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En 1922, en Roma, Mussolini encabezó una violenta marcha para impresionar al rey, que le permitió formar un gobierno de coalición. Convertido en un dictador despiadado. años después se aliaría con Hitler. | Foto: afp

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El peligroso regreso del ‘Duce’

El éxito arrollador de ‘M. Il figlio del secolo’, una novela histórica sobre los inicios de Benito Mussolini y el nacimiento del fascismo, ha generado un enorme debate sobre si un relato neutro del personaje sirve de advertencia o de glorificación.

15 de diciembre de 2018

“En la imaginación de los italianos, Mussolini sigue siendo una especie de tótem. Una figura de gran carisma, una especie de padre nacional perverso que hemos reprimido. Este libro lo ha liberado de esa represión”, asegura Antonio Scurati, autor del best seller italiano M. Il figlio del secolo. No hay que ir muy lejos para entender por qué una revisión del legado de Mussolini entre 1919 y 1925, cuando creó el movimiento fascista y lo llevó al poder, resulta tan atractiva como peligrosa en la actualidad. Solo basta repasar los hechos.

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En 1919, un año de posguerra humillante para Italia, Benito Mussolini y 200 hombres más fundaron el movimiento fascista para poner en orden la casa, hacer a Italia grande otra vez y repeler la amenaza comunista que había triunfado en Rusia. Tres años después, los fascistas ya contaban con cientos de miles de adeptos y habían impuesto un método de intimidación y de violencia ensañado especialmente contra los socialistas. Todo mientras un gobierno débil miraba para otro lado y el ejército simpatizaba desde la inacción. Increíblemente, ese método se tradujo en votos. El fascismo alcanzó 38 escaños tras las elecciones parlamentarias.

Muchos lo recuerdan como un títere de Hitler. Pero olvidan que Mussolini le mostró al Führer un camino atroz

Pero nunca pensó en acceder al poder para usarlo democráticamente. Por eso, en octubre de 1922, días después de arengar a miles de napolitanos enardecidos, Mussolini mostró su músculo. Entró marchando a Roma apoyado por su turba amenazante vestida de camisas negras, la marca visual del movimiento. La masiva y violenta manifestación dejó una estela de muerte. Y el plan surtió efecto, el padre del fascismo obligó así al rey Víctor Manuel a designarlo a la cabeza de un gobierno de coalición. En esa caótica coyuntura Mussolini vio la oportunidad para imponerse, la aprovechó y en cuestión de un año controlaba el poder y expedía leyes por decreto. Para varios comentaristas europeos el fascismo resultaba difícil de clasificar, impensable, y a la vez, una realidad amenazante. Mussolini, Il Duce, se impuso a punta de abusos y golpizas. Y no ocultó sus dientes una vez asumió el control.

Menos demonizado que Hitler en Alemania, Mussolini es menos tabú que nunca. El actual ministro del Interior lo cita.

En 1924, alguien secuestró y asesinó brutalmente a golpes al diputado socialista Giacomo Matteotti, férreo crítico de Mussolini y de su partido. Resultaba evidente que los fascistas estaban detrás del crimen, y el hecho desencadenó una crisis que puso en entredicho el poder de Mussolini. Consciente del peligro que corría, Il Duce atacó. Desafiante, a nombre de su partido, asumió el asesinato en la Cámara de diputados y la retó a investigarlo. Desde ese entonces se convirtió en el despiadado dictador que reprimió al parlamento, a la prensa de oposición e instauró una Policía secreta.

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Renacimiento

Mucha gente reduce a Mussolini a su final en 1945: colgado cabeza abajo junto con su novia, Clara Petacci, en la plaza de Milán donde sus partidarios solían colgar opositores. El mundo suele verlo como un payaso de ego inflado que llevó a su país a una gran miseria, a un títere de Hitler. Pero esa visión reduccionista olvida la parte inicial de la historia, en la que Mussolini le mostró el camino a su admirador Adolf Hitler. Le demostró el poder del miedo y la coerción, e incluso la eficacia de detalles como lavarle el cerebro a los niños desde muy temprana edad.

