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El 2 de junio, después de una moción de censura contra Mariano Rajoy, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, asumió como nuevo presidente del gobierno español.

ESPAÑA

Así luce la España gobernada por Pedro Sánchez

En menos de dos meses, el gobierno socialista le cambió la cara al país ibérico. Desde tener un gabinete liderado por mujeres hasta emprender una batalla contra el legado de Francisco Franco.

14 de julio de 2018

Los cambios del nuevo gobierno de Pedro Sánchez han sido tan notables que, para la mayoría de españoles, el expresidente conservador Mariano Rajoy pertenece a la prehistoria, a pesar de que salió del poder tan solo el pasado 1 de junio. La sensación generalizada es que, con la llegada de Sánchez, España pasó de las tinieblas a la luz, de la corrupción del Partido Popular (PP) a un nuevo gobierno libre de sospechas, y de las imposiciones conservadoras a una gran apertura de vías de diálogo político en busca de acuerdos.

Desde que fue investido presidente el 2 de junio, Sánchez prometió un diálogo abierto sobre todos los temas y lo ha cumplido.

Sánchez, de 46 años de edad, asombró al mundo desde el principio de su gobierno al nombrar a 11 mujeres al mando de los ministerios más importantes: Hacienda, Defensa, Presidencia e Igualdad, Justicia, Educación, Trabajo, Industria, Sanidad y Política Territorial. Como dijo a SEMANA el politólogo Luis Martínez, de la Universidad Complutense, “Sánchez dio un golpe sobre la mesa con ministras y ministros del más alto prestigio profesional, y la evolución de su gobierno en solo seis semanas ha sido tan extraordinaria que buena parte de los españoles espera que Sánchez se quede en la Moncloa por mucho tiempo”. Sin embargo, esto tan solo fue la antesala de la nueva España que se empieza a erigir bajo su mando y que amenaza con sacudir, incluso, algunos pedestales que permanecían intocables desde la llegada de la democracia hace 40 años.

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Diálogo con Cataluña

Desde que fue investido presidente el 2 de junio, Sánchez prometió un diálogo abierto sobre todos los temas y lo ha cumplido. La semana pasada se reunió durante seis horas en la Moncloa con el presidente de Cataluña, Quim Torra, después de tres años en que Rajoy se negó a hablar con los catalanes.

La ruptura entre Madrid y Cataluña comenzó en 2015, cuando los independentistas realizaron varios referendos ilegales para separarse de España. La última vez que Rajoy se reunió con el entonces presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, fue el 11 de enero de 2017, en una entrevista secreta que trascendió a la prensa meses después. Por lo demás, Rajoy jamás quiso sentarse a negociar con ningún gobernante catalán y dejó todas las relaciones con Cataluña en manos de los tribunales, que ahora tienen a 18 líderes de esa comunidad procesados, entre ellos Puigdemont, quien está retenido en Alemania y desde el viernes espera su extradición a España.

Sánchez siempre acusó a Rajoy de no tener la menor voluntad de diálogo político frente al tema catalán. Así que cuando subió al poder, una de las primeras cosas que hizo fue abrir canales de diálogo con todas las instancias del gobierno y la sociedad catalanas. “El presidente Sánchez recuperó la normalidad de las relaciones con Cataluña y redujo notablemente el fuego de los independentistas, que ahora tienen menos argumentos para defender sus deseos de separación”, señaló a SEMANA Josef Sants, politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Solidaridad con los inmigrantes

En los siete años del gobierno conservador de Rajoy, los inmigrantes indocumentados perdieron todos sus derechos, pero Sánchez no tardó en reponerlos en cuanto llegó a la Moncloa. Gracias a ello, hoy todos los indocumentados tienen en España acceso gratuito a los servicios de salud y educación para sus hijos.

