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Ulbricht fue un excelente estudiante en la universidad, pero cambió de rumbo. Su iniciativa Silk Road tomó tanto vuelo que le costó una condena para muchos exagerada.

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El capo virtual

La condena a cadena perpetua contra Ross Ulbricht es un escarmiento para quienes desde las profundidades de la red se creen inmunes a la justicia.

6 de junio de 2015

“Lo que uested hizo en conexión con Silk Road fue terriblemente destructivo para nuestro tejido social”, afirmó la juez Katherine Forrest cuando condenó a Ross Ulbricht, de 31 años, a pasar el resto de sus días tras las rejas, sin posibilidad de libertad condicional. El creador de Silk Road, el ‘Amazon de las drogas’, imploró a la juez que le dejara vivir su vejez en libertad, pero recibió una condena más severa que la que pedían los fiscales. Ulbricht pagará por sus crímenes, pero también por los de quienes, desde el lado oscuro de internet, delinquen con casi total impunidad.

Internet es tan versátil que permite a la gente conectarse, compartir conocimientos y distribuir información… heroína, cocaína, pasaportes falsos o pornografía infantil. Aunque el internet masivo tiene mecanismos para rastrear fuentes, y las transacciones ilegales son arriesgadas, en la ‘web profunda’, o ‘undernet’, construida para el anonimato y accesible solo a través de un navegador especial (Tor), es casi imposible rastrear transacciones, así como la identidad de quienes las realizan. A menos que alguien cometa un error, lo que pasa en la ‘underweb’ se queda en la ‘underweb’.

En esas profundidades operó Silk Road (SR), la página que Ulbricht creó en 2011. El portal (cuyo nombre traduce: La ruta de la seda) se convirtió pronto en un lugar boyante en el que era sencillo transar toda clase de asuntos ilegales. Usaba como sistema de pagos la moneda virtual bitcoin, que también guarda discreción frente a quién paga y quién recibe. SR generó más de 1.200 millones de dólares en transacciones entre 2011 y 2013, cuando el FBI la cerró. Los investigadores estadounidenses aseguran que unas 100.000 transacciones tuvieron lugar entre delincuentes y clientes, que permitieron lavar millones de dólares.

En internet, Ulbricht se hacía llamar Dread Pirate Roberts, un personaje de una de sus películas favoritas. Llegó a San Francisco en 2012 tras graduarse de físico en la Universidad de Texas y de cursar una maestría en ingeniería en la Universidad de Penn State. En 2009 completó sus estudios pero sus intereses se alejaron de la física. En su perfil de Linkedin plasmó su nuevo destino: “Usaré la teoría económica para abolir el uso de la fuerza entre los seres humanos. Estoy creando una simulación económica para dar a las personas una experiencia de lo que sería vivir en un mundo sin el uso sistémico de la fuerza”. Con la bandera de la libre determinación, el nativo de Austin abrió un mercado por el cual se estima que recibió, como mínimo, 20 millones de dólares por comisiones y manejo de la página. Pero a pesar de su talento, Ulbricht cometió errores que llevaron a su captura en una biblioteca de San Francisco. Cuando lo detuvieron, su laptop reveló lo suficiente para montar un caso convincente.

La juez halló al texano culpable de tráfico de estupefacientes, lavado de dinero y ‘hackeo’, pero la severidad de la pena ha suscitado críticas. Ulbricht reconoció ser culpable, pero alegó haber actuado en función de defender la libertad de la web, uno de sus postulados fundamentales. Por eso, su abogado y varios comentaristas aseguran que la juez se extralimitó y se dejó llevar por argumentos emocionales. Por ejemplo, aceptó alegatos no comprobados según los cuales el acusado Ulbricht, en un acto digno de un capo de la mafia, contrató asesinos por internet para liquidar a quienes amenazaban revelar su operación. También cuestionan si era procedente que la juez aceptara los alegatos de los padres de varias personas que murieron de sobredosis con sustancias que compraron por medio de SR. Por eso, para muchos manifestantes que se hicieron sentir fuera de los juzgados, y para su madre, Ulbricht es un mártir de la libertad.

“El propósito de Silk Road era operar por fuera de la ley. En el mundo que con tiempo usted creó, la democracia no existía. Usted era el capitán del buque, el Dread Pirate Roberts”, dijo Katherine Forrest, y prosiguió, “el nacimiento y presencia de Silk Road dejaban entender que su creador estaba por encima de la ley de este país. Ese hecho es profundamente perturbador, terriblemente desviado y muy peligroso”. El tono contundente de la juez fue fiel a la condena que entregó. Pero en internet como en la vida real, cuando cae un capo, otros diez toman su lugar.