Demócratas podrían verse perjudicados por críticas a torturas

16 de mayo de 2009

WASHINGTON (AP) — El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió a los demócratas en el Congreso que no hicieran una causa partidista de las polémicas tácticas de interrogatorios en el gobierno anterior de George W. Bush.

La líder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi ignoró la advertencia, de manera manifiesta, con lo que los demócratas, del presidente para abajo, podrían pagar el precio.
Sin embargo, hasta ahora es la misma Pelosi la que ha padecido el mayor daño.

Puede que nunca se determine exactamente cuándo se enteró por primera vez que se había usado el ahogamiento simulado contra sospechosos de terrorismo: En 2002 cuando ella era la demócrata de mayor rango en la Comisión de Inteligencia de la cámara baja o cinco meses después cuando asumió como líder del partido en esa cámara.

Sin embargo, la autoatribución de los demócratas de una superioridad moral en la cuestión se vio empañada por su explicación esta semana de que a principios de 2003 se concentró en ganar el control político de la cámara baja y no protestó en ese entonces contra lo que ahora califica de tortura.

Pelosi dice que la CIA y el gobierno de Bush la engañaron acerca de cuándo comenzó el procedimiento, pero los republicanos no tienen que librar esta batalla. Sólo tienen que mantener sus dardos contra ella y hasta ahora lo han hecho de manera eficiente, como se evidencia por los múltiples intentos que ha hecho aquélla por explicarse.

Los estadounidenses ya conocen el final de esta película que se está proyectando de atrás para adelante: los detenidos fueron sometidos al ahogamiento simulado, golpeados en la cabeza, abofeteados, desnudados y privados de sueño.

Si la ciudadanía estadounidense no está indignada ya, ¿acaso las audiencias que demuestren quién hizo qué cosa durante el gobierno de Bush conquistarán adeptos?
¿Y qué pasa con las afirmaciones del ex vicepresidente Dick Cheney? Asegura que los interrogatorios severos rindieron información que previno ataques.

Si esto se demuestra cierto, la gente podría terminar agradeciendo a Cheney, si bien sufrió un revés el jueves. La CIA rechazó su pedido de levantar el secreto sobre memorándum que dice que le darán la razón.

Antes de que esta saga política concluya dentro de algunos meses, ambos bandos se apuntarán triunfos y los demócratas tendrán también sus buenos momentos.

Un informe interno del Departamento de Justicia, a completarse pronto, podría recomendar una acción disciplinaria contra uno o más de los abogados de Bush que escribieron memorándum concluyendo que las tácticas de interrogatorios eran legales.
Esto por cierto daría argumentos a los demócratas en audiencias futuras, pero no elimina las señales de peligro.

El 21 de abril, al hablar sobre propuestas en el Congreso de formar una comisión bipartidista para estudiar los interrogatorios, Obama dijo: "Me preocupa que esto se politice tanto que no podamos funcionar efectivamente y afecte nuestra capacidad de llevar a cabo operaciones críticas para la seguridad nacional".

Si Obama está en lo cierto, se podría percibir que los demócratas perjudican la seguridad nacional. Eso sería un obstáculo de peso que daría argumentos a los republicanos para las elecciones legislativas del año próximo.