El hombre del museo

Jorge Orlando Melo, quien ha revolucionado la biblioteca Luis-Angel Arango, es el responsable de conservar la donación de Botero a Bogotá.

4 de diciembre de 2000, 12:00 a. m.

El jueves se abrió al público la Donación Botero y los estudiantes de arte fueron los primeros en ver las 123 obras magistrales que Fernando Botero regaló a Bogotá. Así lo quería el maestro, que con su legado buscaba, fuera de alegrar a mucha gente, subsanar la desventaja que tienen los artistas que no conocen de primera mano las obras de los genios. Al medio día ya la habían visto 500 personas.

Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis-Angel Arango y del museo donde estará expuesta indefinidamente esta colección, es el responsable de conservar y mostrar la Donación Botero. Y de contestarles las preguntas, las mismas preguntas, a todos los periodistas que llamaban encantados de registrar por fin una noticia feliz.

En los intervalos le buscó al vicepresidente Gustavo Bell un libro de Arciniegas. Y trató de conseguirle una entrada de cortesía al concierto de Bach a un señor que vino de Zipaquirá sólo para oírlo y no encontró boletas. Lo hizo todo con calma, como si fuera la única tarea que tuviera, aunque lo que tenía era tareas. Pero así es Jorge Orlando Melo, un hombre tranquilo que se especializa en resolver problemas.

Problemas pequeños y cotidianos como esos. Y problemas grandes y cotidianos como el de cambiar el país combatiendo la desigualdad de acceso a la información y a los conocimientos.

Desde cuando Melo asumió hace casi seis años la dirección de la Biblioteca Luis-Angel Arango ha convertido en una obsesión, que coincidió con la del Banco de la República, el tratar de acercar el conocimiento al mayor número de colombianos. Y lo ha logrado con tanto éxito que Colombia es uno de los pocos, si no el único país del mundo, en donde la biblioteca municipal le lleva a los usuarios los tomos a domicilio. Basta con estar afiliado, pedir el libro por teléfono o por correo electrónico y pagar 1.000 pesos para tenerlo en un día en la puerta de la casa.

Esta es la última sofisticación del servicio, que lideró Melo desde el 97 cuando la Luis-Angel comenzó a prestar libros para leer en la casa. El argumento de Jorge Orlando era simple. “El tipo paga la luz, pone el asiento y así podemos ampliar la capacidad de servicio”, les decía a los del Banco, que ya venían estudiando la idea. El miedo a que la gente terminara robándose el libro no los disuadió. Y tuvieron razón, puesto que del medio millón de libros que han prestado en estos tres años se han perdido sólo 10. “La respuesta del público bogotano es un ejemplo de civismo a nivel internacional”, dice con orgullo Melo, quien jugó un papel definitivo para sacar adelante el proyecto del alcalde Enrique Peñalosa de casi duplicar el acceso de los ciudadanos a las bibliotecas públicas.

También coordinó el montaje de la biblioteca virtual más grande y visitada del país, que les permite a los niños encontrar en segundos la biografía de Bolívar o de Santander sin someter a la mamá a la tortura de sortear los trancones para llegar al centro. “Facilita esas tareas tontas que ponen en los colegios”, explica.

Aunque en parte, gracias a él y a los otros historiadores que conformaron el movimiento de la nueva historia que han educado a las nuevas generaciones desde los años 80, cada vez hay menos interés por los próceres y las conquistas y más por las razones que explican porqué pasó lo que pasó. “No hemos tenido ningún impacto sobre el presente y quizá no lo tengamos sobre el futuro, pero el pasado sí lo cambiamos”, dice con humildad Melo, el hijo antioqueño de un maestro boyacense en cuya familia ha habido más de 50 profesores. El hombre a cuyo cargo está no sólo la mejor biblioteca del país sino la mayor donación artística de la historia de Colombia.



Visite la colección