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HAY QUE SENTARSE A DISCUTIR YA

Olvidarse de la Comisión de Verificación, hacer un canje gradual y hablar con los paras, <BR>son algunas de las propuestas del procurador Jaime Bernal Cuéllar.

25 de octubre de 1999

SEMANA: ¿Cómo llega el Procurador a ser protagonista del proceso de paz?
Jaime Bernal: Los señores Mauss hablaron conmigo y me dijeron _después de que salieron de la
cárcel_ que el ELN tenía cierta confianza hacia la Procuraduría y que querían hablar conmigo. Una
noche fuimos con Eduardo Verano a un apartamento, a medianoche. Allí acordamos ir a Alemania. Yo
era escéptico, pero viajé, en compañía de Sabas Pretelt. Llegamos a un hotel y después de
muchas horas y vueltas pudimos encontrarnos con Pablo Beltrán. Después vino lo de Maguncia. Yo
pensé que la paz se arreglaba en dos horas, algo así como decirles "no hagan nada más y
reinsértense".
SEMANA: ¿Y usted sí cree en el proceso de paz?
J.B.: Yo creo que hay que hablar con todos los grupos levantados en armas: paramilitares y
guerrilla. Deben tener tratamientos diferentes y legales, pero no se puede dejar suelto ninguno de estos
grupos.
SEMANA: Hay quienes le critican su participación en el proceso de paz afirmando que esta no es
función de un Procurador.
J.B.:Yo respeto esas críticas. No comparto, por supuesto, que se critique a quienes, incluyendo al
Procurador, ponen su esfuerzo personal en búsqueda de la paz. A mí me han criticado mucho. Por
ejemplo, por el pacto que se hizo en la Puerta del Cielo, donde se acordó exceptuar del secuestro a
personas mayores de edad. Yo firmé eso porque lo consideré un acto humanitario. Hay quienes dicen
que no tengo facultades para estar en el tema de la paz. Pero la Constitución me lo permite. Dentro
de mis funciones represento a la sociedad como Ministerio Público. Tengo que velar por los
derechos humanos y qué más derecho humano y fundamental que hacer la paz en Colombia.
Además en el Consejo Nacional de Paz está incluida de manera expresa la Procuraduría. No me
arrepiento, no le pongo atención a las críticas. Y no voy a hacer la guerra con nadie. Yo soy un hombre
de paz.
SEMANA: ¿Qué hay que hacer para destrabar el proceso?
J.B.: Yo diría, con todo el respeto, que dejemos de lado eso de la comisión. Que eso signifique que el
Presidente reverse esto, pues no importa. Lo que importa es que se sienten a discutir ya.
SEMANA: ¿Cuál es su opinión sobre las trabas que ha puesto la guerrilla?
J.B.: La guerrilla no puede pretender que se solucione todo antes de sentarse a discutir. Yo vi el último
documento, en el que se dice que no se ha solucionado el problema social y una cantidad de temas. A
mí me parece que eso no responde a un proceso de paz, porque si se quiere que se solucione todo
antes de sentarse a discutir sobre el proceso de paz entonces no va a quedar nada qué discutir. La
guerrilla y el gobierno deben sentarse inmediatamente bajo el compromiso de no pararse de la mesa
de negociación. Pero no sigamos enviándonos cartas y oficios.
SEMANA: ¿Usted no ve importante la integración de la comisión ahora?
J.B.: Sí es importante, pero no puede quedar condicionado todo un proceso de paz a si se instala o no
esa comisión. Más adelante se verá cómo se debe hacer. Sentémonos a la mesa ya.
SEMANA: Muchos opinan que al gobierno le ha faltado un plan, una estrategia clara.
J.B.: Yo no quiero culpar al gobierno. Porque creo que aquí surge, en todo caso, una cantidad de
inconvenientes. Lo importante es que no se puede permitir que a los obstáculos que surgen, y que
son incidentales al proceso de paz, se les otorgue más importancia que a la finalidad que
perseguimos. El objetivo es el proceso de paz.
SEMANA: Pero en ese sentido hay una legislación que implica unas limitaciones para la
negociación...
J.B.: Yo les he dicho a los jueces, a los magistrados, que hay que participar en el proceso de paz.
Desde luego que muchos se quedan en el formalismo porque dicen que no hay norma que lo permita.
Pero toda la normatividad se hizo para una etapa de paz. Hoy los hechos desbordaron esa
