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María Mulata nació en 1982 en San Gil, Santander. Foto cortesía de la misma.

Entrevista

“Siempre me gustó la música que sabía a tierra”: María Mulata

La cantante colombiana es una de las invitadas al XII Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla. Hablamos con ella sobre su más reciente trabajo, su carrera y su presentación en la Arenosa.

Carlo Acevedo
18 de enero de 2018

La santandereana Diana Hernández, más conocida como María Mulata, cuenta con una discografía que, desde 2006, le ha apostado sin recelo alguno a la reinvención. La percusión predominante de Itinerario de tambores, el primero de sus álbumes, dista mucho de la guitarra acústica, la nítida voz de la cantante colombiana y las letras al mejor estilo cantautor que se aprecian en Idas y vueltas, el quinto y más reciente disco de María Mulata, lanzado a finales de 2017.

Como puede comprobarse al escuchar su obra, el imaginario musical de Hernández ha sido influenciado por el Caribe y el Pacífico de Colombia: Los vestidos de la cumbia (2008) es otro de los títulos que pueden hallarse entre sus discos. Hace diez años, antes de que su nombre se conociera nacional e internacionalmente por descubrir nuevas posibilidades para el folclor musical sudamericano, María Mulata se presentó en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar y recibió la prestigiosa Gaviota de Plata. Desde entonces, e incluso antes, la artísticamente incansable Diana Hernández se ha atrevido a redefinir su sello estético personal, siempre a partir de distintas tradiciones.

La música y empedernida investigadora, invitada especial del XII Carnaval Internacional de las Artes, contestó algunas preguntas sobre su más reciente trabajo, su carrera y las expectativas que tiene de su próxima presentación en Barranquilla.

Los primeros discos de María Mulata se concentran en resaltar géneros específicos. ¿En qué momento y por qué se vuelca hacia estos conjuntos más híbridos?

Por varias razones. En primer lugar, hace diez años estaba en una etapa de formación, de búsqueda constante de mi identidad como persona, como música y como colombiana. Había cantado toda mi vida música andina y entré a la Javeriana a estudiar canto lírico pero sentía que lo mío era lo popular. Encontré que mi canto se estaba contagiando de lo lírico y perdiendo los dejos específicos de la riqueza popular, así que empecé a buscar géneros que me arraigaran de nuevo a la manera natural e intuitiva de hacer música.

Itinerario de tambores fue mi único disco de una música específica, donde lo importante era mostrar un género que jamás había sido documentado en un trabajo discográfico que recogió las voces de cuatro cantadoras. Fue un trabajo producto de una investigación que terminó editándose porque lo vi necesario. En el 2009 lancé Los vestidos de la cumbia que fue el resultado de la investigación de repertorios de varias regiones, donde no solo se cantó un género específico sino ritmos del Pacífico, el Caribe, el Amazonas y la región insular de Colombia. Después de todo esto, era necesario encontrar un camino propio y ¿qué mejor camino que componiendo? Ese es el motivo de Idas y Vueltas

Sobriedad, que no significa simpleza, parece ser la propuesta estética de los once temas de Idas y vueltas. ¿Qué elementos musicales o poéticos decidió resaltar con el más reciente disco de María Mulata?

Pienso que como latinoamericanos compartimos mucho más que el idioma. Ritmos como la cumbia, el bolero, el pasillo, el vals han traspasado las fronteras imaginarias. Resaltar los elementos que compartimos con otras culturas latinas fue el eje de la inspiración musical de este disco. Las letras fueron inspiradas en los ires y venires de la vida, el amor y el desamor. Quería algo muy femenino, acústico, delicado, donde las cuerdas fueran protagonistas y la percusión fuera un elemento que estuviera en función de la letra y la melodía, y que cada detalle estuviera en el lugar que le corresponde.

El tercer tema de Idas y vueltas, ‘Tonada para dos tristezas’, es uno de los más sobresalientes del disco. ¿Cuál es la historia detrás de éste?

