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CRÓNICA

Una batalla silenciosa

Pocos saben del esfuerzo y la inversión de los exportadores colombianos para que su mercancía llegue a buen puerto sin haber sido 'contaminada' con drogas ilegales. 

14 de agosto de 2005

Francisco Navas, gerente de Logística Internacional del grupo Argos, señala las aguas turbias del río Magdalena y sentencia: "¿Han visto la fuerza de la corriente? Ni siquiera nosotros podemos revisar los cascos porque sería poner en riesgo a nuestros hombres". El buque carguero recibe, una y otra vez, los golpes de las amarillentas aguas que arrastran palos, ramas, troncos y cualquier otro desecho que el río ha recogido en su largo camino y que ahora, aquí, en el Muelle de las Flores, en Bocas de Ceniza, Barranquilla, se esparce hacia el mar Caribe.

En el mismo instante y sin que en la superficie se pueda saber, existe la posibilidad de que haya nadadores suicidas que estén tratando de adherir a la embarcación sus cargamentos de cocaína. Por eso, el capitán de cada barco que sale de este puerto ordena en alta mar una revisión minuciosa de la nave. No es un ejercicio ocasional. Es una tarea obligatoria para proteger las cerca de 1.200.000 toneladas que cada año mueve la empresa por el puerto de Barranquilla. Sólo dos veces en la historia de sus exportaciones, los delincuentes han logrado pegar sus mercancías ilícitas a los barcos de Argos y, por suerte, fueron detectadas antes de zarpar. Sin embargo, la empresa tiene que seguir invirtiendo en seguridad para que nunca más suceda.

No son los únicos. La casi totalidad de exportadores colombianos tiene en su estructura organizacional una sección especializada exclusivamente para evitar que los narcotraficantes 'contaminen' con droga sus exportaciones. Una batalla silenciosa y con poco reconocimiento. "Es un hecho atípico porque en nuestro caso, que exportamos artículos de vidrio, tal vez ninguno de nuestros clientes se plantea el monumental esfuerzo que tenemos que hacer para evitar estos problemas. A ellos les basta, como es natural desde su punto de vista, que la mercancía llegue intacta. Nada más", dice un empresario del sector.

El esfuerzo no sólo está en el número de horas que se deben dedicar a esta labor, sino en sus costos. Aunque los rubros varían en cada empresa, son montos importantes. Por ejemplo, Argos, que también exporta cemento y sus derivados por los puertos de Cartagena y Tolú, tiene contratados equipos de buzos para inspeccionar las naves, de la popa a la proa, para tener la certeza de que parten limpias. Cada misión cuesta en promedio 1.000 dólares. En totalidad, el grupo Argos gasta 800 pesos por cada tonelada que se mueve por sus muelles. Esto es un poco más de 1.000 millones de pesos al año.

Una cifra superior invierten los usuarios de los puertos de servicio público en el país. En el caso de la Sociedad Portuaria de Cartagena, los costos en el ítem de seguridad se han reducido debido a la aplicación cada vez mayor de alta tecnología. Por este puerto se mueve, según cifras de la Dian, el 40 por ciento del comercio exterior colombiano. Para protegerlo de la posible contaminación con drogas, la sociedad tiene una infraestructura montada que vigila cada segundo los 12.000 contenedores que se almacenan en sus 40 hectáreas de territorio.

Un total de 1.000 empresarios envía sus exportaciones por este terminal. Por tal razón, llegan a este punto 900 camiones diarios. A pesar de ser un número alto, a la entrada no hay congestiones: el vehículo es inspeccionado y pesado en una báscula con el conductor dentro. Los datos tienen que coincidir con los suministrados por el exportador enviados por Internet. El carro sigue su ruta al patio de contenedores donde una máquina lo descarga en cuestión de minutos. Todo el proceso es seguido por 60 cámaras que captan desde planos generales hasta cada uno de los números de la placa del vehículo. "Aquí no dejamos nada al azar", afirma Gustavo Flórez Dulcey, director de Operaciones del Puerto de Cartagena.

A pesar de que se trata de un puerto privado, en 1998 se firmó un acuerdo con la embajada de Estados Unidos, la Fiscalía General de la Nación, la Policía y la Sociedad Portuaria y que entre otras cosas permite la presencia de un comando de Policía antinarcóticos en el interior del puerto para vigilarlo día y noche. El éxito de su labor fue reconocido por el propio presidente Bill Clinton en su visita oficial a Colombia, durante el gobierno de Andrés Pastrana.

