Especiales Semana

¿Quién quiere ser empresario?

Una gran idea con una buena asesoría es la mejor combinación para sacar adelante una gran empresa.

12 de noviembre de 2001

Seguramente usted es de los miles de colombianos que alguna vez han soñado con la posibilidad de montar su propio negocio y ser el dueño de una gran empresa. Sin embargo, en más de una oportunidad también, ese deseo de ser su propio jefe se ha visto frustrado al encontrarse frente a una serie de preguntas que no sabe cómo resolver. La primera y más demoledora de todas es: ¿A quién acudir? Y de su correcta respuesta depende el 80 por ciento del éxito que pueda tener.

Está demostrado que la gran mayoría de personas acude a su mejor amigo para confiarle la idea que tienen de crear su propio negocio. Realmente prefieren no hacerlo con nadie más por “temor a que alguien se le copie la idea”. Grave error, pues si hay algo más importante que la elaboración del plan de negocio, la organización administrativa y contable, la viabilidad jurídica y la consecución de recursos, es que la persona tenga un aliado que le brinde el apalancamiento necesario para sacar el proyecto adelante.

Para poder convertir la idea de un negocio en realidad empresarial se requiere evaluar tres aspectos: el primero y quizá el más importante es tener un espíritu empresarial (ver recuadro). El segundo es la viabilidad comercial y financiera del proyecto. Y el tercero es la organización y puesta en marcha del mismo.

El espíritu empresarial implica tener la capacidad de coger los sueños y traerlos a un plano material a través de una constancia y tenacidad para superar cada uno de los obstáculos que se presenten. También implica tener la posibilidad de asumir riesgos, así como una gran habilidad para conseguir resultados a través de otros… Al fin y al cabo una empresa es un equipo de trabajo y se requiere habilidad no sólo para producir resultados por sí mismo sino para motivar y liderar a un grupo de personas.

La viabilidad comercial se enfrenta a un gran dilema: por muy buena que sea la idea es más importante saber si hay gente que esté dispuesta a pagar por ella cuando se le presente en forma de producto o de servicio. Si hay ventas hay negocio. Si no, hay quiebra.

Las grandes empresas tienen este problema resuelto cuando contratan una investigación de mercadeo. Pero una persona que no tiene mayores recursos puede suplir esta carencia con un poco de sentido común. Los expertos en este caso aconsejan “pensar metiéndose en los zapatos del cliente”, respondiendo esta pregunta: ¿si usted fuera el cliente pagaría por eso?

Otro tema que hay que plantear es que muy posiblemente ‘su gran idea’ ya se le ha ocurrido a alguien más e incluso exista un negocio semejante: una boutique, una empresa de confecciones, de alimentos, artesanías, etc. Entonces ¿qué hacer? ¿Por qué la gente le compraría a usted cuando hay otros competidores? La respuesta la da otra pregunta: ¿Qué hace que mi producto sea diferente y mejor frente al de la competencia? Aunque la gente tiende a pensar que es necesario contar con expertos en mercadeo para diseñar una estrategia de comercialización, nuevamente hay conocimientos sencillos que un emprendedor puede aplicar: comience por identificar a sus ‘mejores’ clientes haciendo un perfil de ellos a partir de características que den cuenta de sus hábitos de consumo: qué compra, dónde lo hace, cada cuánto, por qué lo compra… en fin, todo lo que le permita descubrir qué es lo que lo motiva al momento de comprar. Una vez identifique a sus mejores clientes la tarea siguiente es buscar clientes semejantes.

Ahora bien, en la génesis de muchas empresas es común encontrar que la mayoría de emprendedores del mundo tienen la idea pero no la plata. Y mientras el emprendedor se preocupa más por buscar autofinanciación sus ojos, en opinión de los expertos, deberían estar puestos en la búsqueda de inversionistas ya que, como regla de oro, debe saber que las empresas no pueden nacer endeudadas. Además las múltiples líneas de financiación se orientan a las empresas que ya existen. En este punto el futuro empresario cuenta con el valioso apoyo que le ofrecen las Cámaras de Comercio en todo el país y las llamadas “incubadoras” de empresas, que ayudan a concretar los planes del negocio al tiempo que buscan los posibles socios interesados en invertir.

La Cámara de Comercio de Bogotá, por ejemplo, tiene un ciclo de formación para creadores de empresas que brinda una asesoría frente a la decisión de ser empresario; una planeación adecuada para comenzar el negocio y un acompañamiento en la primera etapa de la nueva compañía. Las incubadoras, por su parte, se concentran en la preparación de los planes de negocio, en la consecución de inversionistas y en el apoyo a través de infraestructura —oficinas, mensajeros, servicio de telefonía y fax, etc.— para que el nuevo empresario comience labores. Las estadísticas dan cuenta de que mientras una compañía incubada tiene una probabilidad de éxito del 80 por ciento, para una que no ha recibido este apoyo el porcentaje de sobrevivencia es del 25 por ciento durante los dos primeros años.

Aunque es el empresario el único responsable de sacar su negocio adelante estas entidades tienen éxito en su labor. No en vano de cada 100 emprendedores potenciales un promedio de 38 convierten su sueño en realidad.