Especiales Semana

Las hizo libres...

En países como China y Japón es difícil conseguir guadua angustisola, especie para construcciones sismorresistentes y muebles. Por eso la buscan en Colombia.

Olga Lucía Garzón Roa*
28 de octubre de 2006

Con machete en mano, tenis y overol, Fanny Núñez, una campesina de 47 años, sale cada día a las 6 de la mañana a trabajar en lo que convirtió hace 10 años en su pasión: sembrar guadua en los campos de Padilla, una vereda cálida de 1.500 habitantes que está ubicada al lado del cañón del río Lagunilla, en Lérida, norte del Tolima.

Antes de dedicarse a esta labor, las mujeres de Padilla se sentían limitadas a cumplir ciertos roles. En sus palabras, "los varones nunca nos tenían en cuenta en las decisiones".

Los hombres, que trabajaban en el campo, cortaban tantos árboles, que el nacimiento La Menor, de donde se surte de agua la población, empezó a secarse. Fanny Núñez y Rosa Silva se dieron a la tarea de buscar ayuda para recuperar la fuente. La Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), capacitó a siete mujeres en producción de guadua y construcción de muebles.

Las plantaciones se propagaron prodigiosamente y con tal calidad que tres años después, en 1996, empezaron a recibir ofertas. Les hicieron pedidos en el país, pero su popularidad se salió del continente. Chinos y puertorriqueños que visitaron la vereda se interesaron en el producto. Quedaron impresionados con el diámetro de la planta, que puede ser de hasta 40 centímetros.

Días después, a través de un intermediario, los chinos les pidieron 6.000 matas que negociaron en 450 pesos cada una. Puerto Rico les compró 4.000, y tres meses después, 3.000 más. En estos países la guadua es muy apreciada para construcciones de vivienda por su sismorresistencia.

La vida les cambió a estas campesinas, que encontraron el camino de sostenerse a sí mismas y a sus hijos. Conformaron la Asociación Manos Protectoras, que congrega a ocho mujeres cabeza de familia dedicadas a esta labor.

Hoy, Padilla cuenta con más de 100 hectáreas de sembrados de guadua, avaluada cada una en 1.200.000 pesos,

Por un convenio entre el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez y Cortolima, con un presupuesto de 175.000.000 pesos asignados a la Asociación Manos Protectoras, se produce y se planta guadua para recuperar la cuenca del río Lagunilla y sus afluentes.

En reconocimiento a su labor hace un año el Sena les otorgó el título de Trabajadoras Calificadas en Recursos Naturales. Hoy en Padilla las mujeres aventajan a los hombres en un número de 120. Son ellas quienes tienen el liderazgo, "por eso la guadua es nuestro símbolo de libertad, desarrollo y crecimiento".

Campesinos de Padilla, como Fauricio Méndez, dicen que las mujeres se les salieron de las manos: "Ya no piden permiso", afirma. Reconoce que su labor es invaluable. Lo más importante es que ellas también lo saben.