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Vuelve la celebración del carnaval a Río
Un Participante de la escuela de samba Unidos de Vila Isabel actúa durante la segunda noche del desfile de Carnaval en el Sambódromo de Río de Janeiro, Brasil, el 23 de abril de 2022. Foto REUTERS/Pilar Olivares | Foto: REUTERS

Brasil

Carnaval de Río de Janeiro, una plataforma para expresar “preocupaciones sociales”

Varias de las escuelas ganadoras eligieron como temática problemáticas sociales a las que se enfrenta el país, que se encuentra en medio de un nuevo ciclo electoral

26 de abril de 2022

La escuela de samba Grande Rio se coronó este martes campeona del Carnaval de Río de Janeiro gracias a su desfile contra la intolerancia religiosa, en una edición que marcó el tan esperado regreso al Sambódromo tras el parón de la pandemia.

Grande Rio obtuvo el primer título de su historia desmitificando a la divinidad de origen africana Exú, figura que suele enfrentar prejuicios de algunos grupos cristianos que la asocian con el diablo.

Con imponentes carros alegóricos, coreografías y trajes elaborados durante meses, la ‘escola’ abordó las diferentes facetas de Exú, “orixá” (divinidad afro-brasileña) de las encrucijadas y del movimiento, responsable por la comunicación entre humanos y dioses en religiones como el candomblé y la umbanda.

El desfile fue pensado “en defensa de aquello en lo que creemos, contra el racismo religioso y el proceso histórico que demonizó Exú, para cantarle a la vida”, dijo el director artístico de Grande Rio, Leandro Bora, después del triunfo.

Tras ver sus desfiles suspendidos en 2021 y postergados dos meses este año debido a la pandemia, las doce escolas principales volvieron con todo su esplendor y agitaron el Sambódromo durante dos noches el pasado fin de semana ante una platea de 70.000 personas.

A diferencia de otras agrupaciones tradicionales como Mangueira y Portela, fundadas en la década de 1920, Grande Rio surgió en 1988 y nunca había conquistado el primer puesto del concurso.

Entre las mejores seis academias de este año, que volverán a presentarse el próximo sábado en el “Desfile de las Campeonas”, casi todas se levantaron contra el racismo y la intolerancia religiosa, banderas que han cobrado una mayor relevancia durante el gobierno del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.

La tradicional Beija-Flor obtuvo el segundo lugar exaltando a filósofos y pensadores negros con su espectáculo “Ennegrecer el pensamiento”; Vila Isabel, cuarta, homenajeó al sambista Martinho da Vila; Portela, quinta colocada, habló sobre la ancestralidad africana y su influencia en la cultura brasileña; Salgueiro, en sexto lugar, se inspiró en las protestas antirracistas ocurridas tras la muerte del estadounidense George Floyd y el movimiento Black Lives Matter.

Viradouro, tercera, recordó el Carnaval de 1919, cuando los cariocas se volcaron masivamente a las calles para celebrar el fin de la llamada gripe española, trazando un paralelismo con la pandemia actual, que provocó más de 660.000 muertes en Brasil.

Cierre del Carnaval

El Carnaval de Río derrochó durante dos noches de jolgorio la energía y el desparpajo contenidos durante la pandemia y apuntó hacia los comicios de octubre, cuando la polarizada sociedad brasileña debe decidir si reelige a Jair Bolsonaro.

Todavía con la resaca de la víspera, las escolas de samba arrastraron a unas 70.000 personas a un viaje hipnótico en el icónico Sambódromo, con un despliegue de fantasía y cuerpos contoneándose al son de los tamboriles que repicaban con ahínco sacudiéndose la saudade por la covid.

Los desfiles, seguidos en directo en todo el país, devolvieron a Río de Janeiro el estatuto de capital mundial de la fiesta popular y los cariocas demostraron que su alegría de vivir prevaleció, pese a la pérdida de más de 660.000 compatriotas en la pandemia y la crisis económica que siguió.

“El brasileño es optimista”, “piensa que al final todo va a salir bien”, resumió Nivana Chagais, una funcionaria de 56 años, que en la noche del sábado desfiló para dos de las 12 escolas que aspiran a coronarse en 2022.

“Prejuicios”

Pasarela de cuerpos esculturales y coreografías prodigiosas, el Sambódromo también es una tribuna política que refleja especialmente las preocupaciones sociales y de las clases populares, en cuyo seno nacieron las escolas de samba.

La destrucción de la Amazonia, la vulnerabilidad de las tierras indígenas y el racismo, problemáticas que han marcado especialmente el gobierno del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, entraron en el guion.

“Es un buen momento (...) para saludar a los líderes negros porque vivimos un período complicado, con muchos prejuicios”, dijo Felipe Cordeiro, un peluquero de 32 años que participó en el desfile-homenaje a personalidades como Nelson Mandela y Barack Obama para la escola Paraíso do Tuiuti.

*Con información de la AFP.