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Culiacán sucumbió al caos. Ráfagas de balas, carros en fuego y sangre en el pavimento fueron el reflejo del horror. | Foto: AFP

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"México perdió la batalla contra el narcotráfico hace muchos años"

Culiacán fue escenario de enfrentamientos con el Cártel de Sinaloa, por la detención de Ovidio Guzmán. Después de ataques, los militares tuvieron que liberarlo. SEMANA habló en exclusiva con el reconocido periodista Esteban Illiades sobre el círculo de violencia que enfrenta México hace varios años.

25 de octubre de 2019

Antes de ser presidente, Andrés Manuel López Obrador aseguró que acabaría con el narcotráfico y, además, prometió que retiraría a las Fuerzas Armadas de las calles para que volviera la paz en un país agobiado por los capos y la violencia.  Pero la detención de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, demostró que las cosas todavía están fuera de control y que en muchas zonas del país, los narcos siguen siendo la ley. 

A los pocos minutos de su captura, la ciudad de Culiacán se convirtió en una zona de guerra, de la que el gobierno perdió todo poder. En un hecho sin precedentes en México y en la mayoría de democracias del mundo, se vio obligado a liberar al detenido por temor: los narcos rodearon a los soldados con metralletas, pistolas y demás armamentos dignos de una guerra en Medio Oriente. Los sicarios demostraron quién tiene el sartén por el mango en esta guerra. 

SEMANA habló en exclusiva con el periodista Esteban Illades, autor del reconocido libro "La noche más triste: la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa", sobre la situación de violencia que agobia al país hace muchos años. A pesar de que Culiacán es el caso más reciente, desde mucho antes la relación entre el Estado y los narcos era evidente. La pregunta es si AMLO, con el viraje que le dio su gobierno a la lucha contra el narcotráfico, logrará algo. 

SEMANA: ¿Por qué es tan difícil desmantelar las redes del narcotráfico? Todos creían que el Cártel de Sinaloa estaba debilitado, por ejemplo, pero lo que pasó en Culiacán demuestra todo lo contrario…

Esteban Illades: Las redes del narcotráfico son difíciles de desmantelar por varios factores. El primero, sin duda, tiene que ver con que la economía mexicana depende en gran medida de los narcos. México produce y envía toneladas de narcóticos a Estados Unidos, año tras año. Y varias regiones del país dependen del trasiego de droga para poder subsistir. Guerrero, al sur, por ejemplo, depende del cultivo de la amapola. Sinaloa, a su vez, de muchos otros narcóticos. A esto hay que agregar que el crimen organizado en México se ha expandido a otros negocios. Si bien el narcotráfico sigue siendo importante, la extorsión, conocida como “derecho de piso”, y el secuestro se han vuelto igualmente lucrativos. Por último, el narcotráfico también se ha extendido hasta entrelazarse con el gobierno, por lo menos a nivel municipal y estatal. Es común escuchar historias sobre cómo a nivel local el crimen organizado no solo está coludido con el gobierno, sino que a veces forma parte de él 

SEMANA: ¿Por qué la policía federal de Culiacán y los soldados que estaban de servicio en la ciudad no ayudaron a las Fuerzas Armadas que envió el presidente?

E. I.: El operativo que se llevó a cabo en Culiacán hace dos semanas fue un operativo exclusivamente federal, por lo que se evitó el contacto con las fuerzas locales para que no hubiera mayor descoordinación de la que de por sí hubo. Asimismo, el nuevo gobierno ha creado lo que se conoce como la Guardia Nacional, la cual se presenta como un cuerpo militar dirigido por civiles que sustituirá a la Policía Federal y al Ejército y Marina en tareas de combate contra el crimen organizado. Sin embargo, el proceso de creación de la GN ha sido, por decir lo menos, errático. Eso lo podemos ver claramente en Culiacán: no parece que se haya calculado la magnitud de la respuesta por parte del crimen organizado, no parece haber habido estrategia de extracción en caso de que la operación fallara. 

En pocas palabras, todo lo que podía salir mal, salió mal. 

SEMANA: ¿En qué cambió la política de Andrés Manuel López Obrador entonces?, ¿esa idea de no atacar a los narcos frontalmente es una muestra de debilidad o de astucia? 

E. I.: La política de seguridad de AMLO ha cambiado, hasta ahora, exclusivamente en discurso. Durante su campaña presidencial prometió escuchar a todas las voces. No obstante, a la que más caso ha hecho paradójicamente es a la militar. Lejos quedó la idea de regresa al Ejército a sus cuarteles: hoy en día el Ejército, disfrazado de Guardia Nacional, es quien lleva la mano en tareas de seguridad. En ese sentido, la estrategia sigue siendo la misma que antes. Respecto a si fue buena idea retirarse de Culiacán: fue la mejor decisión posible en el momento, dado lo que estaba en juego. Eso no quiere decir que haya sido una buena idea. Al contrario,  por no plantearse bien es que el gobierno terminó cediendo no solo el terreno, sino el poder al crimen organizado. 

A partir de Culiacán al crimen organizado le quedó muy claro que vencer al gobierno no solo es posible, sino fácil. 

SEMANA: ¿Los presidentes anteriores fueron cómplices de los capos del narcotráfico?

E. I.: En tiempos previos, o al menos durante el siglo XX, la estrategia federal siempre fue la de una “pax narca” o una negociación con los grupos. Tradicionalmente el gobierno se aliaba con uno de los cárteles en detrimento de los otros. Esto era cíclico y garantizaba que ningún grupo tuviera poder en exceso y mantenían una paz generalizada. Estrategia cuestionable, sin duda. 

SEMANA: ¿Qué viene ahora? nadie sabe en dónde está Ovidio Guzmán, y eso da la impresión de que México perdió la lucha contra el narcotráfico… ¿es así?

E. I.: Qué viene ahora: más de lo mismo. El gobierno sigue casado con la idea de que el Ejército, ahora Guardia Nacional, sea la punta de lanza de la estrategia. El enfoque sigue siendo el mismo que el de antaño, y mientras no cambie, no hay motivo para pensar que las cosas mejorarán. Ovidio Guzmán probablemente sigan en Sinaloa junto con su hermano Iván. Mientras el gobierno no busque detenerlo otra vez, Culiacán regresará a esa tensa calma a la que lamentablemente está acostumbrada. México perdió la batalla contra el narcotráfico hace ya muchos años. Lo ocurrido la semana pasada solo demuestra que no tiene idea de cómo regresar a la pelea o cómo evitar que el país siga siendo controlado, de facto, por los narcos.