La era de Sánchez en materia migratoria contrasta con la mayoría de países europeos con gobiernos conservadores, que se han lanzado a atacar a los inmigrantes y a frenar brutalmente los flujos de personas que llegan de África a través del Mediterráneo. Así quedó en evidencia en junio cuando Italia y Malta negaron la entrada al puerto de Sicilia al barco Aquarius, de una ONG española, que transportaba a 629 inmigrantes que habían sido rescatados cerca de Libia. Ante esa negativa, el gobierno de Sánchez se ofreció a recibirlos en Valencia y mantiene los puertos del país abiertos para embarcaciones de ayuda humanitaria. Solo España, Francia y Portugal se muestran dispuestos a acoger a inmigrantes del Mediterráneo, cuando el resto de Europa les cierra las puertas.

Adiós a Franco para siempre

El dictador Francisco Franco está sepultado en un monumento esperpéntico llamado Valle de los Caídos, en la sierra cercana a Madrid. Pero no está enterrado solo, sino, como los caciques chibchas de antaño, con un séquito de 33.847 personas, muchas de las cuales fueron esclavizadas y obligadas a construir, entre 1940 y 1958, ese monumento funerario que sería su tumba. Los historiadores califican ese lugar como “la mayor fosa común de España”, y el gobierno de Sánchez anunció que retirará de allí los restos de Franco a fin de entregárselos a su familia para que se hagan cargo de ellos.

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Aunque esta propuesta no es nueva y ha generado fuertes enfrentamientos, el gobierno de Sánchez considera que esta sería la mejor forma de reparar a las víctimas del franquismo. En 2007, España aprobó la Ley de Memoria Histórica, “por la que se reconocen y amplían derechos, y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura”, pero el gobierno de Rajoy se negó a cumplir con ella, pues el conservador Partido Popular fue creado en la década de 1970 por los ministros de Franco, y sus votantes de mayor edad aún defienden la dictadura que gobernó el país con mano de hierro durante 40 años.

Todo indica que esta nueva era de la política española puede ser una oportunidad para sacar al país definitivamente de los ya tantos años de crisis económica, y del hastío que la mayoría tiene con la corrupción e incapacidad de buena parte de la clase política.

Sánchez gobierna en minoría, con solo 85 de los 350 diputados del Parlamento, pero en estas seis semanas ha demostrado que sabe negociar y pactar para sacar adelante sus medidas. “Es un presidente de gobierno contra todo pronóstico y, por lo que se le ha visto hasta ahora, se ha convertido en el líder más notable de la política española de las últimas décadas. Incluso si no logra la mayoría de los votos en las próximas elecciones, puede seguir al frente del gobierno con su actitud abierta a la negociación y a los pactos”, concluyó Martínez.

Lo cierto es que Sánchez no tiene a la vista a ningún adversario político fuerte, capaz de arrebatarle el poder. Rajoy se retiró de la política y obligó al Partido Popular a elegir a su sucesor por primera vez por vías democráticas, luego de más de tres décadas en que los líderes que se iban señalaban a dedazo a su sucesor.

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Sin embargo, la apertura al diálogo también se ha convertido en un arma en su contra. El acercamiento con el líder independentista catalán en la última semana y las alianzas políticas con partidos nacionalistas de Cataluña y el País Vasco que logró para destituir a Rajoy le merecieron las críticas de varios sectores. El PP, que ahora libra su batalla política desde la oposición, argumentó que con estas acciones Sánchez lo único que hace es demostrarle al mundo que los españoles no son iguales en todo el territorio nacional.

Portugal es un buen ejemplo que Sánchez quiere seguir. El socialista António Costa quedó segundo en las elecciones de 2015, y desde entonces gobierna en minoría parlamentaria. Con Costa, Portugal ha revertido los recortes presupuestarios, ha reducido el desempleo y es uno de los países con mayor crecimiento económico de Europa. Costa y Sánchez son socialistas y proeuropeos, dos líderes que junto con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se oponen con vigor al frente conservador que gobierna el resto de países de la Unión Europea, donde se incrementan los recortes sociales y avanza el fascismo y la xenofobia.

Todo indica que esta nueva era de la política española puede ser una oportunidad para sacar al país definitivamente de los ya tantos años de crisis económica, y del hastío que la mayoría tiene con la corrupción e incapacidad de buena parte de la clase política. Hasta ahora, Sánchez parece ser quien lidere ese renacer.