzo dejó desinflado a más de uno. Ni el gobierno, ni los analistas ni el sector privado y mucho menos los consumidores esperaban que el alza de precios, que fue de 2,61 por ciento, superara las cifras obtenidas en los mismos meses de los dos últimos años. Pero así sucedió. El Pacto tuvo su primer tropiezo y puso de paso en tela de juicio uno de los instrumentos sobre los cuales reposa el éxito en materia económica de la administración de Ernesto Samper.
Y lo peor de la tendencia al alza es que hay una amplia gama de factores que pueden jalonar aún más los precios, con lo que la meta de inflación del 18 por ciento puede quedar en veremos. El primero de ellos es la devaluación del peso, que ya va en 5,6 por ciento, mientras que la de todo el año pasado fue del 3,4 por ciento. El otro es el gasto público, que según diversos analistas está aumentando muy por encima de lo que es aconsejable. Y el tercero son las tasas de interés, que a pesar de haber bajado en los últimos días todavía están altas. Actualmente se encuentran en cerca del 45 por ciento para el caso de los créditos, un nivel que aumenta los costos de los préstamos para el sector productivo, que puede optar por pasarle ese mayor valor a los consumidores.
Aún cuando la inflación del trimestre, del 8,2 por ciento, fue menor que la de años anteriores, la atención se ha centrado más en la cifra mensual y de ahí las críticas de los analistas. Eduardo Lora, director de la Federación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) le dijo a SEMANA que "la cifra es desilusionante porque no hay un terreno ganado respecto a 1993 y no se ve muy claro el efecto del Pacto Social".
Y es que en buena parte de los diferentes rubros la cifra de marzo de este año fue superior a la de 1993.
Javier Fernández Riva, presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), opinó que "el dato de marzo fue malo, no sólo porque se cambió la tendencia sino porque el aumento de la gasolina sólo explica una parte del alza de los precios".
Los casos más graves de alzas se presentaron en el comportamiento de los precios de alimentos como el plátano ylapapa, que aumentaron 13,2 por ciento y las frutas que crecieron 7,9 por ciento. Por otra parte, los servicios de salud subieron en 6,3 por ciento y las bebidas en 4,1 por ciento.
Sin embargo, en el análisis trigestral sólo vestuario y educación estuvleron por encima del año anterior. Transporte, por ejemplo, logró bajar de 14,18 por ciento a 9,51 por ciento, y eso porque el alza de la gasolina se postergó hasta marzo.
Pese a las críticas, tanto Lora como Fernández coinciden en decir que, sin Pacto Social, el panorama hubiera sido más negro, pues la presión sicológica sobre los industriales para que no subieran los precios más del 18 por ciento surtió efecto y hubo muchos que los incrementaron por debajo de ese nivel. Un caso de excepción fue el del papel, que por circunstancias del mercado internacional registró un alza de más del 40 por ciento, aunque los productores locales ya aceptaron la súplica gubernamental de no subirlos por encima de ese nivel.
Ahora falta que el gobierno le haga caso a los llamados del sector privado y de los analistas, e incluso al del Emisor, para trabajar sobre las variables económicas, y especialmente sobre el gasto público.
"Al gobierno le llegó el momento de definir prioridades de gasto, porque es imposible manejar la economia cuando todo es importante: el Plan de Desarrollo, el Pacto Social, el compromiso de devaluar. Si el gobierno quiere mantener el Pacto durante toda su administración, tiene que asumir el costo que eso implica", según Lora.
Su propuesta va incluso más allá. Dice que el ejecutivo tendrá que hacer algo para restringir el crédito. En particular, el de consumo con el recorte de los plazos de endeudamiento; y el municipal y departamental, con el aumento de las provisiones de cartera por parte de las localidades.
Fernández Riva ve un panorama más oscuro. Para él, son pocos los instrumentos que le quedan al gobierno y la Junta Directiva del Banco de la República para bajar la inflación. "Disminuir demasiado el gasto público tendría un efecto negativo sobre el crecimiento económico, de manera que es poco probable que lo hagan; y algo similar podría ocurrir si se aplican restricciones al crédito. Sin embargo, es necesaria una mayor disciplina fiscal para alcanzar las metas", dice.
Ponerle ojo a todos los lados por los cuales se puede bajar la inflación es cada día más apremiante. De no hacerlo, le saldrán más críticas al Pacto Social y la inflación se volverá como un mito, que quiere seguir engordando a pesar de que dos gobiernos le han puesto todo su empeño a la idea de meterla en cintura.