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...POR ALLA NO ESCAMPA

Escándalo de corrupción en Milán contribuye a hacer más oscura aún la escena política italiana.

8 de junio de 1992

DESDE LAS ELECCIONES del mes pasado, todo es confusión en los medios políticos italianos. Los resultados no fueron mayoría decisiva a ninguno de los partidos en disputa y eso, en una democracia parlamentaria como la italiana, significa la apertura de una serie de complicadas negociaciones en busca de una coalición que permita dominar el Parlamento y, por tanto, formar gobierno.
Esa situación de por sí delicada se ha complicado por una serie de escándalos de corrupción que se presentan por primera vez en Milán, hasta ahora faro moral del país y considerada símbolo del pujante crecimiento industrial de Italia. Hasta el cierre de esta edición, al menos 30 personas habían sido acusadas de participar en millonarios sobornos, entre ellos un aspirante a altos destinos, el socialista Bettino Craxi.
"Milán, la verguenza", "Milán corrompida, nación infectada", eran los títulares de los diarios que cotidianamente reportan las investigaciones sobre la llamada olla podrida. En el banquillo de los acusados están sobre todo dos importantes partidos de la coalición de gobierno, la demiocracia cristiana, en el poder desde hace más de 40 años y los socialistas, que están negociando entre bambalinas para la elección de un nuevo presidente de la República por el parlamento, en votaciones que se inician este 13 de mayo. De esa elección dependerá, además, la designación de un nuevo jefe de gobierno, según las reglas italianas.
El caso estalló hace dos meses con la detención del presidente de un instituto municipal de asistencia, Mario Chiesa, socialista, sorprendido con el producto de sobornos recién cobrados. Los investigadores encontraron 12 mil millones de liras (10 millones de dólares) en cuentas pertenecientes a personas allegadas a Chiesa. Una vez encarcelado el comenzó a hablar, y reveló lo que se rumoraba desde hace algunos años: que el sistema de la "tangente", es decir de la "untada", reina en Milán mejor que en Roma.
En la lista de los acusados están tres notables demócratas cristianos, Mauricio Prada, de la dirección nacional, presidente de la sociedad milanesa de transportes públicos, Stefano Friggerio, secretario regional, y Augusto Razzonico, ex senador. Entre los socialistas están Sergio Radaelli, presidente de la sociedad que administra los aeropuertos. Le ha sido enviada notificación judicial al alcalde de Milán, Paolo Pilitteri, cuñado del secretario general de PS, y por encima de todo está Craxi, quien tiene sus ojos puestos en dos codiciadas poltronas: la de Presidente de la República o la de jefe de gobierno.
Los escándalos, que suman, según se dice 125 millones de dólares en los últimos 10 años, podría propiciar un duro golpe a la brillante carrera del líder socialista. La "Sacra Familia Craxiana", como la llaman sus críticos por su forma arrogante y poco límpida de ejercer el poder en Milán, se está desmoronando. Con ella entra en crisis "un sistema" que repartía "propinas" y porcentajes de los contratos de obras y suministros de licitaciones públicas de todos los sectores, desde la construcción la limpieza, la distribución de carnes, la pintura, la salud, el transporte, incluso el tren subterráneo de Milán, hasta el estadio de fútbol de San Siro, remodelado para el Mundial de Fútbol del 90.
La prensa incluye el célebre Piccolo Teatro de Milán, cuya nueva sede en construcción tuvo un presupuesto que pasó de los 10 mil millones de liras a los 70 mil millones.
El escándalo ha tomado proporciones nacionales y se enlaza con las negociaciones políticas en curso. El presidente interino de la República, Giovanni Spadolini, terció en forma poco afortunada cuando mandó un mensaje de solidaridad a Craxi "frente a la campaña de agresiones personales que es objeto", mientras el líder ex comunista, Acchille Occhetto, pidió públicamente a Craxi que retire su candi datura tanto a la jefatura de gobierno como al Quirinale, sede de la presidencia de la República.
De cualquier manera la generalización de los sobornos, revelada por la investigación judicial, aumenta el ya grande deterioro de los partidos políticos y podría llegar a niveles aun más elevados. Lo interesante es que parece demostrar que en todas partes, incluso en Milán, se cuecen habas.