Home

Economía

Artículo

TODOS GANAN

Las potencias se ponen de acuerdo, bajan las tasas de interés y estabilizan sus monedas.

14 de abril de 1986

Al principio se pensó que era una cita más social que de trabajo. Sin embargo, cuando a comienzos del mes los bancos centrales de Alemania Federal, Japón y Estados Unidos cambiaron simultáneamente las condiciones de fijación de las tasas de interés en sus respectivos países se vio que, por lo menos por esta vez, la tan publicitada alianza de las potencias occidentales va en serio.
Y no sólo va en serio, sino que funciona. Después del temor inicial, la semana pasada quedó en claro que los mercados financieros del mundo se ajustaron suavemente a las nuevas condiciones. Tal como le dijera animadamente un funcionario norteamericano al diario The New York Times, "esta es la cooperación que da resultados".
Semejante euforia parece justificada. En menos de 24 horas,que comenzaron el 6 de marzo, el Bundesbank de Alemania disminuyó la tasa de descuento (interés que le cobra a los bancos comerciales cuando éstos necesitan dinero) del 4% al 3.5% Al día siguiente, el Banco del Japón hizo lo mismo y rebajó la tasa del 4.5% al 4%. Casi inmediatamente, el Banco de la Reserva Federal anunció que a partir de ese día la tasa quedaba en 7%, medio punto menos que el nivel anterior .
La acción coordinada produjo resultados inmediatos. Tan pronto se supo del cambio, los principales bancos norteamericanos rebajaron la tasa de interés preferencial o Prime Rate hasta el 9% anual, la cifra más baja de la década. La importancia de la medida es tal, que se estima que debido a la disminución en el Prime y en otras tasas, Latinoamérica se ahorrará cerca de 1.900 millones de dólares en pago de intereses anuales sobre su deuda externa de 380 mil millones de dólares.
Como es de suponer, lo sucedido ha dejado asombrados a una serie de observadores, quienes hace apenas unos meses veían cómo las potencias vivían en un continuo desacuerdo sobre la mejor manera de influenciar el desempeño de la economía mundial. Sin embargo, fue la llegada del secretario del Tesoro norteamericano, James Baker, la que empezó a cambiar la situación. Tan pronto llegó a su despacho hace unos trece meses, Baker empezó a insistir en la idea de buscar un acuerdo entre las potencias sobre varios temas.
El primero fue el del nivel del dólar el cual, hace exactamente un año, estaba rompiendo todas las marcas frente a las monedas europeas y el yen. A comienzos de 1985, por ejemplo, la moneda norteamericana estaba en casi 12 francos franceses 3.4 marcos alemanes, 240 yen y 0.94 libras esterlinas. Como consecuencia los Estados Unidos estaban sufriendo el peor déficit comercial de su historia y los europeos estaban viendo cómo grandes flujos de capital salían del Viejo Continente, en busca de la alta rentabilidad que ofrecían las inversiones en los centros financieros de Nueva York y Chicago.
Ante esa situación, los titulares de la cartera de Economía en el llamado "Grupo de los 5" (Alemania Federal, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Japón) decidieron intervenir abiertamente en el mercado de monedas, con el fin de inducir una baja en el valor del dólar. Es así como entre agosto y septiembre pasados, la divisa norteamericana empezó un declive que ha resultado sumamente exitoso. Hoy en día, el dólar está en 6.8 francos franceses, 2.25 marcos alemanes, 180 yen y 0.69 libras esterlinas. La devaluación del dólar ha salido tan bien que tomó por sorpresa a la mayoría de los analistas, quienes esperaban ver saltos bruscos en el comportamiento de las monedas.
Fue con ese precedente que el G-5, como se le dice normalmente al grupo, entró a estudiar el tema de las tasas de interés. En esta oportunidad, fue también Baker quien en una reunión ministerial que tuvo lugar en Londres en enero colocó el tema sobre el tapete. Según el funcionario norteamericano, el éxito en el manejo de las tasas de cambio, la nueva situación petrolera y el control a la inflación en el mundo industrializado, eran razones de peso para promover un mayor ritmo de crecimiento en la economía mundial, haciendo indispensable una rebaja en las tasas de interés.
Aunque en un principio la iniciativa fue aprobada por los demás asistentes, las semanas siguientes demostraron que el resultado era más difícil de conseguir. Básicamente, el mayor obstáculo consistía en que la influencia sobre las tasas de interés no descansa en las manos de los ministros, sino en los presidentes de los bancos centrales, quienes son especialmente celosos de su independencia frente al gobierno de turno. Debido a ello, fueron necesarias muchas presiones para que, a regañadientes, los banqueros aceptaran reunirse a discutir el tema. Una vez allí, los obstáculos también se presentaron. El representante del Bundesbank se quejó de que si reducía la tasa de descuento, era probable que creciera la inflación en Alemania, mientras que los demás temian que no se tomara una acción conjunta, sino que cada uno hiciera algo a su acomodo.
Al cabo de largas discusiones, se llegó a un acuerdo según el cual tres de los cinco países del G-5 decidieron bajar su tasa de descuento al unisono. Pese a que existia temor sobre la reacción de los mercados, la transición resultó más suave de lo que cualquiera hubiera esperado. La semana pasada no hubo cambios bruscos en las tasas de cambio, y tan sólo en las bolsas de Nueva York y de Londres se presentaron sesiones récord debido a que las acciones han mejorado como alternativa de inversión.
No obstante, lo sucedido no ha deslumbrado a los más escépticos.
Aunque se reconoce que la cooperación es un paso muy importante, también se dice que lo ocurrido obedece más a una coincidencia de intereses entre los miembros del G-5, que a cualquier intento de altruismo internacional desinteresado. Para ilustrar el punto, se cita el caso de lo que ha pasado con el tema de política fiscal en el seno del G-5 donde cualquier intento de acción conjunta ha fracasado rotundamente.
Ese argumento, sin embargo, no le afecta a los defensores de la idea. Tal como le dijera un funcionario alemán al International Herald Tribune, "en otras oportunidades también había intereses comunes y no se hizo nada. Lo importante ahora es que nos hemos dado cuenta que con un poco de buena voluntad todos podemos seguir ganando".