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La peste

La crisis económica que atraviesan los países del Cono Sur hace que sus habitantes vivan un enorme drama humano.

11 de diciembre de 1980

Mr. O'Neill: ¿Estados Unidos esta teniendo problemas económicos? Lo sentimos, pero en este momento no podemos ayudarlo. Nosotros ya colaboramos". Este aviso, aparecido en diarios y calles de Buenos Aires, resume la hostil bienvenida de los argentinos, huevazos incluidos, al secretario del Tesoro norteamericano, Paul O'Neill, en su fugaz paso por el país como parte de una gira que incluyó Brasil y Uruguay.

Más que una visita lo de O'Neill fue un sobrevuelo al incendio regional, que tanto el Fondo Monetario Internacional como Washington no querían reconocer.

Es un hecho. La peste iniciada en Argentina se expandió. Primero atacó al más pequeño y débil, Uruguay, cuyo sistema financiero, que se preciaba de ser el más estable del Cono Sur, colapsó. En épocas normales los argentinos tomaban un ferry, atravesaban el río de la Plata y llevaban sus dólares a los bancos uruguayos para evadir impuestos u ocultar su dinero. En la semana que pasó ellos, que ya perdieron sus dólares en el 'corralito' local, llenaron las terminales para averiguar qué pasaba con sus ahorros en la 'Suiza' de América del Sur. Nelson Fernández, editor económico del semanario uruguayo Búsqueda, explicó a SEMANA que durante este año el país afrontó retiros de más del 45 por ciento de los depósitos que había en diciembre, una cifra astronómica.

Para Fernández las crisis argentina y uruguaya tienen puntos en común: "La recesión más larga de la historia, alto déficit fiscal, riesgo de 'default', devaluación. La situación se agravó cuando los argentinos, que no podían sacar su dinero de los bancos, empezaron a sacar la plata que tenían en Uruguay, provocando una caída de los depósitos". De los 7.000 millones de dólares de depósitos 1.200 son de argentinos.

La situación obligó al gobierno a decretar un feriado cambiario por casi una semana. El peso uruguayo se devaluó un 60 por ciento en lo que va del año, empujando hacia arriba el costo de la deuda pública, que ahora es un ciento por ciento del PIB, al tiempo que las reservas cayeron un 85 por ciento.

Si bien el gobierno uruguayo pudo evitar un 'corralito' como el argentino, que congeló los depósitos de todo tipo, se vio obligado a reprogramar los depósitos de los bancos oficiales, extendiendo sus plazos en tres años. "Uruguay ha tratado de despegarse hasta ahora de la situación argentina pero en los últimos días se ha visto un colapso del sistema financiero, dice Fernández. Si bien hay una actitud de cautela, es posible que la gente no se haya dado cuenta de la gravedad de esa situación y no se sabe lo que pasará cuando exprese su descontento".

Uruguay ha logrado un respiro gracias a la ayuda de Washington, que envió un avión con 1.500 millones de dólares antes de que terminara el feriado bancario, pero el fantasma del default sigue flotando.

Gigante herido

Si Uruguay se resfrió, Brasil tiene cáncer, menos ruidoso pero más asesino. Con una deuda de 330.000 millones de dólares, el gigante verdeamarillo es una bomba de tiempo. Tras la visita del secretario estadounidense del Tesoro, Paul O'Neill, el FMI anunció la concesión de un crédito de 30.000 millones de dólares en 14 meses, de los cuales 6.000 millones se girarán este año y el resto estará condicionado a que el nuevo gobierno acepte las condiciones.

Por esta incertidumbre el dólar llegó a valer 3,6 reales, contra 2,30 a principio de año, lo que se aceleró por las declaraciones de O'Neill cuando insinuó que la ayuda a estos países podría terminar en cuentas bancarias suizas, e hizo caer un 13 por ciento la cotización del real.

El economista brasileño Ismael Pfeiffer, de la Gazeta Comercial, explicó a SEMANA que "los problemas de Brasil, que en una situación de crecimiento o de alta liquidez internacional pasaban inadvertidos, ahora salen a la luz: un alto endeudamiento, sobre todo el interno, que llega a 750.000 millones de reales (250.000 millones de dólares). Esta deuda es el 56 por ciento del PBI, con un vencimiento de muy corto plazo, un año y medio, y un 40 por ciento de esa deuda está indexada en dólares, lo que es preocupante porque el dólar se disparó".

