Home

Mundo

Artículo

LA NOCHE QUEDO ATRAS

"A traves del testimonio de jovenes que vivieron lo de Malvinas, un periodista cuenta qué pasa, un año después, con esos "chicos de la guerra".

9 de mayo de 1983

"Antes de la guerra, el mate era el gran compañero de Ariel. Hoy lo tiene prohibido por prescripción médica. A cambio, consume dos calmantes distintos tres veces por día, dos medicamentos para la úlcera", entre otros tratamientos médicos.
Esta es la condición física en que se encuentra uno de los jóvenes que participaron en las acciones bélicas del archipiélago de las Malvinas a partir del 2 de abril del año pasado y hasta el 14 de junio, cuando las tropas argentinas se rindieron a las fuerzas británicas.
Todavía hoy, los argentinos no salen de su asombro por el hecho de que una gran mayoría de los 10 mil soldados enviados a las Malvinas fueran jóvenes, adolescentes inexpertos que no tenían ninguna posibilidad de éxito enfrentado a veteranos militares británicos.
En agosto del año 1982, el periodista Daniel Kon, del matutino desarrollista "Clarín" Buenos Aires, editó el libro "los chicos de la guerra" que incluia entrevista de soldados adolescentes que estuvieron en las Malvinas. La obra, escrita en lenguaje periodistico directo, impacto en la juventud del pais, a la opinion publica y revelo antecedentes dramaticos sobre el desarrollo de los acontecimientos,el periodista, sobre la escasa organizacion de los combatientes, la desmoralizacion y las penumbras sufridas en la guerra.
Pero, tan importante como esa revelacion de hechos ineditos y brutales ocurridos en el archipielago del Atlantico Sur, fue la confirmacion de un sentimiento antibelicista generalizado en la Argentina, un rechazo a la guerra y la consiguiente condena a los militares que llevaron al país hacia tal aventura.
En un reportaje publicado ahora, el 31 de marzo pasado, en "Clarin", Kon reveló la situacion de algunos de esos "chicos de la guerra", un año despues del 2 de abril de 1982.
Un joven por, ejemplo, identificado solo como T., dijo en un hospital el año pasado al periodista que a pesar de las heridas recibidas estaba feliz porque "los cinco compañeros que estuvimos allá somos como hermanos, pasamos juntos los peores momentos, muertos de hambre, con la cabeza hundida en el barro para que no nos mataran".
Tres de los amigos de T., oriundos de Córdoba, murieron en las últimas acciones y el chico vio derrumbarse su mundo de ilusiones que se sintetizaba en "ser hermanos durante toda la vida trabajar juntos en un negocio ".
Ahora está sometido a tratamiento siquiátrico.
Ariel había cumplido su servicio militar a fines de 1981. Cuatro meses más tarde fue reclutado nuevamente y trasladado a Puerto Argentino (Stanley para los ingleses) donde sirvió en una compañía auxiliar. La humedad y el frío hicieron reaparecer una antigua enfermedad y fue devuelto al continente el 2 de junio de 1982.
A su regreso confesó que le dolió que "la gente estuviera ausente de los problemas -incluyendo la guerra de las Malvinas- pues seguian hablando de fútbol y había mucha indiferencia".
Hoy, este joven enfrenta serios problemas de salud mental y fisica, sufre de úlcera, le inyectan penicilina y realiza constantes visitas al reumatólogo al gastroenterólogo y al psiquiatra.
El periodista le preguntó qué haría si en el futuro un hijo suyo fuera alistado para la guerra, y respondió: "mi hijo no iría a ninguna guerra. Tendrían que pasar sobre mi cadáver para llevárselo".
Fabian E. es ahora un joven de 20 años, guitarrista de un conjunto de rock que pronto grabará su primer disco. Su mirada es triste y es muy propenso a llorar. No puede olvidar que en las Malvinas cavó con otros compañeros un profundo foso para sepultar a varios chicos que cayeron en combate.
"Quisiera regresar allá -dice- para visitar la tumba de mis camaradas muertos, y también el foso en que varios soldados pasamos la noche más larga de nuestra existencia, entre la lluvia y el barro, en un sector que estaba siendo bombardeado duramente. No sé cómo escapamos esa noche".
Sufre una persistente congoja y en una canción sobre la guerra habla de un lugar al que fue "sin motivo, juntando fuerzas para no llorar ".
Ahora oye "voces que ya no existen más".
Los adolescentes que participaron en la guerra no ocultan su rencor contra los jefes militares responsables. El más criticado es el ex presidente y ex comandante en jefe del Ejército teniente general retirado Leopoldo Fortunato Galtieri.
En su mayoría, se sienten frustrados y desambientados porque después que las autoridades del régimen militar les llamaron "nuestros héroes", hoy han pasado al olvido.
Santiago acaba de cumplir 21 años, es de origen humilde, fue a la guerra fascinado por el deseo de viajar y porque encontró otros jóvenes con los cuales hizo buena amistad. En su niñez había aprendido a sobrevivir de cualquier manera y allá en las islas participó en el robo de alimentos en los depósitos, obligado por la desorganización existente respecto al abastecimiento. Su historia es tan dramática como la de los otros chicos.
No puede olvidar a los reclutas estaqueados en medio del frío y la lluvia, castigos que condena con energía porque eran verdaderos suplicios en un clima inhóspito y por cuya causa algunos estuvieron a punto de congelarse.
Santiago está hoy sin trabajo. Recuerda que cuando regresaron de las Malvinas les prometieron una cantidad de beneficios, incluida una ocupación bien remunerada. "Nos dieron un certificado -dice- y con él he ido a todas partes, a Gas del Estado, al Correo, y no he conseguido nada. En el Correo me dijeron que no me daban trabajo porque tengo pie plano. Y yo les pregunté: ¿Cuando me llevaron a la guerra les importó que tuviese el pie plano?".
Kon comentó que "hasta no hace mucho eran nuestros héroes" y hoy sobrellevan como pueden sus laceraciones. Todos dejaron algo en las Malvinas: sus ilusiones adolescentes, un amigo, hasta parte de su propio cuerpo (muchos quedaron lisiados).
Porque es innegable que "nadie vuelve indemne de una guerra".