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TELA QUE CORTAR

Detrás del impuesto al valor agregado existe un mar de fondo que tiene preocupados no sólo a los consumidores, sino a diferentes sectores de la economia.

16 de abril de 1984

Un alto ejecutivo de una de las más poderosas cadenas de almacenes del país ha dicho que "es el primer gran error que comete este gobierno". Y un importante jefe político manifestó que "el gobierno sabe muy bien lo que se cocina detrás de la implantación del Impuesto al Valor Agregado y por eso se cuidó muy bien de que el respectivo decreto rigiera antes del 11 de marzo sino inmediatamente después de las elecciones de mitaca".
Por su parte, el Presidente Betancur dedicó un buen trecho de su penúltima charla a explicarles a los colombianos el alcance del nuevo tributo. Apelando a ese lenguaje ya característico de sus intervenciones televisadas, -que muchos tachan de populista y otros encuentran bastante didáctico- , les dijo a las gentes que esa noche se habían sentando frente al televisor: "No es cierto que por el impuesto a las ventas tengan que subir las cosas. Los que dicen eso están preparando alzas abusivas y los empleados y los trabajadores deben denunciarlos... (...) Hay unos artículos que suben, sí, lo confieso, porque nos tocó unificar todas las tarifas que había antes en una sóla, pero esos artículos no deben subir más del 5%. Por ejemplo, una tela que antes costaba $ 1000 en la fábrica, costará ahora 1037 y esa tela que en el comercio cuesta 1300 costará ahora 1367. Como ven el alza es chiquita. Y no se dejen cobrar más. (...) En todo momento hemos pensado en los humildes y por eso es que las joyas, los automóviles de lujo, quedan con impuestos del 35%, porque estamos convencidos de que los que tienen más y pueden comprar cosas lujosas, deben pagar más. . . "
Estas palabras del presidente Betancur indican que detrás de la expedición, y la puesta en vigencia, del decreto 3541 de 1983 que reforma el llamado impuesto a las ventas, hay todo un mar de fondo. Y que esa criatura que muchos han empezado a denominar simplemente, IVA; y que empezará a caminar desde el próximo primero de abril, y a meterse entre los bolsillos de todos los colombianos, tiene preocupados e inquietos no sólo al alto gobierno como a los dirigentes de muy diversos sectores.

UNA PEQUEÑA HISTORIA
Hasta bien entrada la década de los sesenta, el impuesto a las ventas únicamente se aplicó para castigar el denominado consumo vicioso o sea, el representado en el consumo de aguardiente, tabaco, cigarrillos y cerveza. Apenas en 1963, durante la administración Valencia, se efectuó el primer intento, que en gran parte se frustró por la reacción adversa de diversos sectores, de universalizar dicho gravamen. Fue, realmente, con la reforma tributaria del 74 que el impuesto a las ventas entraría a disputarse con los impuestos tradicionales, como el de la renta y el patrimonio, un lugar significativo dentro de la estructura tributaria del país. Desde ese año, adquiría una singular importancia dentro de la composición de los ingresos corrientes del sector público y como fuente de financiación del gasto gubernamental, al pasar del 26.9%, a representar el 44.7% de los ingresos totales del gobierno, en el año 82, por concepto de lo recaudado por impuestos.
Dicha reforma estableció un impuesto a las ventas de etapa única, es decir, aplicable sólo a nivel de productores e importadores, sin tener en cuenta el valor agregado que se origina en las otras etapas de la comercialización de los productos, como son: la etapa intermedia, o nivel del mayorista; y la etapa final, o nivel de los minoristas.
En síntesis, se establecieron varias tasas Para el cobro del impuesto: una tasa general del 15%; una tasa del 35% para bienes considerados suntuarios; una tasa del 6% para bienes de consumo especial; y una tasa de 0 para el denominado consumo popular básico. Asi mismo, una tasa de] 10% para el consumo de gasolina, 4% para los derivados del petróleo, y 8% para el consumo de cerveza.
Sin embargo, en el año de 1983, disminuyó notoriamente la participación del impuesto a las ventas en el total de los impuestos recaudados por la nación, en parte debido a la sofisticación a que debieron llegar los instrumentos de evasión, como la denominada "doble contabilidad" y la subfacturación de los productos; como también, a la disminución efectiva de la recaudación a causa del rígido control que el nuevo gobierno estableció para las importaciones, las cuales venían generando, en el proceso de la nacionalización de las mercancias, altos ingresos al erario público por concepto del impuesto a las ventas.
Esta cirunstancia, aunada al déficit fiscal que se tradujo en un amplio desfase entre los ingresos y los gastos del sector público, y la situación de recesión de la industria nacional, llevaría al gobierno a solicitar ante el Congreso de la República facultades extraordinarias para reformar el régimen del impuesto a las ventas. Resultado de todo ese proceso, es la introducción, mediante el decreto 3541 de 1983, del concepto del llamado Impuesto al Valor Agregado, como sustituto del impuesto a las ventas que estableció la reforma del 74.

