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CON LOS VOTOS CONTADOS

Noriega se juega, con la candidatura de Carlos Duque, la solidez de su poder

29 de mayo de 1989

Un observador colombiano lo dijo acertadamente: las elecciones panameñas del próximo 7 de mayo parecen dominadas por varios fantasmas. Por un lado, el del general Omar Torrijos, el gestor del proyecto político que rige nominalmente al pais, a mas de siete años de su muerte. Por el otro, el de Arnulfo Arias, el populista legendario que simboliza aun hoy dia la lucha antimilitarista panameña. Y en medio de ellos, el fantasma de Hugo Spadafora, el activista cuyo asesinato en 1984 a manos de miembros de las fuerzas de defensa, desencadeno la desestabilización del país.

La historia de la intervención militar en Panama, se remonta a 1968, cuando Arnulfo Arias fue derrocado por el geneal Omar Torrijos, solo 11 días despues de haber asumido el poder. Torrijos abrazó entonces el programa del contendor de Arias y, paradojicamente, aplicó una " política liberal sin liberales". El torrijismo amplio la participación democratica, inauguró el proteccionismo de la industria nacional, establecio precios de sosten para los productos agricolas, creo el codigo del trabajo y miles de puestos escolares. Pero sobre todo, puso las relaciones del país con loS Estados Unidos en un plano de igualdad nominal.

El torrijismo se convirtió así en vehículo del progreso de la sociedad panameña pero bajo ese telón se creaba un Estado paralelo, en el que cada autoridad civil era acompañada y a veces suplantada por un comandante de igual importancia. Al firmar en 1977 los tratados Torrijos-Carter, todo parece indicar que el general comenzó a ver cerca el final de su misión. Arreglado el problema vital de las relaciones de los Estados Unidos, y con la perspectiva de una gran prosperidad económica, por la devolucion del Canal, era hora de reorganizar el país. En 1979 comenzó un proceso de plazos concretos. Se permitieron de nuevo los partidos, se integró el parlamento y se anunciaron elecciones presidenciales directas en 1984. Pero Torrijos murio en 1981 y su proyecto de democratización quedó trunco.

En 1984 Nicolas Ardito Barletta resultó elegido sobre el ya octogenario Arias, en un fraude de grandes proporciones orquestado, con la anuencia de los Estados Unidos, por el nuevo hombre fuerte, Manuel Antonio Noriega. Pero se presentó el asesinato de Spadafora y cuando Ardito anunció una investigación, fue derrocado instantaneamente.
Los Estados Unidos tomaron entonces conciencia de que los militares ya no garantizaban la estabilidad que les interesaba y se pasaron a la oposición. La cuenta regresiva del militarismo había comenzado.

De entonces para aca, la lucha de los militares, con Noriega a la cabeza, es por recuperar el terreno perdido. Las denuncias del coronel Roberto Diaz Herrera sobre la corrupción del regimen desencadenaron violentos disturbios en 1987, y el pais fue cercado economicamente por los EE.UU., en una campaña que incluyó la vinculación de Noriega con el narcotrafico. Este, junto con la cúpula militar, parece haberse dado cuenta que el deterioro de su posición no les permitira mantener el actual orden de cosas, con un pais que se ha hecho ingobernable, pero el proceso de su salida y del repliegue de los militares, guarda muchas incógnitas.

En esas condiciones, los discursos de los dos principales candidatos reflejan dos posturas definidas. Carlos Duque, el candidato oficialista, administrador de negocios de Noriega, centra su posicion en la defensa de los tratados del Canal el desmantelamiento de las bases norteamericanas, el pago de la deuda externa y "la vuelta al torrijismo", sin mencionar la salida de Noriega. En cambio, para su contendor, Guillermo Endara, viejo seguidor del panamenismo de Arias, el punto central es la democratización del país. Con una visión identica del problema de la deuda, Endara saluda la intervención norteamericana como una ayuda a la consolidacion de la democracia, en la que Noriega no tendría nada que hacer.

Ambos se acusan mutuamente de preparar un fraude, pero los analistas consideran que solo quienes tienen las palancas del poder podrían perpetrarlo, apoyados por algunas normas favorables. Las encuestas anuncian un triunfo de Endara, con una proporción del 56% contra 24 de Duque y 2 del tercer candidato. Hildebrando Nicosia. Para algunos el fraude es imposible si la ventaja de Endara supera los 20 ó 30 mil votos. Pero aun si se diera esa hipótesis, la salida de Noriega tendría que ser negociada.

Pero como no se descarta que, de perder Duque, el gobierno anule las elecciones alegando la intervencion norteamericana, el panorama sigue siendo incierto.
Lo único claro es que Noriega solo dejara el poder efectivo cuando sus espaldas esten bien cubiertas. Y hay quienes consideran que la paz del país podría verse comprometida en el proceso. -