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Foto de la manifestación: Eduardo Verdugo/AP.

Cultura Reconcilia

El libro que reconstruye la masacre de Ayotzinapa

Sergio González Rodríguez acaba de publicar un reportaje, que además es crónica y ensayo, sobre los estudiantes masacrados hace un año en Iguala, estado de Guerrero, sur de México. Una investigación que habla de la historia de ese país y las condiciones que permitieron que esto ocurriera.

César Leonardo Rojas
20 de octubre de 2015

El libro se publica en el primer aniversario de la tragedia. Aunque el periodista mexicano Sergio González Rodríguez, autor de Los 43 de Iguala, no usaría esa palabra. Para él lo ocurrido con los estudiantes de la Escuela Normal Superior de Ayotzinapa tiene nombre propio: es “crueldad extrema”, “el retrato fiel del mundo que viene”, “la normalidad atroz en medio de la política formal”. Sergio González no usaría la palabra tragedia porque refleja “la banalidad de las telecomunicaciones y el tono neutro del discurso público”.

Sobre reconciliación: Una entrevista con el nieto de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Los 43 de Iguala. México: verdad y reto de los estudiantes desaparecidos es una crónica, es un reportaje, pero también es el ensayo argumentativo de un periodista que se resiste a entender lo sucedido en el Estado de Guerrero al sur de México dentro del matiz de lo blanco o lo negro. Si bien la obra es breve en extensión –tiene apenas 163 páginas–, cuenta con ricos elementos investigativos que reconstruyen la noche del 26 de septiembre de 2014.

Lea también la entrevista con el curador que cree en el arte como una forma de reconciliación.

Y precisamente para aproximarse a los hechos, González se sirve de los elementos propios del reportaje de largo aliento. El libro parte del caso de los estudiantes, pero se sale de lo particular para empezar a explorar elementos cada vez más grandes.

Así expone las circunstancias de violencia, el tráfico de migrantes, las condiciones del narcotráfico y el conflicto entre bandas criminales en el estado de Guerrero. Complementa esta información con las particularidades del gobierno de Enrique Peña Nieto y relaciona este contexto con la política exterior mexicana.

Y sin embargo, el reportaje no es solo una colección de datos, testimonios y cifras. El autor también se toma el trabajo de explicar que Ayotzinapa “en náhuatl quiere decir «río de calabacitas» o de «tortuguitas»”, o que en las paredes de la Escuela Normal Superior hay murales del Che Guevara y otros revolucionarios.

En definitiva, Los 43 de Iguala es una visión estructural, de alguna forma sistémica pero, sobre todo, humana de un episodio que marcó la historia de ese país. González huye al reporte formal porque la suya es una mirada íntima de alguien que ha cubierto las noticias de esa región por más de 20 años.

Por eso González narra en primera persona y hace referencias a la cultura popular mexicana o a la vida cotidiana de los estudiantes de la Escuela Normal Superior de Ayotzinapa y sus familias. Para abarcar todo el asunto, González no escatima en recursos. Hay citas de Octavio Paz, de los padres de las víctimas, de Norberto Bobbio y hasta de René, el vocalista de Calle 13.

Sobra decir que hace falta mucho por decir. Los padres de estos estudiantes no se resignan a aceptar que sus hijos están muertos y el gobierno mexicano todavía les debe muchas explicaciones a sus ciudadanos. El que este ejemplar llegue hasta las librerías de Colombia y otros países de la región es un reflejo de lo que expone González en las primeras páginas de Los 43 de Iguala:

“Esta historia sucede ahora en otras partes del mundo de modo semejante y nos resistimos a verlo. Si alguien lo niega o lo duda, le reto a que lea completo este libro”.