El padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad. Foto: Pilar Mejía

La controversia

ATACAR LA ESPERANZA

Más que promesa, una certeza del panorama literario de la costa caribe. 
Reflexivo y reservado, en él se esconde la cotidianidad de lo ignoto.

30 de julio de 2020

La firma del Teatro Colón aquel 24 de noviembre de 2016 prometía un país distinto y posible. No han sido fáciles los días después de esa fecha, los ataques al proceso no esperaron siquiera a que secara la tinta sobre el papel del acuerdo. Ante los ojos de todos nació allí, también, la posibilidad de encontrar una palabra esquiva durante décadas de conflicto armado: Verdad. Así, con mayúsculas: nuestra verdad pendiente capaz de ayudarnos a sanar como nación. La Comisión de la Verdad (Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición) es uno de los más altos logros del acuerdo de paz. Una herramienta de verdadera reconciliación nacional que ha contado, además, con el arte como vehículo de expresión.

La pluralidad representada en la suma de los once comisionados que la componen, y la integridad y ética expresadas por ellos en sus actos públicos y privados les ha merecido la confianza de un país que recibe, a pesar de los duros golpes contra los firmantes del proceso y los líderes sociales, una luz de esperanza en la actuación y existencia de la Comisión de la Verdad. Los intentos por desacreditar a los comisionados y la solicitud de renuncia dirigida a su presidente, el padre Francisco de Roux, son gestos que ponen de relieve la importancia de rodear solidariamente a la Comisión, que cumple a cabalidad con su mandato. Ante todo esto cabrá siempre preguntarse: ¿quién le teme a la verdad?