Fotos: Cortesía Humedales Bogotá y Fundación Somos Uno

BOGOTA

La polémica en torno al “humedal” Tibaguya – Cortijo

Mientras opositores a la construcción de la PTAR Salitre aseguran que el cuerpo de agua es un humedal, la Secretaría de Ambiente de Bogotá y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca niegan que pueda ser reconocido como tal.

19 de abril de 2017

Desde 2014 los voceros de la Mesa Ciudadana Cortijo Tibaguya y la Fundación Colectivo Somos Uno se encuentran enfrascados en una polémica respecto a un cuerpo de agua ubicado en el noroccidente de Bogotá conocido como ‘Humedal Tibaguya – Cortijo’. Y es que mientras las autoridades niegan que este sea un humedal los representantes de las agremiaciones dicen que lo es, lo curioso del caso es que la pugna se da en medio de la ampliación de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Salitre que haría uso del terreno que abarca el espejo de agua.

La comunidad aledaña al espejo de agua asegura que la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá (SDA), el Instituto Humboldt y el Banco Mundial reconocieron en algún momento al terreno como un humedal porque alberga fauna y flora natural. Sin embargo, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) en comunicación con Semana Sostenible aseguró que esto es totalmente falso, “la Secretaría Distrital de Ambiente no ha declarado este cuerpo de agua como humedal, ni existe ninguna resolución que lo declare como tal”. En el mismo sentido, la CAR se enfatiza que “el Banco Mundial es un organismo internacional que pertenece a la banca multilateral y dentro de sus funciones no se encuentra la declaración de áreas protegidas, y por tanto esta fuera de sus competencias”.

Desde el punto de vista científico la Convención de Ramsar, que monitorea y vela por el estado de los humedales en el mundo, los define como extensiones cubiertas por agua estancada o corriente de orden natural o artificial que pueden ser temporales o permanentes. No obstante, hay que tener en cuenta criterios específicos para que cualquier acumulación de agua no sea tomada como un humedal. Según Ronald Ayazo, investigador del programa gestión territorial del Instituto Humboldt, “desde el punto de vista científico podría ser un humedal, pero hay que recordar que no tiene un origen natural pues se formó por un movimiento de tierra y su suelo está formado por basura”.

Otro de los argumentos que presentan aquellos que defienden la existencia del ‘Humedal Tibaguya – Cortijo’ es que allí se encuentra una gran variedad de biodiversidad. El director de la Mesa Ciudadana Cortijo Tibaguya, Giovanny López, asegura que “todo el sistema biodiverso del lugar es de vital importancia porque cuenta con 67 especies diferentes de animales”. Ante esto la CAR señala que en los estudios ejecutados por sus funcionarios “observaron 21 especies de aves, 3 especies de mamíferos, una de anfibios y una de reptiles; la mayoría especies generalistas de amplia distribución geográfica y altamente resistentes a vivir en ambientes contaminados”. Algo que coincide con lo expresado por el biólogo Ayazo quien manifiesta que “no hay especies amenazadas o en peligro de extinción, ni poblaciones que dependan de dicha zona”.

En cuanto a la contaminación en la zona, la CAR asegura que las condiciones derivadas por los residuos de basuras que tiene el lugar, que funcionó como relleno sanitario a cielo abierto entre 1979 y 1985, lo hacen perjudicial para el ecosistema e inadecuado para la preservación de vida. Asimismo, distintos estudios de la corporación concluyen que la calidad del agua no es óptima para ninguna clase de animal debido a la carga de metales pesados, residuos orgánicos e inorgánicos y el estancamiento de basuras que se encuentran bajo la superficie. Un funcionario de la CAR dice que “es como si inundáramos Doña Juana, crearíamos un lago inmenso pero debajo estarían las basuras, se crearían lixiviados (liquido producido por la descomposición de residuos sólidos) y la contaminación estaría latente”.

Y es que la contaminación es una realidad que no se puede desconocer, hasta uno de los investigadores de la Mesa Ciudadana Cortijo Tibaguya, Gutavo Ladino Pardo, reconoce que este cuerpo de agua tiene una carga desde el tiempo en que funcionó como relleno sanitario, pero asegura que “después de clausurado el botadero se produjo un fenómeno de resiliencia donde la naturaleza retomó los campos que anteriormente tenía y se acondicionó nuevamente”. Afirmación apoyada por Somos Uno que advierte que si bien el botadero estuvo en gran parte de la reserva, el cuerpo de agua no fue tan impactado por los residuos del relleno porque el agua con lixiviados era colectada mediante zanjas de drenaje construidas a lo largo de las vías primarias del botadero y vertidas en un pozo ubicado al sur del terreno, próximo al río Bogotá.

Así las cosas, la evidencia científica no respalda el reconocimiento como humedal del Tibaguya – Cortijo, una iniciativa impulsada por la mayoría de los habitantes de Engativá y Suba. Todo parece indicar que el pedido se da como un mecanismo para impedir la ampliación de la PTAR El Salitre, un proyecto que sigue estando en el ojo del huracán y que no cuenta con el visto bueno de la comunidad.

Pero a pesar de los argumentos encontrados, hay un punto en el que concuerdan ambos bandos y es que el cuerpo de agua debe intervenirse. Mientras el Colectivo Somos Uno reconoce que el ecosistema tiene algún grado de contaminación y es necesaria su recuperación y cuidado, la CAR considera importante sacar la basura que todavía alberga en su interior el mal llamado humedal que desaparecerá con la ampliación de la PTAR, pero que según la propia corporación autónoma se compensará creando un ecosistema similar artificial de 40 hectáreas en la zona.