Es una de las canciones que no compuse, es una tonada venezolana que representa la cuota en el disco del país vecino. Es compuesta por mi gran amigo Ignacio Izcaray, y cuando la escuché me enamoré. La historia para contar detrás de esta canción es que fue grabada en la misma sala de grabación guitarra y voz y fue grabada en vivo, un día en el que una tristeza tan grande me invadía que parecían dos -como la tonada- y no sé cómo hice para cantar, solo sé que es la canción más sencilla del disco pero la más cargada de sentimiento. 

La lírica del álbum tiene temáticas recurrentes, mientras que la música entra y sale de atmósferas nostálgicas y otras más vívidas. ¿Cómo se relaciona este ir y venir con el título del álbum, Idas y vueltas?

Estas canciones son como el resultado de vivir un desamor yendo y viniendo por todas sus facetas, se canta desde la nostalgia, la tristeza, la sensación de enclaustramiento, de estancamiento, pasando por la rabia, el resentimiento... y la capacidad de burlarse de sí mismo cuando entendemos que no valió la pena el sufrimiento. ¿Qué más Idas y vueltas que la vida misma y el amor? ‘Agua’ es la canción que refresca los sentimientos, calma y purifica el alma, ‘Gira’ representa el momento en el que le damos la vuelta a la página y volvemos a creer.

Su música se ha caracterizado por resaltar las distintas músicas de Colombia como si fuesen una sola, dándole igual importancia a todas. ¿Cómo surgió esta pasión que tanto ha determinado su vida artística?

Desde muy pequeña, mis padres interpretaban, en las tertulias familiares, músicas de todas las regiones de Colombia, algo que después se convirtió en una profesión familiar. Viajábamos seis hermanos y sus padres por toda Colombia con el nombre de agrupación Campanitas. Siempre me gustó la música que sabía a tierra, no importaba de qué país, pero también sentía una responsabilidad y necesidad de cantar la mía, en todo lo que comprende su diversidad, alguien lo tenía que hacer.

Cinco años pasaron entre los lanzamientos de sus dos discos más recientes, ¿qué ocurrió en la carrera de María Mulata durante ese tiempo?

Mientras replanteaba mi rumbo musical y me dedicaba a confiar más en mí como compositora, fundé el proyecto Colcha de retazos que es como una academia itinerante con el propósito de difundir las músicas colombianas en niños que se encuentran en estado de vulnerabilidad, donde la música es una herramienta de reconstrucción social, que sana y transforma vidas. Realicé cuatro pilotos del proyecto en Soacha, Palenque, Fundación CRAN, y Fundación Cardioinfantil. Sin embargo nunca dejé de cantar, en ese intervalo de tiempo me inventé un espectáculo que recupera los villancicos y los rituales de la navidad colombiana, Navidad nuestra, y realicé giras por Asia, Europa y Estados Unidos con mi show "De cantos y vuelos".

Ahora hablemos de Diana Hernández por fuera de la música, o además de ella: ¿qué otros proyectos personales ocupan su mente en este momento?

Colcha de retazos es uno de los proyectos que se roba mi mente y mi corazón, la idea es seguir trabajando en el piloto Sonidos de la salud que promueve Abbott en alianza con la Fundación Cardioinfantil. Seguir diseñando pilotos pedagógicos para implementar en más comunidades. A su vez fortalecer Bahía Mulata, que es una tienda virtual de accesorios artesanales cuyas ganancias financian y dan sostenibilidad a los proyectos sociales. Todo esto en realidad es el propósito de vida de Diana Hernández y va de la mano con el de María Mulata, por supuesto. Para quienes quieran saber más de estos pilotos pueden buscar Canta, sonidos de la salud en YouTube. 

En su duodécima edición, usted será parte del Carnaval Internacional de las Artes, en Barranquilla. ¿Qué expectativas tiene de su presentación el próximo 26 de enero en la Arenosa, sobre todo siendo esta una ciudad que tanto se identifica con las músicas que ha explorado?

Creo que es la oportunidad de que los asistentes comprendan lo que hago, que no necesito haber nacido allá para interpretar la música que amo, porque soy un retazo más de color entretejida por el mismo hilo que conforma la gran colcha de retazos, en donde la diversidad es nuestro elemento primordial de identidad. Cuando los regionalismos nos alejen, que el lenguaje universal de la música nos una.