Además, con el paso de los años y el cambio de las generaciones, Mussolini ha renacido en su país. En la Italia de hoy, 73 años después de su muerte, parejas van a casarse a su lugar de nacimiento y su tumba atrae a los lugareños. Y el dictador una vez más se ha instaurado en la conversación diaria por cuenta del libro de Scurati, escritor e investigador que se la jugó por contar la historia de manera neutral, como nunca antes.

M. Il figlio del secolo (M. El hijo del siglo) llegará al mundo entero en 2019, cuando sus ediciones en inglés y en español inunden el mercado y eventualmente adquirirá un estatus cultural mayor cuando los derechos de televisión, ya vendidos, se materialicen en una serie. Según su autor, el libro no tiene “filtros políticos o ideológicos”, y deja la historia libre a la interpretación del lector. Desde que aterrizó en las librerías italianas, en septiembre, ha permanecido en el tope de la lista de los más vendidos.

Esto apenas comienza. El texto de 800 páginas repasa la vida del Duce de 1919 a 1925 (cuando mejor le salieron las cosas) y es la cuota inicial de una trilogía. Actualmente, en Italia, fuerzas populistas de ambos lados del espectro político ganan tracción y ostentan poder político. Sin reparo, el ministro del Interior Matteo Salvini, del partido Liga Norte, cita a Mussolini en su cuenta de Twitter. Por eso, algunos ven en el libro un auténtico peligro.

Esto y su enorme éxito han dado pie a un fuerte debate. “Si el fascismo era malo, si llevó el mal a Italia, esto debería desprenderse naturalmente de la narración”, asegura Scurati, que se declara antifascista y defiende su trabajo. Pero los extremistas de la actualidad rescatan en Mussolini esa especie de figura paterna que perdió la vida por devolverle a Italia su grandeza histórica. El panorama político y social actual, que fomenta el miedo y la división, es quizá demasiado peligroso como para revivir discursos como el de Mussolini.

Venden el libro como una novela ‘que no inventa nada’. Usa fragmentos de telegramas, artículos de prensa y cartas para revelar, entre muchos episodios; cómo lidió la enfermedad de su hijo y la manera en que asumió el asesinato del opositor Giacomo Matteotti.

Como anota Emma Johanningsmeier en The New York Times, la editorial presenta el libro como una novela verídica que borra fronteras con el ensayo histórico. En capítulos cortos y muy detallados usa fragmentos de telegramas, artículos de prensa, cartas e informes policiales para revelar aspectos políticos del líder y también angustias personales como la enfermedad de su hijo. Un narrador omnisciente hilvana la acción, centrada en Mussolini y sus colaboradores. “Las citas directas del libro provienen de fuentes históricas, y Scurati dice que los pensamientos internos de los personajes que ha novelado también se basan en estas fuentes. Ha pasado años leyendo sobre Mussolini para escribir ‘M’ , una novela en la que nada es inventado”, dice.

La reportera cita a Jonathan Burnham, presidente de la editorial HarperCollins, que la considera “una lectura absorbente para cualquier persona interesada en la historia del siglo XX” y “una investigación oportuna sobre cómo el fascismo puede tomar arraigo en una sociedad”. Burnham es una voz educada y analítica, pero con un interés comercial. El NYT también recoge la voz de Ruth Ben Ghiat, académica experta en el fenómeno fascista, quien denuncia el texto como un síntoma de la rehabilitación de Mussolini. “La historia del fascismo es una historia de dictadura, de adoración al líder. Este libro es parte del fenómeno que está resucitando el culto al líder”.

En 2018, dos nietas del Duce se expresaron sobre el gobierno actual de Matteo Salvini. Una, Rachele, lo rechaza profundamente. La otra, Alessandra, diputada del parlamento europeo, se le acerca. Italia, como las nietas del Duce, hoy se divide entre quienes temen que un ciclo se repita, y quienes añoran con toda el alma que eso suceda.