Con una parte de la deuda atada al dólar y otra ajustable en función de las tasas de interés, mientras mayor es la cotización del dólar y mayor el nivel de las tasas, que siguen al riesgo-país, que la semana anterior superó la barrera de los 2.000 puntos, los compromisos de deuda aumentan. Ahora el costo del servicio de la deuda es un 60 por ciento del PIB. "Si bien la deuda del Estado federal -unos 100.000 millones de dólares- no es la más preocupante, la deuda externa total (estatal y privada) es de unos 250.000 millones de dólares", agrega Pfeiffer.

El principal problema es político, pues las elecciones presidenciales de octubre se disputarán entre Luiz Inacio 'Lula' da Silva, dirigente del Partido de los Trabajadores, y Ciro Gomes. "Aunque los dos partidos tienen posiciones mucho más moderadas de las que tenían en el pasado, son políticos más a la izquierda, que hacen críticas al endeudamiento y que van a tener el problema de cumplir con una deuda altísima y de corto plazo", dice Pfeiffer. Ciro Gomes ya dijo que va a prorrogar el vencimiento de la deuda, lo que equivale a una especie de default. Por eso las calificadoras de riesgo recomiendan no invertir en Brasil hasta saber qué va a pasar con el próximo gobierno y con la deuda.

El crédito del FMI dará un respiro al gigante pero parece poco para evitar el default, que sería catastrófico, pues sumado al de Argentina representaría a dos de los principales deudores del mundo.

La oveja negra

O'Neill llegó a Buenos Aires el día de San Cayetano, el santo del trabajo. Desde una semana antes los creyentes empezaron a hacer cola en la iglesia, ubicada en el barrio porteño de Liniers, a la intemperie en medio del invierno. Cuando el país tiene un desempleo más alto que Colombia -21,5 por ciento-, 800.000 fieles pasaron por la iglesia ese día, demostrando que confían más en un milagro que en la ayuda de O'Neill.

La hostilidad con que fue recibido el secretario -tuvo que salir por la puerta de atrás de una fábrica que visitaba para evitar los insultos de los vecinos- es la respuesta al mal trato que los argentinos sienten de parte del FMI y de Estados Unidos: créditos a Brasil y Uruguay y promesas para Argentina.

Con un riesgo-país insuperado -7075-, Argentina sigue siendo la oveja negra de la comunidad mundial y Washington quiere que pague el escarmiento por haber declarado en diciembre el default de su deuda pública, el más grande de la historia, y por estar desencadenando la tormenta que se ha trasladado a toda la región.

La debacle de Argentina no tiene comparación. Mientras los programas de televisión reparten empleos como premio, los profesionales se dedican a recoger cartones, los desempleados saquean los camiones que transportan ganado y destrozan las vacas en plena vía pública. Un solo dato: antes de 1999 el país tenía un ingreso per cápita de 8.909 dólares, casi cuatro veces superior al de Colombia. Ahora es casi el mismo, 2.500 dólares. La economía caerá este año un 15 por ciento, un retroceso del 22 por ciento desde 1999. En la gran depresión de 1930-33 el país apenas cayó un 14 por ciento.

Lo más grave es la inestabilidad política, pues reina la incertidumbre sobre las elecciones convocadas para marzo del año próximo. El candidato del gobierno, José Manuel de la Sota, apenas tiene el 2 por ciento de las preferencias de los votantes en el conurbano de Buenos Aires, que concentra más de un tercio de la población del país, mientras que los primeros en las encuestas son candidatos de marcado perfil izquierdista o populista.

Es muy difícil para el FMI y para el gobierno estadounidense liberarse de toda culpa y acusar sólo a la Argentina. En jaque en el frente interno por la caída de la bolsa y el escándalo de las grandes empresas, O'Neill está siendo cuestionado por su hands off frente a la crisis regional.

Como escribió Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, "el mundo está leyendo la experiencia de la Argentina: esto es lo que pasa con el mejor alumno de la clase del FMI. El desastre no es por no haber escuchado al FMI, sino por haberlo escuchado".