UNA PEQUEÑA LECCION DE ECONOMIA
El valor agregado no es más que aquel mayor valor que se va acumulando a medida que se pasa por las distintas etapas involucradas en el proceso de producción y distribución de un producto. En sintesis, la etapa del productor, la etapa del comerciante mayorista y la del minorista.
El impuesto a las ventas establecido por la reforma del 74, sólo se detenía en la primera etapa. En tanto que el nuevo gravamen, cubre a las tres; y , es, en esencia, un tributo que se calcula aplicando la tasa diferencial respectiva -las estipuladas por el decreto 3541-, al total de las ventas de un periodo dado, y deduciendo de dicho cálculo la suma del impuesto ya pagado, como producto de una etapa anterior. Por ejemplo, una empresa productora de calzado debería calcular su impuesto al valor agregado sobre la base de sus ventas a su distribuidores pero, descontando a su vez, el impuesto a las ventas que le cargaron en el momento de comprar los insumos requeridos en el proceso de producción del calzado. Y asi, sucesivamente.

LA CARA OCULTA DEL IVA
En general, suele decirse que todO impuesto a las ventas es de carácter regresivo, porque al castigar al consumo, se constituye en un factor de negativa incidencia en la redistribución del ingreso. Aunque se establezca una tasa de 0 para los componentes esenciales de la canasta familiar, el gravamen continúa siendo regresivo, en cuanto estratifica el consumo en niveles altos y bajos; y, a la postre, resulta golpeando a los consumidores de clase media que no pueden acogerse al sofisma de distracción implicito en la frase populista de que "quienes tienen más, que lo paguen". Aunque el impuesto al valor agregado se basa en una técnica de "abono fraccionario" mediante la cual cada responsable desembolsa una suma parcial del impuesto, de modo que si el impuesto es evadido en una de las etapas de su agregación, el monto de la evasión es mucho menor que antes; sin embargo, el inmenso caudal de nuevos responsables del impuesto, estimados en 500.000, dificultará enormemente el control de la evasión, lo que podría llevar a derrumbar los cálculos alegres de aumentos de los recaudos por este concepto, llevándose de paso todas las esperanzas que el gobierno ha puesto en esta modalidad tributaria, como instrumento para conjurar el déficit fiscal. Y darles, eventualmente, la razón a quienes vienen sosteniendo que la brecha entre los ingresos y egresos del sector público, para el año de 1984, ascenderá a una suma aproximada de 150 mil millones de pesos.
Si bien el impuesto al valor agregado se inspira en las buenas intenciones de sustraer a la economía, mediante el incremento de los gastos del gobierno, de la recesión que viene padeciendo, podría darse que la ampliación de la base tributaria que apareja el IVA, se traduzca a su vez, en una sensible disminución de la demanda interna que lleve a la economía a un estado de mayor postración.
Por su parte, FENALCO ha señalado que dicho sistema podría desencadenar delicados efectos económicos, sociales y políticos: se podría acelerar la inflación, estimular el contrabando, afectar la reactivación económica y darle alas a la competencia desleal de las empresas irregulares frente a las organizadas.
En definitiva, aunque el impuesto al valor agregado, implantado en el país, trata de atenuar el efecto regresivo del impuesto, al ampliar la base de los productos que no se verán afectados por ese gravamen, como es el caso de los materiales de construcción más usados en vivienda popular; sustraer de la cadena del valor agregado a los minoristas, a quienes sólo se impone la obligación de presentar las facturas de compra, con la intención de que actúen como "controles" del sistema; disminuir la tasa que venía rigiendo, de un 15 a un 10% para articulos de consumo masivo como el champú, las pastas de dientes, los electrodomesticos y los muebles; y, por lo tanto, anular el efecto aumento de los precios por el nivel de consumo no suntuario; sostienen, sin embargo, los críticos de esta nueva modalidad que será imposible contener su incidencia altamente inflacionaria porque, en la práctica, el impuesto se extenderá como una mancha, al pretender los comerciantes inescrupulosos, a la caza de mayores utilidades, extenderlo a los articulos no gravados. O, simplemente, servirse del impuesto como excusa para un alza generalizada de precios.
Con el agravante de que en el antiguo sistema, el gobierno no tenía que controlar sino a los productores; ahora deberá extender sus mecanismos de control a unos 500 mil nuevos responsables de dicho tributo. Y tal control no podría ejercitarse apelando a la buena voluntad de los comerciantes, ni poniendo ejemplos de alta moralidad, como quiso hacerlo el Presidente en su última intervención televisada: "...le hemos pedido al comercio que colabore con nosotros, y que del impuesto a las ventas, que hasta la fecha lo traslada al consumidor con un mayor precio de los productos, le entregue al gobierno una parte y le ayude en este problema que es de todos; así lo están haciendo muchas personas conscientes del comercio, como don José Restrepo, el gerente de los Almacenes Exito de Medellín... " Cabría, entonces, preguntarse, el impuesto al valor agregado que parece constituir el último grito de la moda en materia tributaria, ¿cuánto le representará al país, en términos de costos sociales?.