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La transformación del Ejército, comandado por el general Alberto José Mejía, implica que unidades como la de Ingenieros Militares, entre otras, tendrán un papel mucho más activo y visible. | Foto: Ejercito Nacional

FUERZAS MILITARES

La misión continúa para las fuerzas armadas

La firma de la paz con las Farc implica grandes desafíos y retos para los militares y la Policía. ¿Qué viene para ellos?

27 de septiembre de 2016

La ceremonia fue sobria pero fundamental. Ocurrió en la mañana del 5 de septiembre en la plaza de Armas de la Casa de Nariño. Allí el presidente Juan Manuel Santos presentó oficialmente el Comando Conjunto de Monitoreo y Verificación (CCMOV), encargado de “conducir operaciones militares que apoyen la terminación del conflicto y la construcción de la paz”.

Acompañado de un grupo de policías e integrantes del Ejército con el camuflado caqui que usarán para esas misiones, el mandatario recordó que el Consejo de Seguridad de la ONU creó dicho comando y puso de presente que esa misión tiene un mecanismo tripartito para hacer ese monitoreo y verificación, compuesto por la ONU, el gobierno y las Farc.

Está integrado por 1.500 hombres y mujeres de las Fuerzas Militares bajo el comando del brigadier general del Ejército Carlos Rojas. Tendrá tres Fuerzas de Tarea Conjunta de Monitoreo y Verificación: una para la región norte, otra para el oriente y otra para el suroccidente.
En esa misma ceremonia también se activó la Unidad Policial para la Edificación de la Paz, que comandará el brigadier general Álvaro Pico y tendrá 2.500 hombres y mujeres. Entre sus tareas específicas están proteger tanto el mecanismo de monitoreo y verificación como la seguridad y la convivencia ciudadana y servir de Policía Judicial en las zonas y puntos veredales transitorios de verificación. “No requerimos cascos azules para esta operación; nuestros soldados y policías son un personal profesional y de lujo para cumplir estas tareas de la construcción y preservación de la paz, y esto les da una gran, gran tranquilidad a los colombianos”, afirmó Santos.

Esa ceremonia fue particularmente importante porque presentó el papel que desempeñarán los militares y los policías tras la firma de la paz con las Farc. Si bien ese comando tiene unas funciones específicas que se desarrollarán durante los próximos meses, la realidad es que se trata de una ventana que permite ver el inmenso cambio que tendrán esas instituciones y sus integrantes en los próximos años.

El Ejército del futuro

Durante más de 50 años las Farc fueron el enemigo natural para el Ejército y la razón de su crecimiento constante hasta alcanzar los 240.000 hombres actuales. Si bien hay otras amenazas, desde 2012 esa fuerza, en cabeza de su actual comandante, el general Alberto Mejía, empezó a planear un escenario sin la amenaza de esa guerrilla, en lo que denominan el Ejército del futuro. Se trata de uno de los planes más ambiciosos y de más profundas reformas en casi 200 años de existencia de la institución.

“Se trata de una transformación integral cuyo eje es potenciar nuestro recurso humano. El Ejército Nacional quiere convertirse en un organismo de hombres y mujeres especialistas que desplieguen todo su potencial para apoyar el progreso nacional. Una fuerza profesional multimisión que emplea de forma racional sus capacidades y sus recursos”, explica el general Mejía. “Una fuerza exitosa en el escenario de operaciones, pero a la vez más abierta a la sociedad; una fuerza íntegra y eficaz, tanto en su actuar individual como en las acciones mancomunadas que desarrolle junto con las otras Fuerzas Militares, la Policía Nacional, los organismos gubernamentales y la sociedad en general”, afirma.

“Se van a presentar cambios en la organización. Por ejemplo, una brigada móvil podrá convertirse en una brigada combinada, un batallón de contraguerrilla podrá ser un batallón de operaciones especiales urbanas. Habrá un proceso de reingeniería que ya está en marcha para atender nuevas realidades.”, dice Mejía. “La capacidad de combate del Ejército sigue intacta, el 95 por ciento se dedica a combatir. Pero hay nuevos portafolios de desarrollo social y económico para garantizar el progreso del país, estos son muy importantes y solo nosotros podemos llegar a esas áreas alejadas para implementarlos”, afirma el general.

