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ANDALUCIA SOCIALISTA

Aguda polarrización entre el PSOE y Fraga

28 de junio de 1982

Un verdadero terremoto político. Así calificó el "Diario Granada" la impresionante victoria alcanzada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones del 23 de mayo en las que, cerca de 3 millones de andaluces eligieron los 109 diputados del Cuarto Parlamento Autónomo Español.
Con 52% de votos --19% más que en 1979-- y 66 diputados, el partido de Felipe González obtuvo, por primera vez, la mayoría absoluta en unas elecciones en ese país. La participación electoral --66%-- también se convirtió en el porcentaje más elevado en los comicios similares celebrados en el país Vasco y Cataluña (el 9 y 20 de marzo de 1980 respectivamente) y en Galicia el 20 de octubre del año pasado.
Sorprendidos, los dirigentes del PSOE no han dejado de insistir sobre el "carácter local de la elección" mientras que el capitán general de la región, Manuel Saavedra Palmeyro, hacía un llamamiento al ejército para -"acatar con disciplina los resultados de esas elecciones, pues, --agregó- vivimos en una democracia"
Esta moderación se explica por las implicaciones directas de las elecciones andaluzas a nivel nacional. En efecto la pérdida de 500.000 votantes (-14%) por parte de la coalición gubernamental --UCD--que se adjunta a la derrota en Galicia en octubre pasado, crea serias dificultades al jefe de gobierno Calvo Sotelo. Los resultados andaluces son interpretados unánimemente como una clara desaprobación de la política seguida por su gobierno desde la caída a principios de 1981, de Adolfo Suárez.
Los centristas estarían pagando, según los análisis del periódico madrileño "El País", su estrategia de derechización, lo que ha radicalizado a los sectores liberales hasta llevarlos a votar por los socialistas y ha defraudado a los conservadores y gremios patronales que han preferido acercarse al partido "Alianza Popular" dirigido por el exministro franquista Fraga Iribarne. El avance espectacular que ha conocido este partido (13% en menos de un año) sería la mejor prueba del desplazamiento de votos en ese sentido.
Los comunistas también han sufrido una importante derrota. Tras un año de crisis y desgajamientos internos, obtuvieron solo un 8.6% (8 puestos en el parlamento andaluz) frente a un 13.6% en la región en los comicios generales de 1979.
En esas circunstancias, y sin extrapolar los resultados de las elecciones en Andalucía, la derrota de Calvo Sotelo podría resultar doble. Una parte de su partido considera ya como "lógico y normal" que el jefe de gobierno abandone la dirección del partido, lo que facilitaría el retorno de Adolfo Suárez y permitiría escapar a la UCD de una posible escisión.
El jefe de gobierno debería aceptar, por otra parte, el pacto propuesto con insistencia por el líder conservador Fraga Iribarne. Pío Cabanillas, ministro de justicia, parece representar al ala más favorable en ese tipo de alianza.
El mundial de fútbol, las vacaciones de verano y el proceso de los militares "golpistas" del 23 de febrero, parecen ser factores capaces de impedir una crisis abierta de gobierno. Leopoldo Calvo Sotelo podría verse forzado dentro de algunos meses, a llevar a cabo un reajuste gubernamental o a convocar nuevas elecciones generales.
El gobierno de Andalucía serviría en todo caso, de trampolín y de prueba para los socialistas.

MALVINAS: ¿ QUE HAY DETRAS DE LA CRISIS ?
Afortunado resultó para la primera ministra británica Margaret Thatcher el hecho de que, en medio del conflicto de las Malvinas, se cruzara una justa electoral, que, en Inglaterra y Escocia, le dio a su propio partido, el conservador, una significativa ganancia de 12 escaños parlamentarios a nivel municipal, al tiempo que los laboristas perdían 42 asientos. Este fue un oportuno gesto con el cual importantes sectores flotantes de la opinión pública inglesa le manifestaban su apoyo a la Thatcher en el plano de la conducción de la política exterior.
A la primera ministra la sorprendió la ocupación de las islas Malvinas en momentos en que ella se esforzaba por recomponer el sombrío cuadro de las situación económica inglesa y las relaciones de su gobierno con la oposición interna. De cierto modo, la acción de fuerza del gobierno argentino ha producido entre los ingleses un efecto diversionista de la intranquilidad social provocada por una situación inflacionaria de más del 12%, por el acoso del separatista movimiento irlandés, y los violentos choques entre la policía y millares de jóvenes de color, hijos de inmigrantes que protestan contra la discriminación racial y la falta de trabajo. De "bluff y fraude" había calificado el Partido Laborista al proyecto de presupuesto de la señora Thatcher, el cual solamente contempla 100.000 empleos más para 3 millones de desocupados existentes. No era en modo alguno mejor la situación del otro pais en conflicto, Argentina, en el momento del desencadenamiento de las hostilidades.
Se sabe que desde 1976, cuando los militares derribaron a Isabel viuda de Perón e instauraron la dictadura, las libertades y derechos democráticos han sido borrados de la vida normal.
Informes publicados por instituciones como Amnesty International fijan en 4.000 el número de los presos políticos existentes hoy en Argentina, y en 15.000 los ciudadanos desaparecidos.
Por otra parte, la economía argentina se halla al borde del colapso. Baste saber que la deuda pública llega a los 34.000 millones de dólares, de los cuales 20.000 millones corresponden a empréstitos extranjeros. Los desorbitados indices de inflación van de 1919% en 1976 al 130% en 1981. El dólar que en el mes de mayo del año pasado se cotizaba a 4.000 pesos argentinos, en diciembre costaba ya 11.000 pesos.
Ante la dificil situación financiera, el gobierno decidió congelar los salarios y pensiones, medida que desató el resurgimiento de la oposición al régimen por parte de varios partidos políticos, sindicatos, agricultores y otros trabajadores que demandan el regreso a la doctrina peronista de una economía cerrada y de intervencionismo estatal.
Fue por todo eso por lo que el pasado 30 de marzo, la poderosa central obrera CGT decidió sacar sus huestes en manifestación de protesta, la que el general Galtieri mandó reprimir sin contemplaciones.
Terminaba así sangrientamente el período de casi dieciocho meses de intentos de liberalización del régimen militar, iniciado con el retiro del general Videla del gobierno.
En cuanto a Estados Unidos, es sin duda la nación que ha debido pagar el precio más alto por su papel de mediadora. Mucho antes del acto de ocupación de las Malvinas, al desmontar la campaña por los derechos humanos de su antecesor Jimmy Carter, tan odiada por el general Videla, Ronald Reagan había logrado ganarse de tal modo la simpatía del gobierno argentino, que inclusive contaba con su apoyo para la conformación de una "fuerza interamericana" contra Nicaragua y la insurgencia guerrillera en El Salvador.
Por otra parte, Reagan miraba a Inglaterra, del otro lado del Atlántico, como el más seguro baluarte contra cualquier pretensión del expansionismo soviético sobre Europa Occidental. Parecia imposible que la inicial neutralidad de Estados Unidos se tornara de pronto, cuando todavia quedaban muchos cartuchos por quemar, en una virulenta y excesiva toma de partido en favor de Inglaterra. Pero fue así como ocurrió, como finalmente lo impuso la dialéctica de la necesidad política norteamericana.
Enrique Posada