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¿QUE SERA LO QUE TIENE EL NEGRO?

SEMANA analiza las implicaciones del fallo jurídico que conmovió a Colombia y a los Estados Unidos.

17 de septiembre de 1990

Pocas veces el mundo tendrá una evidencia gráfica tan contundente de que alguien consume cocaína, como el video de Barry", afirma Andrés Pastrana, al referirse al controvertido caso del alcalde de la capital norteamericana. Y razón no le falta. Porque se puede decir que mucha gente consume cocaína. Se puede sospechar que tal o cual persona lo hace. Pero son muy pocos los casos en que el infractor queda filmado consumiendo la sustancia en un videotape que le da la vuelta al mundo.

Esa filmación sería grave para cualquiera. Pero para ninguno tanto como para el alcalde de Washington. No porque Washington sea la capital de los Estados Unidos, ni porque el alcalde sea el funcionario de más alto rango, sino porque Washington fue escogida hace dos años como ciudad piloto para la lucha contra el narcotráfico en ese país y, en consecuencia, la cabeza de esta lucha era Marion Barry. Después del fracaso de las campañas de Nancy Reagan con el famoso slogan "Just say no" (Simplemente diga no), el gobierno de Bush decidió cambiar de estrategia. Porque la verdad es que todo el mundo estaba diciendo que sí. La ciudad con el mayor problema de droga en los Estados Unidos es su capital. Dos terceras partes de la población son de raza negra y con muy pocos recursos económicos. Como el consumo de droga y particularmente el basuco -crack en inglés- está asociado con la marginalidad social y la pobreza, Washington se convirtió en la capital de la cocaína y el crack. Lo que Medellín es a la oferta, Washington lo es al consumo. Al igual que Medellín, sus índices de violencia se han convetido en los más altos de los Estados Unidos. El problema de las drogas en ese país tiene dimensiones nacionales, pero si había algún campo de batalla donde la guerra tenía que ser librada, era en la capital. De ahí que se diseñara el plan piloto en el que se concentraron en los últimos dos años vastisimos recursos y esfuerzos.

Hace pocos meses el zar de la droga, William Benet, ganó puntaje ante la opinión al aceptar públicamente que la batalla de Washington se habia perdido. Fue poco tiempo después de esto cuando explotó el escándalo de Marion Barry. Esto hizo pensar a muchos que dificilmente podia ganarse esa batalla si el jefe de las tropas era un espia del enemigo.

Por lo anterior, el caso Barry no tiene límites en sus implicaciones morales y sicológicas tanto para los Estados Unidos como para Colombia. Un jurado, en su mayoría negro, no se pronunció sobre 12 cargos, muchos de los cuales eran delitos graves. Sólo lo encontró culpable de una infracción: posesión de cocaína. La pena máxima para estos casos es de un año, pero para infractores sin antecedentes, por lo regular, se suspende la sentencia.

El alcalde quedó con tanto prestigio que pensó en lanzarse para una tercera reelección y las encuestas mostraban que podia ganar. Finalmente, en un acto de tardíl prudencia política, decidió el miércoles pasado no presentar su nombre para la Alcaldía y más bien candidatizarse al Concejo de la ciudad.

