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SEPTIEMBRE NEGRO

Espectaculares caídas en los mercados de valores de Nueva York, Tokio y otras capitales financieras

20 de octubre de 1986

La semana pasada tuvo lugar otro de esos hechos típicos de un septiembre negro. Sin embargo, en esta ocasión la mala jugada del destino no tuvo nada que ver con la ola de atentados terroristas en París. Aunque hubo muchas bajas y pérdidas materiales, el escenario de la tragedia fue el de las principales bolsas de valores del mundo. En efecto, como si fueran un dominó, los valores de las acciones se desplomaron en las bolsas de Nueva York, Londres, Toronto, Tokio y París. "Esto es la locura", le dijo un corredor al diario norteamericano The Wall Street Journal.
Lo sucedido le cayó como un baldado de agua fría a la comunidad financiera internacional. A pesar de que el estado de la economía mundial no es el más sano, en las últimas semanas se habían presentado algunos hechos que hacían prever que todo iba a seguir en forma más o menos normal. No obstante, fue un conjunto de rumores --la mayoría infundados-- el que llevó al desplome del castillo de naipes.
La primera carta cayó nada menos que en Wall Street el jueves 11 de septiembre. En una fecha que será histórica para los interesados en el tema, el promedio de valor de las acciones, más conocido como el índice Dow Jones, cayó 86.6 puntos, el desplome más grande en la historia de la institución. Aunque el tropiezo en términos porcentuales no llegó a estar cerca del famoso crash del 28 de octubre de 1929, cuando la pérdida fue del 12.8%, el 4.6% del 11 fue suficiente para muchos.
A pesar de su importancia, tal vez la noticia no hubiera trascendido demasiado si todo se hubiera detenido allí. Lamentablemente, en esta ocasión las ondas explosivas de lo sucedido en Nueva York se sintieron en el resto del mundo industrializado. Quizás los mayores daños fueron los de Tokio, donde el índice Nikkei cayó 461 puntos el viernes 12 (récord hasta ese entonces) y el martes pasado después de un día de fiesta nacional, cayó 637 puntos más, cerrando en 17.463. A pesar de que algunos optimistas esperaron un modesto repunte, la situación a finales de la semana pasada indicaba que en ninguna de las grandes capitales había elementos sólidos para esperar que el mercado volviera a los niveles de comienzos del mes, por lo menos en el corto plazo.
El descalabro en las bolsas de valores fue la prueba más reciente del nerviosismo que existe en torno al futuro. A pesar de la caída en los precios internacionales del petróleo, la cual debía resultar en mayores tasas de crecimiento para los países industrializados, hay otros factores que están impidiendo el despegue.
El más fundamental parece ser el de los temores sobre la salud de la economía norteamericana. Las cifras de la primera parte del año fueron decepcionantes y a pesar de que las tasas de interés están en su nivel más bajo de los últimos 10 años, la inversión de las empresas y el gasto de los consumidores no han aumentado significativamente. Así mismo, el déficit presupuestal sigue en cercanías de los 200 mil millones de dólares y a pesar de que las tasas de cambio de las demás monedas duras frente al dólar han subido, el martes pasado el Departamento de Comercio norteamericano informó que el déficit en cuenta corriente para el segundo trimestre de 1986 fue el más alto de la historia (34.700 millones de dólares), con lo cual la cifra para todo el año podría llegar a unos 140 mil millones de dólares.
Esa falta de salud en la economía más importante del planeta acabó con la tranquilidad en las bolsas de valores. En Tokio, por ejemplo, el descalabro respondió a las expectativas de los inversionistas en torno al futuro de las empresas japonesas dedicadas a la exportación de bienes. A pesar de que hasta ahora la mayoría de compañías se ha defendido con algún éxito de la revaluación del yen (pasó de 230 yen por dólar a 155, en 12 meses), se cree que con ese déficit tan grande, los Estados Unidos tomarán medidas muy estrictas para disminuirlo. Si eso se lleva a cabo, los especialistas suponen que el país más afectado será Japón, cuyo volumen de comercio es el segundo más alto del mundo. Un raciocinio similar fue el que se siguió en Toronto, Londres o París, alimentado además por el anuncio del secretario del Tesoro norteamericano, James Baker, de continuar con la intervención en las tasas de cambio. Con esos antecedentes, es lógico porque el mercado no ha respondido. Así como le dijera un corredor al International Herald Tribune, "el daño sicológico de la última semana no se arregla en un par de días"--