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OTRA VEZ EL "SUPER BOSS" AL BATE

Hombre espectacular y rudo político, Ronald Reagan dice "si" a su campaña por la reelección presidencial

5 de marzo de 1984

Nueve meses antes de la celebración de las elecciones presidenciales, el partido Republicano ya tiene su candidato: un hombre de 73 años con experiencia en el cargo, quien ha creado polémicas sin par dentro y fuera de los Estados Unidos debidas a su estilo de mando y de gobierno. La noticia fue conocida el domingo 29 de enero cuando en un corto mensaje Ronald Reagan se dirigió a la nación con el objeto de anunciar que "el vicepresidente Bush y yo quisiéramos tener su apoyo y cooperación para completar lo que comenzamos hace tres años; estoy por lo tanto anunciando que soy un candidato y que buscaré la reelección a la oficina que actualmente poseo".
Aunque se daba por descontado que el anuncio de Reagan sería en sentido afirmativo, el mensaje del 29 vino de todos modos a despejar la incertidumbre que había creado el mutismo presidencial. En últimas, se vio que precisamente fue esa actitud misteriosa la que le sirvió al mandatario norteamericano para llevar la expectativa del público hasta su punto máximo y concentrar en él todas las miradas. "Fue un acto digno de Hollywood, desde el suspenso hasta el final feliz", comentó el senador demócrata Arlene Spector.
Pese a tener candidato oficial hasta hace sólo diez días, la campaña "Reagan-Bush 84" ha estado en marcha por más de tres meses haciendo los preparativos del caso y especialmente dedicada a recibir contribuciones para financiar la que será la elección más costosa de la historia, cuyos estimativos superan fácilmente los 50 millones de dólares por aspirante. De tal manera, el comité de reelección presidencial comandado por el astuto senador por Nevada, Paul Laxalt, ha recogido hasta la fecha más de 5 millones de dólares, en amplio contraste con las penurias económicas de buena parte de los precandidatos demócratas.
Sin embargo, las elecciones no son sólo cosa de dinero y por ese motivo el ahora candidato Reagan va a cambiar un poco sus patrones de conducta. Por ejemplo, se espera que este año no habrá muchas ruedas de prensa en la Casa Blanca debido a que con sus escasos conocimientos generales, Reagan empieza a balbucear y confundir datos ante los reporteros, presentando una pobre imagen-frente a los electores. En cambio, los discursos televisados son los favoritos de los asesores presidenciales pues aunque puede ser que el Presidente no sepa lo que dice, es indudable que con su impresionante dominio de la cámara, sabe cómo lo dice.
Tampoco se espera que cuando llegue la época más fuerte de la campaña Reagan se someta a agotadoras jornadas, pues el mandatario no es dado a abusar de su físico. En asuntos de manejo interno se cree que Reagan tratará de llevar la situación con "guantes de seda" atribuyendo las dificultades a los demócratas. En el plano internacional, un retiro rápido de los marines en Beirut, una disminución de la presión en Centroamérica y una posición más relajada por parte de Moscú, serían los hechos necesarios para reducir la vulnerabilidad de la administración en cuanto a política externa.
Un punto que merece especial atención es el de la salud de Reagan quien ya ha roto el récord de longevidad en la presidencia. Si bien el estricto cuidado médico y un balanceado programa de ejercicios lo han puesto en mejor forma que la que tenía cuando llegó a Washington, es patente cierto temor de que repentinamente el Presidente sufra algún quebranto. Con todo, ninguno de los pre-candidatos demócratas ha tocado el tema -lo que sería considerado como un golpe bajo- y si Reagan continúa vigoroso (una enfermedad podría tener consecuencias políticas irreparables) es dudoso que la edad juegue un rol importante en la campaña.
Hay que insistir en que la mayor motivación de Reagan es que él tiene realmente grandes probabilidades de resultar reelegido, lo cual le permitiría ser uno de los presidentes más influyentes de la segunda mitad del siglo. De hecho, pocos ponen en duda que si la elección fuese mañana mismo,el Presidente ganaría con relativa comodidad. Aunque Reagan tiene problemas con las minorías, su fuerte se basa en la franja de votantes de clase media y alta que han visto con buenos ojos la baja en la inflación y la recuperación del orgullo nacional como resultado de la agresiva política armamentista.
Tal como sucede normalmente en las elecciones norteamericanas el ganador se decide con base en la situación de bienestar interno y si los buenos tiempos de la economía continúan, las preferencias serán para el gobierno. No obstante, los demócratas saben que de aquí a noviembre muchas cosas pueden pasar y en una carrera electoral tan estrecha Reagan no se puede dar el lujo de cometer errores.
Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en USA