"Aquí el decomiso de droga en las plataformas ha ido en declive", dice el capitán Mario Vargas, quien está al mando de 50 hombres de la Policía antinarcóticos que cubren este terminal, y los otros de la Bahía de Cartagena. En efecto, en el año 1998 se decomisaron 20 toneladas de droga; en 2001, nueve, y en 2004, tres. Este año se han decomisado 195 kilos. "Esta droga ha sido descubierta en nuestras plataformas, lo que nos da una ventaja porque la Policía ha iniciado de inmediato el proceso judicial para hallar a los responsables", dice Flórez. Como la mercancía ilícita es detectada por la propia Sociedad Portuaria, se ha evitado que ésta salga al exterior, con los consiguientes problemas para el empresario colombiano. "En 10 años no ha salido un solo gramo de droga a otro país desde el terminal de la Sociedad Portuaria, tal como está registrado en todos los puertos de destino en el mundo entero", explica Flórez Dulcey. Además, cada línea naviera visualiza en alta mar las embarcaciones que salen de este puerto, por un sistema satelital, y lo acompañan hasta su destino. Así hasta cuando los empresarios respiren tranquilos cuando su carga llega limpia a los puertos de arribo. Colombia, por ejemplo, exporta al año ocho millones de sacos de café, de los cuales tres millones salen por 'La Heroica' y jamás se ha detectado alguno con droga.

En Bogotá, el aeropuerto Eldorado es el primero en Latinoamérica en carga transportada, con un tráfico de más de 400.000 toneladas anuales. Los procedimientos para evitar intromisiones en el transporte aéreo son sumamente rigurosos. En el caso de las flores, la seguridad comienza en el cultivo. Las cajas son empacadas cuidadosamente, y su contenido, destino y peso son registrados y enviados a las empresas de carga para ser verificados. Antes de partir, las puertas de los camiones son selladas.

Por ejemplo, la seguridad antinarcóticos en la empresa Tampa Cargo comienza evaluando a sus empresas clientes, su trayectoria, personal y propietarios. Cuando llega la carga es conducida a una zona aislada, el personal que la baja es revisado al entrar y no tiene contacto físico con el resto de la empresa. Las cajas son revisadas una a una con rayos X, hay una inspección manual y aleatoria a las cajas y además se pasan por un identificador iónico que detecta cualquier traza de droga. La revisión iónica es necesaria porque, según el vicepresidente de seguridad de Tampa Cargo, Enrique Oñate, los narcotraficantes llegaron en el pasado a 'contaminar' con droga toda la materia transportada, desde los pétalos de las flores hasta cada uno de los componentes del empaque.

Cuando un avión llega, y tras ser descargado, revisado y cerrado, cuatro vigilantes en tierra impiden que cualquier persona se acerque a él. Posteriormente, el combustible y quienes lo cargan son revisados al detalle. En sus terminales hay circuitos cerrados de televisión con cerca de 100 cámaras. La tecnología en Colombia para protegerse ha llegado a limites tan avanzados, que los directivos de las empresas de flores monitorean, a través de Internet, desde cualquier lugar donde se encuentren el procedimiento de carga y empaque. Las grabaciones digitales se archivan durante meses para observar los procedimientos, por si algún delincuente logra meter su carga a Estados Unidos. En Miami se sigue un procedimiento similar a la llegada.

Tampa fue la primera aerolínea colombiana en ser admitida en el C-Tpat (Custom Trade Partnership Against Terrorism) que promovió la aduana estadounidense tras el 11 de septiembre, y hace parte del Basc (Alianza Empresarial para un Comercio Seguro, por su sigla en inglés). Las inversiones en seguridad de la aerolínea ascendieron a 3,5 millones de dólares en los tres últimos años, es decir aproximadamente la mitad de sus utilidades durante este período. En Avianca el proceso es similar. De sus 6.400 empleados, 580 se dedican exclusivamente al tema de seguridad. La aerolínea también adopta los procedimientos de asociaciones internacionales contra este delito.

"El empresariado colombiano es único en el mundo. Hace un gran esfuerzo por hacer bien las cosas al tiempo que lucha contra un problema monumental como es el narcotráfico y el terrorismo", dice Ana María Carbó, directora ejecutiva del capítulo Barranquilla del Basc. Al Basc pertenecen 550 empresarios que permanentemente reciben actualizaciones para cuidarse de que les contaminen sus productos. Entre otras cosas, está por ejemplo un seguimiento, con antecedentes por parte del DAS, al personal crítico, que es aquel que tiene contacto directo con un producto determinado. "Los colombianos somos pioneros en seguridad", dice Carbó. Una frase que puede resultar paradójica para un extraño desprevenido, pero no para ella que sabe que cada exportador se juega todo su proyecto económico en que la carga llegue limpia al puerto de destino. "Ante tantos retos, hemos aprendido mucho".  

Además del narcotráfico, y después del 11 de septiembre, Estados Unidos exige cada vez más seguridad a sus socios comerciales para que tengan puertos y aeropuertos seguros. Así se ha creado un proyecto que permitiría que funcionarios de la aduana de Estados Unidos realicen labores de supervisión y control dentro de los puertos extranjeros. Es posible que los puertos colombianos sean incluidos en este proyecto, sobre todo si se firma un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que aumentaría considerablemente el comercio entre los dos países. De ser así, seguramente muchos empresarios, firmas portuarias y de carga y autoridades colombianas tendrán mucho que enseñarles a los pares estadounidenses en materia de operaciones exitosas. Contra todas las artimañas inventadas por los delincuentes, los exportadores nacionales mantienen cada día millones de toneladas de carga colombiana fluyendo a todo el mundo sin contaminación alguna.