Corte Constitucional estudiará el caso de Carolina Sanín

El caso de Carolina Sanín contra la Universidad de los Andes vuelve a ser noticia. La Corte Constitucional decidió estudiar el fallo de segunda instancia, emitido por el Juzgado Quinto de Bogotá, que determinaba que la institución no tenía que reintegrar a la profesora después de haberla despedido por lastimar el nombre de la universidad, afectar la convivencia en la universidad y dar mal ejemplo a los estudiantes. Sin embargo, ahora la cabeza de la rama judicial tomará una decisión final sobre el despido de Sanín para determinar si fue justificado o no.  

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La decisión es uno más de los nuevos reveses que le ha dado la justicia a la disputa legal entre la profesora y la Universidad de los Andes. En primera instancia, juez Carlos Alberto López resolvió la tutela a favor de Sanín: determinó que el despido de la profesora vulneraba los derechos al debido proceso, la libertad de expresión, al trabajo y a la dignidad humana y que la institución estaba obligada a reintegrarla en sus funciones. No obstante, cuando la profesora y columnista de la Revista Arcadia conoció la noticia, decidió renunciar a la institución.

La demanda era una cuestión simbólica: al renunciar demostraba que su alegato legal no era por el puesto, sino quería que la justicia determinara que el despido había sido injusto, en especial, por la trascendencia pública que había cobrado el caso que había sido cubierto ampliamente por los medios de comunicación. El debate giraba sobre la libertad de expresión y de cátedra, dado que el despido se dio en un contexto en el que la profesora se había expresado públicamente duras críticas a la institución.

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Sanín había criticado a Los Andes por las condiciones de hacinamiento de los edificios, en la que concuerdan estudiantes entrevistados: "ya no hay dónde sentarse en las bibliotecas" aseguró una estudiante de Derecho de esta institución. En esa lógica, la profesora aseguró que la despidieron por decir que “en los Andes primaban los títulos por encima de la educación”. Además, por asegurar que los recursos públicos se estaban yendo a las universidades privadas con programa como Ser Pilo Paga, y por la discriminación por género y raza perpetrada por un grupo de Facebook, Chompos, que lo han cerrado y vuelto a abrir en numerosas ocasiones.  

Los Chompos, conformado por jóvenes entre los que estaban miembros de la Universidad de los Andes, llevaba meses publicando chistes sobre grupos étnicos, mujeres y homosexuales. Sin embargo, después empezaron a concentrar sus memes en personas de la institución, por ejemplo, en Sol Fonseca y Carolina Sanín.

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Sanín reaccionó en las redes sociales, cuando Chompos la comparaba en un meme con un objeto sexual. Luego de su respuesta publicaron otro fotomontaje que causó indignación en los medios de comunicación y en la Universidad de los Andes: publicaron una foto de la profesora con un ojo morado y luego escribían, “el heteropatriarcado la pondría en su sitio”.

En la Universidad de los Andes, muchos se habían pronunciado en contra y a favor del grupo de Facebook. Ocurrieron debates pedagógicos sobre la libertad de expresión y los límites del humor. Sin embargo, el rector, Pablo Navas, no había dado una respuesta oficial. Esa situación cambió en noviembre del año pasado, cuando circuló un comunicado de Navas en el que rechazó las agresiones en las redes sociales. No obstante, defendió la libertad de expresión siempre y cuando el intercambio de ideas estuviera en el marco del respeto.

En ese entonces, el rector expresó un rechazo a los pronunciamientos peyorativos de Carolina Sanín. Por su parte, Sanín le respondió en su página de Facebook: criticó al rector por no haberse manifestado antes por las agresiones de Grupos Chompos y por hacer énfasis en el comunicado a sus comentarios sobre la institución. Sanín defendió su posición: “He criticado que la universidad privada perciba recursos públicos. He sido crítica de las políticas del rector, en público y en asambleas con él, y jamás en términos soeces ni con calumnias. Sigo defendiendo el derecho a hacerlo, que no tiene ningún precio”.

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