Especiales Semana

Nohora Elizabeth Hoyos

Un día pensó que debía hacer algo para que la gente comprendiera la ciencia y hoy está al frente de uno de los proyectos educativos más titánicos de cuantos se han realizado en Colombia.

Víctor Solano Franco*
3 de diciembre de 2005

Una tarde tomó el teléfono y marcó los números que le cambiaron la vida. Al otro lado de la línea le respondió Alberto Ospina Taborda, el presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (Acac). "Soy Nohora Elizabeth Hoyos Trujillo y acabo de llegar de Yale. Quiero ser voluntaria y hacer algo por la ciencia de este país". La actitud resuelta le abrió las puertas y así comenzó una carrera vertiginosa en el duro trabajo de la gestión por la ciencia que hoy, entre otras iniciativas, se cristaliza en una de las obras más espectaculares de la ingeniería, para la educación en el mundo: Maloka. Por la ventana de su oficina se le cuelan las ramas reverdecidas de un sietecueros generoso. Un telescopio de regular poder, la foto de su familia, un jardín japonés, un caracol en madera de caoba, varios juguetes de ciencia, y más plantas, completan el hábitat de Nohora Elizabeth, perteneciente a una especie que parecía extinguida: los soñadores. Mientras recibe al periodista, discute con la asesora jurídica los temas que presentarán en una próxima reunión. Esa tarde, a las 5, se reuniría en Colciencias y en las horas de la noche volvería a encontrarse con su otra familia, la biológica, la que le acolita esa locura que comenzó hace algunos años, contra casi todos los pronósticos. Precisamente, de esa época, a Nohora Elizabeth le quedó un inventario de paradigmas negativos que hoy recuerda con jocosidad y que colecciona como aquellas joyas del pensamiento retrógrado y pesimista: "Espérese a que el país cambie". "¿Dónde está su padrino político?". "Aquí todo se lo roban". "¿Cuál va a ser el asesor extranjero que creará el concepto?". "Si lo llegan a abrir algún día, al otro lo destruyen" y "Se va a quebrar". Aun con ese lastre, Nohora Elizabeth perseveró junto a otros científicos y gestores que con ella compartían su 'frustración positiva' en su idea de construir país. Desde 1990, cuando asumió la dirección ejecutiva de la Acac, impulsó la Feria de la Ciencia que ha tenido hasta hoy un importante auge en los colegios e instituciones de educación básica formal, como medio para motivar a los niños y jóvenes en su proceso de aprendizaje de la ciencia; creó Expociencia y el Año Nacional de la Ciencia y la Tecnología. En su trayectoria no han sido pocos los reconocimientos que ha cosechado esta bióloga de la Universidad de los Andes. El primero de ellos fue cuando fue elegida la mejor bachiller de su colegio, el Elvira Lleras Restrepo, y el año pasado fue elegida como una de las 'colombianas ejemplares', distinción que otorga el diario El Colombiano. Así, esta mujer -que sigue gobernada en su interior por la niña que se trepaba a los árboles, les sacaba los ojos a las muñecas para ver qué tenían por dentro y se gozaba las 'coca-colas bailables'- estimula a diario su curiosidad infinita y se maravilla de las cosas más simples, pero más complejas a la vez: "Me encanta caer en cuenta de que cuando veo una flor, la veo en colores". *Periodista