Lo que no se ha divulgado todavia en Colombia es que éste no es el único caso de un alto funcionario norteamericano acusado de consumir drogas. También la semana pasada, al día siguiente del fallo sobre Barry, fue acusado por una corte federal de posesión y consumo de cocaína Harry G. Barr, secretario privado del Procurador General de los Estados Unidos, Dick Thomburgh. Sólo hay tres funcionarios públicos en los Estados Unidos con más responsabilidad en la lucha contra la droga que Marion Barry. El presidente Bush, el zar de la droga William Benet y el procurador general Dick Thurnburgh. Por lo tanto, aunque ha pasado relativamente inadvertido en los Estados Unidos y totalmente en Colombia, el hecho de que el secretario privado de este último haya estado oficialmente acusado de consumir cocaína, no es asunto de poca monta. En los Estados Unidos ha habido un miniescándalo alrededor de este caso. Pero no tanto porque el señor Barry haya consumido cocaína, sino por la doble moral del Procurador General de la Nación, quien le dio su aprobación a la operación encubierta del caso Barry y se hizo el de la vista gorda cuando se trató de su asistente y amigo. El caso fue así: cuando Dick Thurnburgh fue nombrado Procurador General hace dos años, escogió como su secretario privado a Barry. Su responsabilidad principal consistía en canalizar la información y coordinar a las diferentes dependencias de la lucha antidroga. En mayo de 1988, Barry recibe una llamada de un amigo en los altos circulos judiciales en la que le informa que su nombre está vinculado a un proceso de droga. Dos dias después, renuncia y el caso sigue su curso con gran discreción por parte de la Procuraduria General de la Nación. Esto equivaldria a que el secretario privado del general Maza estuviera acusado de tener vinculaciones con el cartel de Medellín y aquél pudiera simplemente retirarse de su cargo sin que nadie explicara las razones. Hace unas semanas algunos periodistas norteamericanos se enteraron de lo sucedido y llamaron la atención sobre la doble moral de la Procuraduria. Para involucrar al alcalde de Washington el gobierno de los Estados Unidos "actuó como un proxeneta", afirmó en su columna del New York Times el periodista William Safire, haciendo referencia a la celada sexual que se le montó al funcionario. Pero en lo que se refiere a un protegido del Procurador no se dignó reconocer un conflicto de intereses ni a dejar el caso en manos de un investigador independiente.

En los Estados Unidos el debate sobre la doble moral gira alrededor de la metodología utilizada para capturar sospechosos. Concretamente, sobre la conveniencia de tender celadas para inducir a las personas a cometer un delito. Contrario a lo que se cree en Colombia, Barry no salió libre tanto por ser negro en una comunidad negra, como por el rechazo que produjo en la opinión pública el operativo que se realizó para atraparlo. Conscientes de las debilidades carnales del funcionario, el departamento de Justicia ubicó a una de sus ex amantes, una modelo llamada Rasheeda Moore. Amenazándola con seguirle un proceso por consumo de crack, la convencieron de que sirviera de carnada sexual para incitar al alcalde a consumir la droga. Intimidada por el gobierno, la espectacular modelo llamó a Barry e invocando nostalgia de su compañía, lo invitó a que se vieran en el hotel en donde ella estaba alojada. El propuso un trago en el lobby. Ella le manifestó que preferia que fuera en su habitación, donde el Departamento de Justicia habia escondido cámaras de televisión. Una vez en la alcoba, el alcalde propuso una noche de amor. Ella le dijo que necesitaba un poco más de ambiente y le propuso fumar una pipa con crack. Barry se negó. Pasó un rato y ella insistió. Después de una segunda negativa finalmente accedió. En el instante en que prendió la pipa, le cayeron varios agentes que estaban a la espera de ese momento.

En los Estados Unidos esta técnica se llama "entrapment", modalidad que recientemente había sido objeto de una gran controversia jurídica. En 1984 el magnate de los automóviles, John Delorian, fue víctima de una operación similar. Enteradas las autoridades de que su fábrica de automóviles se encontraba quebrada, le propusieron, a través de agentes encubiertos, una negociación de cuarenta millones de dólares en cocaína que, de "coronar", evitaría la quiebra. Delorian, que no tenía antecedentes de narcotráfico, se dejó tentar.
Logró conseguir la cocaína y en un hotel con cámaras escondidas se la entregó a los agentes encubiertos. El momento culminante de este episodio fue cuando le preguntaron por la calidad del producto y él cogiendo una muestra en su mano, se la llevó a la nariz y exclamó:
"esto es mejor que el oro". No había terminado de decir la frase cuando cayó la jauría.

