
Opinión
La enfermedad colombiana
Nadie es más grande que el mercado, y cuando se trata de tomar ventaja de este, los efectos suelen ser devastadores para la economía.
Los colombianos vivimos un momento muy crítico de la economía del país. Por un lado, se ha venido desincentivando la producción de petróleo, gas y la minería en general. Por otro lado, aunque el desempleo viene bajando a niveles que hace mucho no se veían, la informalidad está creciendo y cada vez menos personas buscan empleo, como si se hubieran cansado de hacerlo. La inflación, en vez de seguir bajando, ha subido, y las expectativas de aumento del salario mínimo nos llevarán a más inflación.
A todo lo anterior, se suma lo que ha venido sucediendo con la deuda pública. Las operaciones swap, la captación en otras monedas y la disminución de la duración han generado una caja adicional que el Gobierno ha venido trayendo durante los últimos meses, lo que ha producido una revaluación del peso mayor a la de sus monedas pares. Asimismo, la tasa de los TES en pesos ha subido de precio por cuenta de una demanda adicional en el mercado que no es más que el mismo crédito público comprando.
Al final, tenemos noticias buenas, como la bajada de la tasa de la deuda, la revaluación del peso y la disminución del desempleo, pero van pegadas a noticias malas que opacan lo anterior: la evidente disminución de las exportaciones, el aumento de la informalidad y la reducción de la duración de la deuda, con el riesgo de que su rollover termine generando un mayor costo en el futuro.
Pensé que esto podía ser una especie de enfermedad holandesa. De acuerdo con Grok, la IA de X, la enfermedad holandesa es un concepto económico que describe el declive de sectores productivos tradicionales (como la agricultura o la manufactura) debido a un boom en un sector de recursos naturales, generalmente por el descubrimiento de grandes yacimientos (petróleo, gas, minerales) o un fuerte aumento en sus precios internacionales.
Adicionalmente, Grok dice que el nombre proviene de los Países Bajos en los años 60, cuando el descubrimiento de grandes reservas de gas natural en el mar del Norte provocó:
1. Apreciación del tipo de cambio.
2. Aumento de exportaciones de gas, generando grandes ingresos.
3. Encogimiento de otros sectores exportadores (como la industria manufacturera), porque sus productos se volvieron menos competitivos en el exterior.
Aunque tiene similitudes, las causas y los resultados son diferentes. En Colombia tenemos nuestra propia enfermedad, que a mi modo de ver puede terminar siendo más peligrosa que la holandesa, ya que muchos de los síntomas han sido generados artificialmente: no provienen del mercado, ni de la oferta y la demanda.
Nadie es más grande que el mercado, y cuando se trata de tomar ventaja de este, los efectos suelen ser devastadores para la economía. Revaluar la moneda creando flujos artificiales, bajar la tasa de interés a sombrerazos, disminuir los pagos de intereses de la deuda reduciendo la duración o comprando títulos al descuento para no mostrar el flujo de caja no es un ejercicio sano.
Lo peor de todo es que si esto fuera solo para tomarle una foto al balance retocado a final de año, vaya y venga, pero no es solo eso. Lo que verdaderamente se ha logrado con todo esto es darle caja a un Gobierno para crecer el tamaño del Estado, comprar conciencias para elecciones y aumentar la corrupción a niveles nunca antes vistos.