normatividad. No podemos quedarnos en los clubes sociales o en los despachos de los altos
funcionarios criticando lo que hacen los demás, hay que presentar alternativas y soluciones.
SEMANA: ¿Cuál es su propuesta de canje?
J.B.: Uno, no la terminación de un proceso penal porque eso sería exonerarlos de responsabilidades sin
que se haya arrancado el proceso de paz, pero sí algún mecanismo de libertad provisional. Segundo,
debe ser para una sola ocasión, no puede ser permanente. Tres, debe hacer parte del proceso y debe
ser gradual.
SEMANA: ¿Cómo es un canje gradual?
J.B.: Se empezaría con los delitos de menor entidad, por ejemplo, con los que están sindicados sólo
por rebelión, y más adelante, si el proceso sigue caminando, se le agregaría otro delito, como
lesiones personales o falsedad, y así hasta llegar a los más graves. O sea que cuando se llegue a un
punto en que ha avanzado realmente el proceso pues ya puede determinarse la libertad de otras
personas. Yo no hablo de indultos, porque eso es perdonar. Yo hablo de libertades provisionales, lo que
significa que el proceso penal sigue vivo y el Estado conserva la potestad punitiva. Así puede haber
recapturas en los casos que se necesiten.
SEMANA: ¿No es una ingenuidad lo de la recaptura?
J.B.: Sí. Pero es preferible que quede la posibilidad de poder recapturar a la persona a archivar
definitivamente el proceso. El indulto o la amnistía solo tienen lugar si se logra la paz.
SEMANA: No son pocos los que dicen que un guerrillero no puede igualarse a un soldado que ha
luchado por la patria.
J.B.: Mire, hay 1.400 secuestrados. Podemos intentar liberarlos por la fuerza. O dejarlos allí hasta que
termine el proceso. O mi propuesta, la de la libertad provisional y el canje gradual.
SEMANA: ¿Ese intercambio cómo se haría?
J.B.: Por ejemplo, salen los que tengan los delitos menos graves, y los cambiamos por las
mujeres, o por los que llevan más tiempo secuestrados o por los de mayor edad o por los menores. Y
si el proceso avanza se dan más beneficios. Todo será provisional hasta que se firme la paz y al final
sí se otorgan los indultos. Porque Marulanda y las demás personas no van a firmar la paz si les toca
quedarse en la cárcel.
SEMANA: Usted ha dicho que hay que hablar también con los paramilitares...
J.B.: No sé en qué momento pudiera pensarse en un acercamiento. No estoy diciendo que deba
ser un tratamiento idéntico. Puede ser con unas concesiones especiales, por ejemplo un
sometimiento, unas rebajas, disminuciones de penas. Lo que importa es saber qué va a ocurrir si las
Farc y el ELN aceptan la paz, qué va a pasar con los 4.000 paramilitares.
SEMANA: ¿Quiénes están más cerca del proceso de paz, las Farc o el ELN?
J.B.: Tenemos dos metodologías diferentes. Con las Farc el interlocutor es el gobierno mientras que
con el ELN ha sido la sociedad y, desde luego, el gobierno es el que tiene que tomar decisiones como
la existencia de zonas de despeje. Pero en este momento están trancados los dos procesos. Yo le
diría a las Farc que no discutan si es comisión de seguimiento o no y al gobierno le diría que deje de
lado la comisión. Sé que es arriesgado lo que estoy diciendo pero lo que importa es que los temas que
se discuten a través de cartas se discutan en la mesa.
SEMANA: ¿Y con el ELN?
J.B.: Yo creo que debe dársele el escenario para poder arrancar con la convención. Nos han
dicho en Caracas que ojalá se dé este año, luego hay que buscar la fórmula para instalarla. Hay
inconvenientes, como el de la libertad de las personas. Pero hay que buscar la simultaneidad: eso nos
permitiría exigirles hechos de paz a los guerrilleros. Que no secuestren, que liberen gente...
SEMANA: Por último, señor Procurador. El tema del síndrome de la Procuraduría, del que se quejan
los militares. ¿Cual es su opinión sobre este tema?
J.B.: He hablado en distintas oportunidades con la cúpula al respecto. Les he dicho lo que pienso. El
delito de rebelión es permanente, de modo que ellos pueden capturar a los subversivos estén donde
estén. Para eso está la flagrancia.