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El Tea Party Movement nació como protesta contra el alza de impuestos del gobierno Obama. El pasado 4 de febrero celebró su convención nacional en Nashville, Tennessee

ESTADOS UNIDOS

Revolución conservadora

El rural y patriotero Tea Party Movement se ha convertido en una fuerza política imposible de ignorar.

20 de febrero de 2010

La popularidad de un movimiento que nació en las calles de Estados Unidos hace poco más de un año contra el alza en los impuestos, se ha convertido en una bola de nieve. Tanto que si uno de sus dirigentes se lanzara a la presidencia, tendría un apoyo del 41 por ciento de los norteamericanos según una reciente encuesta del diario The Wall Street Journal y de la NBC.

Se trata del Tea Party Movement, el Partido del Té, un grupo integrado por miles de norteamericanos, en su mayoría procedentes del campo. Están inspirados en una ideología tan conservadora que creen que George W. Bush milita en las filas de Carlos Marx y el Che Guevara.

Según el prestigioso columnista de The New York Times David Brooks, este fenómeno social "tiene suficiente potencial para influir en la próxima década" en Estados Unidos. Y lo equiparan a lo que ocurrió con los hippies en los años 60, las feministas en los 70 y los cristianos conservadores en los 80.

El Partido del Té comenzó a llamar la atención en abril del año pasado, cuando miles de personas se manifestaron en más de 700 ciudades de todo el país. Protestaban por las medidas tributarias del gobierno de Barack Obama para estimular la economía, y por las comisiones millonarias que iban a pagarles a los directivos de la aseguradora AIG, una de las responsables de la crisis. Fue entonces cuando obtuvieron el respaldo del ultraconservador Rush Limbaugh, cuyo programa radial cuenta con millones de oyentes.

Pero la cosa no paró ahí. El Tea Party Movement volvió a echarse a las calles el 4 de julio, Día de la Independencia, y para conmemorar otro aniversario de los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Como si fuera poco, el pasado 4 de febrero celebró su convención nacional en Nashville (Tennessee), aun sin tener un líder conocido, sino varias personas diseminadas por todo el país. Por eso la estrella fue nada menos que la ex candidata vicepresidencial republicana Sarah Palin, que para pronunciar el discurso supuestamente improvisado por el que le pagaron 100.000 dólares debió recurrir a unas notas que se escribió secretamente en la palma de la mano izquierda.

La ideología del Tea Party Movement es radical. Como dice Brooks, se basa en aquello que combate. "Se opone al poder de las clases educadas. Al gobierno grande, a las grandes empresas, a los grandes medios de comunicación", agrega, porque ese es "el origen de los impuestos altos y la ineficiencia estatal". Sus activistas odian a quienes, como Obama, han estudiado en universidades elitistas como Harvard o Columbia y la emprenden contra los inmigrantes sin papeles y los políticos de Washington. En cambio, valoran a una "hockey mom" (madre de colegial jugador de hockey), como se bautizó a sí misma la Palin, y a Scott Brown, el nuevo senador de Massachusetts, que se enorgullece por ser un hombre común y corriente con un virtud increíble: es dueño de una camioneta.

El nombre de este movimiento no es gratuito. Se origina en la llamada Boston Tea Party, la revuelta que tuvo lugar en esa ciudad el 16 de diciembre de 1773, cuando 60 hombres echaron al mar 342 paquetes de té de la Compañía de las Indias Orientales en protesta por el impuesto con el que la Corona británica gravaba ese producto, revuelta que impulsó nada menos que la guerra de independencia contra Inglaterra. Los patriotas norteamericanos se quejaban de que debían pagar ese gravamen sin que sus delegados lo hubieran aprobado en el Parlamento en Londres. Por eso un líder norteamericano, el bostoniano Samuel Adams, acuñó entonces la célebre frase "no taxation without representation" ("no debe haber tributación sin representación").

Nadie sabe hasta dónde llegará este movimiento ultraconservador y patriotero. Lo único seguro, sin embargo, es que se ha transformado en una fuerza política a la que tanto Obama como la oposición republicana tienen que pararle bolas.