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Y volver, volver, volver...

Después de 56 años en el exilio los Saboya, la familia real de Italia, podrán regresar a su país luego de que fracasara la iniciativa de un referendo que intentaba negarles la entrada de por vida.

20 de octubre de 2002

Solamente 21.000 personas de los 57 millones y medio que viven en Italia se niegan a que Víctor Manuel de Saboya y los demás varones de la depuesta familia real regresen al país después de 56 años en el exilio. Ese patético resultado derrumbó la iniciativa de un grupo antimonarquista que intentaba reunir 500.000 firmas y convocar a un referendo con el fin de revocar la decisión que el Parlamento tomó en julio pasado y que permite el ingreso de los Saboya, siempre y cuando manifiesten fidelidad al sistema republicano.

De esta forma las autoridades italianas quieren dar cumplimiento al Tratado de Maastricht, el cual vela por la libre circulación de los ciudadanos de la Unión Europea y deroga una prohibición que, vista desde la óptica actual, supone una violación a los derechos humanos de los miembros de la familia real al impedirles el libre desplazamiento.

Aunque Marina Doria, la esposa de Víctor Manuel, ya le encargó 40 vestidos nuevos al modisto Gay Matiolo para su regreso oficial, previsto para los próximos días, la llegada no será triunfal. No recuperarán ninguna de sus antiguas propiedades y no serán tratados con deferencia por sus títulos nobiliarios. Serán la familia Saboya, a secas, y deberán comportarse como cualquier hijo de vecino.

La Constitución de 1948 les tenía vetada la entrada como castigo por las acciones del rey Víctor Manuel III, abuelo del actual heredero, quien fue colaborador de Benito Mussolini y promulgó las leyes racistas de 1938 que motivaron el exilio de 8.000 judíos italianos. Dos años antes el rey había abdicado en favor de su hijo Humberto II, quien no alcanzó a estar en el poder sino un mes pues el pueblo votó por la abolición de la monarquía y la adopción de la República.

Desde entonces los Saboya han vivido en el exilio y, aunque no tienen tratamiento especial, no se puede negar que Víctor Manuel, Marina Doria y su hijo Manuel Filiberto, un playboy de 30 años dedicado a la banca privada, han tenido una vida de reyes. Su residencia oficial está en Ginebra pero la familia cuenta con varias propiedades de recreo, como una bella mansión en la isla de Córcega, en donde de vez en cuando padre, madre e hijo posan para las revistas del corazón a la vez que enumeran los sinsabores del destierro.

A falta de una mesada por su linaje Víctor Manuel se ha ganado la vida en el mundo de los negocios y durante años sobrevivió gracias a la generosidad del sha de Irán, quien le pagaba por servir de intermediario en sus negocios petroleros. Como familia real europea que se respete el escándalo también ha estado presente en el historial de los Saboya. Hace varios años Víctor Manuel estuvo involucrado en un oscuro caso de homicidio cuando se le acusó de la muerte de un turista alemán en Córcega. Al parecer el príncipe le disparó a un hombre que estaba haciendo ruido cerca de la casa familiar. El caso, sin embargo, no pasó a mayores pues los abogados se encargaron de demostrar que el crimen había sido accidental.

Pese al levantamiento de la sanción es posible que los Saboyano vayan a radicarse en Italia. Lo más probable es que compren un apartamento en Roma y regresen a Suiza pues, como dice el propio Manuel Filiberto: "Ese es un país muy bien organizado".