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Educación

¿Qué tiene que tener en cuenta para elegir un jardín infantil?

Esta es una de las decisiones más importantes para los padres porque influye en el desarrollo social, personal y afectivo de los niños.

23 de febrero de 2017

Cada experiencia o interacción que efectúan los menores de edad en los primeros años de vida repercute en su comportamiento futuro. De hecho, el 80 % del desarrollo del cerebro sucede en los primero cuatro años de vida de una persona. Según el informe de primera infancia del Ministerio de Educación (MEN), “la educación en esta etapa es fundamental porque mejora las condiciones físicas, la motricidad, las capacidades afectivas y sociales, el lenguaje y las posibilidades de solucionar problemas de forma creativa”.

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Elegir el jardín infantil en el que los hijos comienzan su formación inicial se convierte entonces en una decisión trascendental. Semana Educación habló con varios padres de familia y una psicóloga infantil para conocer qué criterios se deben tener en cuenta:

  1. Al momento de comenzar con la búsqueda, verificar que el jardín contrate docentes licenciados en pedagogía, con un trato cálido, afectuoso y respetuoso hacia los niños. También que la institución incorpore otro tipo de personal como terapistas, personal sanitario (enfermeros) y coordinadores que garanticen la seguridad física y mental de los niños.
  2. Se debe observar si el jardín ofrece instalaciones bien adaptadas y pertinentes para el aprendizaje, así como para atender a todos los menores en el día a día: baños suficientes, espacios de esparcimiento, otros para realizar labores manuales, salones amplios y comedores adecuados e higiénicos.
  3. El número de estudiantes por salón. Para Ana María Valdivieso, bogotana y madre de una niña de 2 años, este fue el criterio más importante a la hora de decantarse por el jardín en el que matriculó a su hija: el hecho de que ningún aula tuviera más de ocho menores. Buscaba una atención personalizada. Según los lineamientos de la Secretaría de integración Social, el número de niños por cada profesora no debe exceder a diez. En caso de superarlo, deben estar presente en cada aula un docente titular y un auxiliar que le brinde acompañamiento.
  4. Deben adaptarse a las necesidades del niño y no al contrario, aseguran los expertos. Para ello, es fundamental observar la personalidad y necesidades del niño como individuo y buscar un jardín que se adapte a sus inquietudes: más creativo, que se esté ubicado en el campo, en la ciudad, etc.
  5. Para algunos padres es esencial que los niños tengan acceso a actividades alternativas que permitan al menor estimular su desarrollo psicomotriz. “Que aprenda divirtiéndose”, apunta Valdivieso.
  6. Identificar el tipo de formación que ofrecen estas instituciones. Para Claudia Velilla psicóloga especialista en educación neurolingüística y directora del Jardín Infantil Pasos y Compases,  la enseñanza inicial se centra en la mayoría de los casos en que “el niño sea competitivo” porque se desarrolla en un “espacio de construcción dirigida”: el docente transmite los conocimientos por medio de guías a los alumnos. Frente a este modelo tradicional, explica Velilla, existen otros alternativos que estimulan el sentido humanista, la observación, la experimentación y la realización de trabajos manuales.
  7. Una vez se elige el jardín de acuerdo a los puntos anteriores, hay que controlar la adaptación del niño al nuevo ambiente: su estado de ánimo, si se despide feliz cuando tiene que acudir al jardín o si llega contento después de la jornada.

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En Colombia no existe un marco normativo que regule la educación inicial, ni la prestación de servicios educativos. “No contamos con las herramientas para hacer seguimiento y control, particularmente en el sector privado”, advirtió la exministra Gina Parody en 2015. Existen, sin embargo, lineamientos que ejecutan determinadas alcaldías y gobernaciones en sus regiones. La ciudad de Bogotá,  por ejemplo, cuenta con el Registro de Educación Inicial (REI), una certificación adoptada por el Decreto 057 de 2009 que asegura que las instituciones cumplen con ciertos estándares de nutrición y salubridad, ambientes adecuados y seguros, proceso pedagógico, talento humano y proceso administrativo.