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"MI NOMBRE ES BOND"

El nuevo agente 007, Pierce Brosnan, tiene la difícil misión de conquistar audiencia entre la generación de los 90.

11 de diciembre de 1995

CUALQUIERA pensaría que con el final de la guerra fría James Bond, como todos los espías de esa época, había quedado cesante. Pero no es así. Seis años después de su última aventura, la Metro Goldwyn Meyer está dispuesta a revivir la época de oros del agente 007. Tanto los productores como los patrocinadores invertirán en la promoción de Goldeneye, la nueva película del famoso espía británico que esta semana se estrena en Estados Unidos y en diciembre estará en América Latina, cerca de 55 millones de dólares, la misma suma que costó su produnción.
Si bien la mitad de la población mundial ha visto una película de James Bond -eso porque todavía no se exhiben en China- y las 16 producciones anteriores han generado más de 2.000 millones de dólares en ganancias, no será sencillo revivir a un héroe que desde la caída del muro de Berlín se quedó sin enemigos. Quien está en los zapatos del nuevo agente 007 es el actor irlandés Pierce Brosnan, que no sólo tendrá que enfrentarse a astutos criminales sino a los modernos héroes del cine para arrebatarles los admiradores del James Bond de los 90.
Esta puede ser la misión más difícil para el agente 007. Las nuevas generaciones ven a James Bond como un dinosaurio del cine. El agente secreto más famoso del mundo es un perfecto desconocido para muchos adolescentes de hoy. O al menos es un personaje de otra era, no de la de la Guerra de las galaxias ni siquiera de la de Indiana Jones, Batman o Robocop. Es algo así como lo que Sherlock Holmes fue para sus padres: un héroe sí, pero de otra época. Y es por eso que el nuevo James Bond ha cambiado de look y de libreto.
La primera vez que Pierce Brosnan vio a James Bond tenía 11 años, fue en Goldfinger, y según dice, "nunca podré olvidar a Sean Connery en el papel del elegante e insaciable conquistador de mujeres". Pero aunque Bond fue para las viejas generaciones un símbolo de virilidad, poco queda del seductor que dominaba a las mujeres con sólo mirarlas. En la era del sida, la promiscuidad sexual no es una buena política, ni siquiera para un agente secreto. Por ello las mujeres que hoy rodean al agente 007 no son seductoras y frívolas rubias sino personajes femeninos más acordes con la época. En esta oportunidad Bond tiene sólo un romance y con una mujer profesional e inteligente. Y la villana -la actriz holandesa Famke Janssen-, que mata a sus amantes asfixiándolos con sus muslos, es tanto o más astuta que él. Pero además ahora James Bond tiene una jefa -la actriz clásica Judi Dench, que sucedió a M, quien falleció- que lo castiga y lo llama "dinosaurio misógino".
Ese no es el único aspecto que ha cambiado en el personaje de Ian Fleming. El nuevo agente también ha renunciado a su look británico. Aunque conserva sus modales de gentleman, ahora es más europeo: tiene carro alemán, usa reloj suizo y viste trajes italianos. También ha tenido que modernizarse en cuestión de tecnología. Si bien las películas del espía británico han estado saturadas de artefactos inverosímiles, en la era de los efectos especiales y las armas cibernéticas sus estilógrafos que liberan gas tóxico o sus paraguas de punta envenenada podrían parecer juguetes de preescolar. Todo eso ha sido tenido en cuenta por el director neozelandés Martin Campbell, creador del James Bond de los 90. "Creo que sus actitudes son muy de esta época. No hay elementos frívolos", señala.
Al parecer lo único que le queda es su licencia para matar. Brosnan es el quinto James Bond de la serie que se inició en 1962 con Sean Connery, sin duda el más popular de los agentes 007. En una década el actor escocés realizó siete películas. Aunque después de la sexta desertó, poco después regresó para hacer, curiosamente, Nunca digas nunca jamás. Su sucesor fue George Lazenby, el más desconocido de los actores que han interpretado a Bond, quien sólo realizó Al servicio secreto de su majestad en 1969. Le siguió Roger Moore, conocido por su papel de El Santo. En 13 años filmó siete producciones pero, al igual que sucedió con Connery, a pesar del éxito se hizo viejo para el papel. El elegido fue entonces Timothy Dalton, quien sin embargo no logró la aprobación de los fanáticos bondianos y sólo realizó dos películas. Entonces vino la escogencia de Brosnan, que había logrado darse a conocer como Remington Steele y encontró en esta caracterización el papel de su vida.
Dicen que no hay quinto malo, y Brosnan parece responder a las expectativas de los seguidores de James Bond, pero su reto no es sencillo. Con Goldeneye, la MGM intenta cautivar la nostalgia de los viejos admiradores, pero es posible que ellos no lo reconozcan ahora que pasó de donjuán a monógamo. Además deberá conquistar a los adolescentes y el gran interrogante es si esa audiencia -criada con las espectaculares explosiones de Rambo, Schwarzenegger y Bruce Willis- se sentirá atraída por las aventuras de un espía que, aunque está preparado para actuar en el siglo XXI, lleva en la pantalla 34 años. Y los héroes modernos no viven tanto.-