Home

Mundo

Artículo

QUE BONITA FAMILIA

Los detalles de la vida íntima de los Hussein harían escandalizar hasta a los propios Borgia.

25 de septiembre de 1995

NI LO MAS GRANADO DE la prensa sensacionalista de Occidente podría superar con su truculencia las historias nacidas en el seno de la familia de Saddam Hussein. Lo que se ha sabido luego de la desbandada de parte de su clan, demuestra que a veces la realidad supera a la fantasía más calenturienta.
Las envidias, los asesinatos, los matrimonios arreglados son algunas de las características de esta historia que se inicia varios años atrás, cuando Raghad, la hija consentida de Saddam, llegó a la edad de contraer nupcias. Su padre consideró que el mejor partido para ella era su primo Kamel Hassan, (el primero en exiliarse) quien estaba teniendo éxito como administrador de los proyectos sobre armas atómicas, químicas y biológicas. Esta decisión no le gustó mucho a uno de sus hermanos medios, Barzan al Takriti, quien esperaba que él heredero fuera su hijo. El presidente iraquí para evitarse mayores altercados familiares, mandó a Barzan al exilio en Ginebra.
Por cuenta de su unión con Raghad, Kamel fue ascendido a teniente general sin haber pisado en su vida una academia militar. Luego se convirtió en el ministro de la Industria Militar y logró que su hermano, Saddam, se casara con la hija menor de Hussein, Rana. Sus perspectivas políticas no podían ser mejores, pues no tenía rivales fuertes a la vista.
Para ello contaba con que el hijo mayor de Saddam, Uday, estaba refugiado en Jordania pues su padre lo había sentenciado a la pena capital por haber asesinado a su valet preferido en circunstancias increíbles. Una noche que el joven andaba de fiesta, Hussein envió a su empleado, Hanna, a pedirle que le bajara a la música y éste, sin ningún problema, lo mató a botellazo limpio. Los rumores en Amman explicaron el hecho como una venganza: Hanna le habría organizado a Hussein encuentros secretos con su amante. Samira Shahabandar.
Kamel no contaba, sin embargo, con que los odios entre padre e hijo no son eternos. Saddam perdonó a su hijo y Uday regresó como un pavo real para dedicarse a una doble vida: durante el día aumentaba sus influencias desde su periódico y la emisora de su propiedad, mientras consagraba la noche a la juerga. A veces sus celebraciones también eran piedra de escándalo, como la ocasión en que secuestró a la esposa de un oficial, y cuando su marido le hizo el reclamo, le pegó un tiro.
En los últimos cinco años la fama de Uday no fue lo único que subió como espuma, su fortuna y su poder tuvieron una progresión geométrica. Saddam encargó a su hijo de las exportaciones de petróleo, y a pesar del embargo que las Naciones Unidas mantiene sobre Irak, este negocio le dejaba dos millones de dólares diarios de ganancias. El comercio de crudo es uno de los 29 trabajos que en la actualidad desempeña. También se dedica a la consecución de los summistros bélicos y de víveres importados y está al frente de la guardia de seguridad del presidente.
Simultáneamente, Kamel veía cómo su época de vacas gordas iba quedando en el pasado. Fue desplazado de varias de sus principales actividades, especialmente en lo que se refiere a la industria militar. Cuando en abril pasado escuchó el comentario de que Hussein quería nombrar a su hijo como ministro de Defensa, empezó a temer por su vida. Creyó que una muerte como la de Adnan Khairarallah, hermano de la primera esposa de Saddam y su principal rival político, en un accidente aéreo, podría repetirse.
Pero Kamel sólo tomaría la decisión definitiva luego de una comida donde su suegro, en la que el ambiente fue el acostumbrado. Esa noche estaban invitados Watban, otro hermano medio del dictador y su hijo Ahmed, quienes, en medio de una fuerte discusión fueron tildados de traidores. Los guardaespaldas; de Uday "se pusieron nerviosos" y comenzaron a disparar en su contra. Watban fue herido y Ahmed murió. Kamel Hassan supo entonces que tenía que huir de su familia política.