Mejía y sus hombres llaman a esos cambios, que empezaron a gestarse antes del inicio de los diálogos de paz con las Farc, el Ejército multimisión. Esa metamorfosis ya está en marcha y ha implicado un cambio de mentalidad en los militares, que lo aceptan cada vez más. “Hemos puesto en práctica y han sido útiles ahora las habilidades que adquirí en combate, como descenso en soga o paracaidismo”, afirmó el teniente coronel Jhon Hernández. Este oficial se graduó de subteniente en 1990 y durante años recorrió el país en varias unidades contraguerrilla. Hoy comanda el Batallón de Atención y Prevención de Desastres. Habla de lo que hace actualmente con igual o incluso mayor orgullo que de sus días en el conflicto. “Cada día este Ejército está mejor capacitado en nuevas líneas de acción. Con los 600 hombres que comando, solo este año, a raíz de la ola de incendios hicimos más de 13 intervenciones en todo el país, controlamos conflagraciones y ayudamos a casi 2 millones de personas”, afirma este oficial que espera realizar una maestría en gestión de riesgos. Este es uno de los varios batallones de ese estilo proyectados.

“Podemos llegar a donde nadie llega y hacer lo que nadie hace. Por eso abrimos pozos de agua en La Guajira o construimos obras en zonas de guerrilla o bacrim. En 24 horas, 36 de mis hombres pueden hacer un puente de 60 metros de largo. En seis meses de 2016 tendimos 15. Hoy estamos construyendo carreteras y pueblos con los indígenas, que ahora comparten todo con los soldados y antes ni nos hablaban”, dice el teniente coronel Luis Hernández, quien estuvo en la convulsionada Arauca y ahora dirige el Batallón de Operaciones Especiales de Ingenieros Militares.

La entrada a operar de varios batallones de desminado, ingenieros, logística, así como el envío en los próximos años de 5.000 hombres a misiones de paz y asesoría en países del exterior son algunos de los roles que cumplirán los militares en el futuro cercano. Ese cambio de chip no implica que los militares dejen a un lado su misión primordial de combatir otras amenazas. “La dinámica operacional no se detiene. Nuestras unidades militares diariamente reportan importantes resultados para bien del país y la tranquilidad de los ciudadanos. Por ejemplo, en los tres primeros meses del año neutralizamos cerca de 3.500 integrantes de las organizaciones ilegales, incautamos 70 toneladas de sustancias ilícitas, desactivamos cada día 56 artefactos explosivos y decomisamos 9 toneladas de insumos para explosivos”, concluye Mejía.

El reto de la Policía

Como consecuencia de la guerra con las Farc la Policía Nacional se vio obligada a enfrentar la amenaza de esa organización. Por años esto obligó a esa fuerza a desdibujar su misión institucional civil al tener que destinar hombres y recursos para combatir la subversión en las ciudades y en las zonas rurales. Esto hizo a la Policía bastante atípica a nivel internacional. Con la firma de la paz, eso empieza a cambiar.
“Para enfrentar los retos del posacuerdo y del posconflicto, la institución creó el Modelo Nacional de Policía para el Posconflicto, acorde con su Plan Estratégico Institucional, que tiene como objetivo fundamental construir comunidades seguras y en paz”, dice el general Jorge Nieto, director de la Policía. El modelo busca trascender de la seguridad al de la convivencia. En el caso de ciudades y pueblos se vigorizará el Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, que a partir del próximo 30 de enero contará con la nueva herramienta preventiva del Código Nacional de Policía y Convivencia.

“En las ciudades se busca mayor integración con la comunidad y firmar un pacto por la vida para construir urbes más inteligentes y seguras, al atacar en especial fenómenos como el homicidio, el tráfico de estupefacientes, la extorsión y el hurto”, explica el oficial.
Para hacer lo propio en el campo colombiano se fortalecerá el Sistema de Seguridad Rural (Siser), cuyo plan estratégico prioriza acciones en 100 municipios.

Como el modelo de Policía para el posconflicto parte de la premisa de que la paz debe ir de la mano con la seguridad de los territorios, uno de los retos principales es ocupar los espacios que dejen las Farc, precisamente para que no los aprovechen otros actores del crimen organizado. Hoy en día, la Policía Nacional comprende integralmente las manifestaciones del crimen organizado, para así atacarlo de manera estructural, desde las particularidades locales y regionales. “Para lograr este objetivo en las zonas rurales, la institución tiene como punta de lanza la Dirección de Carabineros y Seguridad Rural, que ya cuenta con más de 9.300 efectivos”, dijo el general Nieto.

El fortalecimiento de la Policía Judicial y de la capacidad investigativa enfocada a combatir los delitos que más afectan a los ciudadanos será uno de los grandes retos de la Policía. Otro será seguir luchando por erradicar la corrupción interna para recuperar la confianza de los ciudadanos. Con 180.000 integrantes, después del Ejército esa institución tiene el mayor número de efectivos en la fuerza pública. Al igual que los militares, para los policías la firma de la paz es la oportunidad y el momento que han esperado para desempeñar mejor la misión que deben cumplir.