En el juicio de Delorian los abogados argumentaron que el videotape utilizado como evidencia era más coreografiado que una escena de Hollywood. Pues, para ellos buscar a un hombre quebrado para ofrecerle salir de la presión económica a través de un negocio de narcotráfico, violaba principios éticos de la justicia norteamericana. La función de ésta es descubrir delincuentes y no crearlos.
El jurado encontró suficientemente convincente esta argumentación y, a pesar del videotape, Delorian salió libre.

El caso Delorian es el antecedente directo del caso Barry y si a esto se le suman elementos raciales por tratarse de un alcalde negro y elementos políticos por ser un demócrata en un gobierno republicano, el terreno estaba abonado para lo que sucedió. Pero sin duda alguna el factor que más pesó en la mente del jurado fue la repugnancia que los abogados lograron despertar en el jurado y en la opinión pública, hacia el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos hubiera creado una situación donde el consumo de una droga fuera el prerrequisito para un servicio sexual.

Todo esto hace pensar que este episodio es menos sencillo de lo que parece a primera vista. Pues al fin y al cabo los argumentos en contra de la utilización del "entrapment" tienen peso jurídico. La doble moral en todo esto, está en que muchos de los colombianos que hoy cumplen largas cadenas por narcotráfico en los Estados Unidos, han cometido el delito en operativos similares. El vicecónsul de Colombia en Miami, por ejemplo, que desde hace más de dos años se encuentra en la cárcel en ese país, fue víctima de una celada casi idéntica a la del magnate Delorian. Tenía problemas económicos serios y ningún antecedente de narcotráfico.

Dos agentes encubiertos de la DEA le propusieron un negocio de droga que lo sacaría de sus aprietos económicos. Aceptó y en el momento de la transacción fue detenido. Sus abogados en la defensa invocaron como era lógico que el colombiano había sido inducido a cometer un delito. Expusieron exactamente los mismos argumentos esgrimidos tanto para el caso de Delorian como para el de Barry. La gran diferencia es que el jurado no quiso aceptarlos. Puntualizando que se había presentado un intento de llevar a cabo una transacción ilegal, la conclusión del jurado fue que la responsabilidad de la justicia consiste en juzgar hechos y no motivaciones.

Ningún colombiano hasta la fecha ha sido exonerado en un juicio sobre la base de que el delito fue cometido en una trampa tendida por la DEA. Las condenas en estos casos han sido exactamente iguales a las que se hubieran impuesto a aquellos que infringieron la ley por iniciativa propia. Por lo tanto, paradójico como pueda sonar, la injusticia de todo este asunto no radica tanto en que personas como Barry no estén en la cárcel, sino en que los colombianos que han caído en la misma forma, sí lo estén.

En todo caso, el desenlace del caso Barry no pudo haber caído peor ni en Colombia ni en los Estados Unidos. La impresión para el mundo va a ser la de que para los tribunales norteamericanos un gramo de cocaína producido merece cadena perpetua, mientras que uno consumido genera perdón" afirmó a SEMANA el director del DAS general Miguel Antonio Maza Márquez. Teniendo en cuenta que en Colombia se ha derramado tanta sangre en nombre de la guerra contra el narcotráfico, reina en el país un sentimiento de impotencia ante la percepción de que la lucha en serio se da aquí pero no allá. Esta percepción puede ser simplista dado que en los Estados Unidos un fallo de la rama judicial no compromete en forma alguna la posición del ejecutivo. Pero el hecho de que el delincuente fuera uno de los más altos funcionarios del gobierno, no hace sino aumentar el mal sabor de todo el incidente. Si a esto se suma que la semana pasada otro alto funcionario, el secretario privado del Procurador General cayó en lo mismo la frustración es aún mayor.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ingleses y los franceses estaban aliados para enfrentar a Hitler en la eventualidad de una ofensiva nazi, en Inglaterra, haciendo referencia a la falta de seriedad de los franceses, hizo carrera el siguiente dicho: Francia está dispuesta a luchar hasta el último inglés" . Se podría hacer una analogía con lo que sienten en la actualidad los colombianos después del caso Barry. En la guerra contra la droga los Estados Unidos están dispuestos a luchar hasta el último colombiano.