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Lula, en problemas
El giro cada vez más conservador del presidente del Brasil tiene exasperados a sus copartidarios del PT.
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Todo golpe de timon en la política tiene un precio, y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lo está empezando a pagar demasiado rápido.
A escasos dos meses de su posesión, las recientes medidas económicas anunciadas han despertado una fuerte oposición en el seno de su Partido de los Trabajadores (PT). Alrededor de 32 de los 91 diputados y cuatro de los 14 senadores petistas son considerados de 'oposición' al nuevo rumbo de su propio gobierno.
En parte para aplacar esta fuerte resistencia y garantizar la aprobación de las principales leyes de su política económica, Lula ha preferido mantener las posiciones tradicionales de su partido en otros temas irritantes que podrían avivar el fuego interno.
Uno de esos temas es Colombia y su posición frente a las Farc, pues si bien el gobierno brasileño condenó el reciente atentado al club El Nogal, ha tenido muchas dudas para definir a las propias Farc como terroristas.
Lula realizó una campaña electoral llena de promesas para los sectores más desprotegidos del país, pero desde su posesión ha tomado medidas de austeridad más radicales que las de su antecesor Fernando Henrique Cardoso.
En un país donde hasta la política tiene ritmo de samba, el diputado Joao Batista Oliveira de Araújo, más conocido como Babá, abrió el fuego diciendo que "nombrar al ex banquero Henrique Meirelles para dirigir el Banco Central es lo mismo que designar a un vampiro para presidir el banco de sangre", Babá, un ingeniero representante del empobrecido estado de Pará, se ha convertido en el líder de la oposición junto con la senadora Heloísa Helena, representante del estado nordestino de Alagoas.
SEMANA habló en exclusiva con Babá, quien señaló que su oposición obedece a que las medidas de Lula representan "una continuidad de la política del gobierno anterior. Al aumentar la tasa de interés, la deuda pública va a crecer mucho. Por ejemplo, en 2002 el país pagó 52.000 millones de reales de intereses (cerca de 15.000 millones de dólares). En el presupuesto de 2003, antes del aumento de la tasa de interés, está previsto el pago de 93.000 millones de reales, casi el doble, lo cual se va a agravar con el último aumento. Frente a estas cifras, el programa de Hambre Cero, cuyo presupuesto es de 6.000 millones de reales, termina reducido a la insignificancia".
Según el diputado, el gobierno también está discutiendo la privatización del sistema jubilatorio, lo cual ya desató el descontento de los empleados estatales, que amenazaron con realizar la primera huelga contra el gobierno petista.
Que un tercio del partido y de sus diputados se opongan a la política del gobierno a un mes de asumido no es una buena noticia. Si bien por ahora no peligra la mayoría parlamentaria conseguida por Lula, los analistas creen que éste deberá maniobrar para evitar problemas.
Por ahora el giro de Lula no parece ser global. En asuntos tan importantes como la posición frente a Colombia, el gobierno se resiste a definir a las Farc como terroristas. Esto obedece, según Babá, tanto a la situación interna del PT como al hecho de que "viene creciendo un sentimiento antiamericano en el país. Primero porque hubo un intento de montar una base militar norteamericana en Maranhao, al norte, a lo que se agrega la cuestión de la guerra contra Irak".
La pregunta es si el precio de mantener la unidad del partido resulta muy alto, si a cambio de imponer las duras medidas económicas, Lula hace concesiones a su ala izquierda en temas de política internacional como Colombia o la guerra contra Irak, que a la larga pueden resultarle costosos.
La otra variante es acelerar el giro pragmático de su gobierno en todos los terrenos, incluido el internacional, y aplicar la disciplina cuando la fracción opositora vote en contra de alguna de las leyes consideradas clave.
Ese también será otro peligro, como escribe el analista Luciano Días: "La práctica puede llevar al presidente a ser más de derecha de lo que le gustaría, y Lula puede pagar el precio de volver a su gobierno cada vez más conservador".