Especiales Semana

Marvel Moreno

Una de las grandes olvidadas de la literatura colombiana, su obra ha sido materia de estudio de los críticos y ha merecido nuevas reediciones.

Luz Mary Giraldo*
3 de diciembre de 2005

Marvel Luz Moreno (Barranquilla, 1939-París, 1995) fue estudiante de economía y empresaria de mercadeo y publicidad, autodidacta en literatura y ciencias humanas, lectora de clásicos, compañera del reconocido grupo La Cueva y partícipe de la vida cultural parisina desde la década de 1970. Fue reina del Carnaval de Barranquilla, lo que no fue obstáculo para alimentar su imaginación y fantasía creadoras y ponerlas en función de la buena literatura. En 1969 publicó su primer cuento y paulatinamente su obra se divulgó en revistas nacionales e internacionales, hoy con varias ediciones que incluyen traducciones y adaptaciones cinematográficas. En un interesante diálogo con su medio y su tiempo, desde el comienzo dejó notar su relación con el Caribe, matizándolo más adelante con su experiencia de vida en Europa, donde recibió importantes premios. La destreza de una escritura que afirma la existencia se complementa con la visión renovadora que ofrece una crítica a la cultura patriarcal (la normativa). Su obra ha despertado homenajes y numerosos estudios, entre los que se cuentan enfoques feministas, de la sexualidad, la tradición modernista, de frontera, vida cotidiana, sociedad y ciudad, relaciones entre región, nación y cosmopolitismo, entre otros. Perteneciente a una familia de la burguesía cartagenera, por línea paterna, y de la barranquillera de ascendencia española, por la materna, vivió parte de su infancia bajo la tutela de mujeres que le permitieron conocer las tradiciones socioculturales. Esto se refleja en su libro de cuentos Algo tan feo en la vida de una señora bien (1980) (publicado recientemente como Oriane, tía Oriane (2001)) y en su novela En diciembre llegaban las brisas (1987, 2005), al presentar esa cadena de mujeres que se suceden, en las que abuelas, madres e hijas sostienen una unidad. Marvel desestabiliza esa continuidad al mostrar en las primeras la repetición del principio autoritario; en las siguientes, la imposibilidad de rebeldía, y en las últimas, la conquista de autonomía y liberación, como en este caso se podría confirmar en El Encuentro y otros relatos (1992). En la diversidad de tendencias que desde la década de 1980 traza la narrativa colombiana, Moreno aporta a la visión urbana, al juego de la oralidad que se torna escritura voyeurista, a la conciencia del tiempo y de la época. En ella aprovecha la condición femenina para desmitificar su galería de mujeres y de individuos, proyectando la memoria frente al olvido. Es oportuno recordar la polémica promovida en 1990 por el 'Magazín Dominical' de El Espectador frente al cuento en Colombia: algunos narradores, críticos y editores reconocieron la importancia del género en los 70, otros negaron su vigencia, otros lo consideraron género menor y otros anunciaron el trabajo clandestino de unos autores. A pesar de la trayectoria de Marvel Moreno, no hubo justicia: nadie habló de su obra. *Profesora de Literatura, Universidad Nacional