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Miguel Caballero exporta chalecos blindados a 52 países. Esta industria es una de las de mayor proyección internacional. | Foto: foto: juan carlos sierra-semana

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Recuperar la pasión por lo producido en el país

Apoyar la industria nacional es unirnos para defender y salvar múltiples empleos que en este momento se están perdiendo. Es mil veces más efectivo proteger empresas existentes que tratar de crear nuevas.

Bruce Mac Master*
18 de julio de 2020

Si algo nos deja la actual situación es la certeza de que somos inmensamente más vulnerables de lo que creíamos y de lo que quisiéramos aceptar. Vulnerables como seres humanos y vulnerables como sociedad. Muchos inamovibles han desaparecido o tambaleado. Tradiciones, derechos, historias de años y años, instituciones, en general todas las invenciones humanas han demostrado ser tan efímeras como cualquiera de nuestras vidas. Dura pero trascendental lección estamos recibiendo.

La hipótesis principal de este artículo es que el mundo, sí, está cambiando. No solo durante esta época, que no sabemos ¿cuánto durará? Hay indicios de que habrá cambios estructurales a los cuales debemos dedicar nuestra máxima atención. Lo único que no nos puede pasar es que lleguemos a un nuevo mundo y no nos hayamos preparados para enfrentarlo.

No sabemos cómo se reconfigurarán muchas cosas para ese nuevo mundo, pero hay algunas que sí sabemos. Tendremos el mayor desempleo de la historia, volveremos a niveles de pobreza que creíamos superados, desaparecerán empresas, los Estados tendrán niveles de endeudamiento superiores a los que hubieran sido considerados aceptables hasta ahora, la antes considerada megatendencia a aumentar exponencialmente los viajes será revisada por muchos, seremos cada día más digitales, se podrá trabajar menos presencialmente, nos cuidaremos más de cualquier versión de gripa, los sistemas de salud tendrán mayor prioridad, nos consideraremos más vulnerables a situaciones que desconocemos. 

La percepción y valoración de riesgos, especialmente en lo económico, será completamente revaluada. Por ejemplo, ¿hay riesgo de que el comercio internacional cambie sus patrones y el camino a la globalización total sea interrumpido? Parecería que sí. La idea, para muchos utópica, de que el planeta es una gran unidad productiva, que debe atender a la totalidad de su población con la mejor utilización de los recursos disponibles, parece que no será implementable en el futuro cercano. La globalización, para muchos, desapareció en la versión que conocíamos.

Lo anterior, por muchas razones; no parece viable pensar en las cadenas de valor globales, en las cuales parecía que por un lado iban las relaciones comerciales y por el otro, las relaciones políticas internacionales. Es clara la intención de China de desbancar a Estados Unidosy a Europa de la posición de liderazgo que han tenido durante más de un siglo. Es clara también la reacción de los últimos de tratar de defender su posición desde hace ya algún tiempo. ¿Qué incentivo tendrán entonces las potencias de Occidente para seguir fortaleciendo a su principal rival?

Esta nueva alineación entre los intereses políticos, económicos y comerciales seguramente conducirá a disminuir la dependencia de muchos procesos y productos de los países, de las plantas y facilidades que habían venido instalando en países como China. En algunos casos se conocen ya procesos de relocalización en marcha, en otros lo mínimo que veremos será una diversificación que disminuya la dependencia y por lo tanto el riesgo que implica estar ubicado en un país que es el gran competidor por la predominancia mundial. 

En este escenario, Colombia tiene probablemente su principal oportunidad de muchos años. Se trata de la oportunidad de posicionarse como una alternativa para la relocalización que se viene. Ser parte de las nuevas cadenas, probablemente ahora regionales, de valor. ¿Por qué podemos ser una buena alternativa para ello?; existen varias razones que nos permiten pensar en nuestras ventajas. Ubicación geográfica, talento, mano de obra calificada, instituciones fuertes, democracia y, también, afinidad geopolítica con las potencias de Occidente. Con seguridad este será un factor para tener en cuenta en esa reconfiguración de las nuevas cadenas de valor. 

En la última década,  Colombia se ha convertido en un epicentro de la industria cervecera de Suramérica. En el mercado es posible encontrar todas las gamas de la bebida.

Sin embargo, lo anterior no será suficiente. Esta idea ya la tienen muchos, en México, Perú, Chile, Argentina y otros países están diciendo lo mismo. La competencia por la inversión internacional, en países todos afectados por niveles inmensos de desempleo, será a muerte. La gran competencia se viene por la inversión. ¿Seremos capaces de convertirnos en el mejor destino para las inversiones derivadas de la relocalización? Se requerirá de una gran visión estratégica para lograrlo, de una gran decisión nacional. Tendremos que cambiar algunas cosas, crear algunas otras y solucionar obstáculos y barreras que hoy no nos hacen ser el país más atractivo para la inversión.

La agenda es conocida, lo que no sabemos es dar los debates difíciles. Nos cuesta mucho asumir la discusión profunda y estructural de temas tributarios, laborales, pensionales, fiscales, de educación, de justicia o de competitividad. ¿Podremos dar estos debates y tratar de construir una agenda estratégica de desarrollo que nos permita ser ganadores dentro de esta reconfiguración que se está dando?

Una alternativa es, si no queremos dar todo el debate, que concentremos en crear las condiciones adecuadas para al menos ofrecer las condiciones que nos permitan competir con éxito por las nuevas inversiones. Crear un escenario suficientemente atractivo para las nuevas inversiones, de manera que seamos elegidos el destino de estas. Ofrecer al menos lo que ofrecen otros países. Por ejemplo, mediante zonas económicas especiales o regímenes especiales para nuevas inversiones que vengan a crear el empleo y desarrollo que tanto vamos a necesitar. 

Otra arista de la reconfiguración de comercio parece un poco más radical en su intención de reducir la dependencia internacional, buscando además privilegiar los productos con mayor componente de mano de obra local, en un mundo en el cual el desempleo es uno de los mayores problemas. Es esperable que los países quieran estimular la creación de empleo en su territorio, es mandatorio hacerlo. Es muy importante buscar exportar, pero no podemos darnos el lujo de no aprovechar nuestros mercados locales para generar más empleo. Desde hace ya varios años muchos estados de la Unión Americana han venido impulsando campañas como Buy Local –compre local–, que buscan apoyar a las empresas que generan empleo en la economía cercana. Es legítimo hacerlo y es lógico. Es cada vez más común ver consumidores conscientes de que lo que compran es el resultado de prácticas sostenibles, de productos que cumplen la ley o de productos que generan empleo en sus entornos.

Desde la Andi hemos lanzado el Decálogo de Apoyo a la Empresa Nacional, entiendo por esta a todas las empresas que generan empleo en Colombia, sin importar el origen de su inversión. Es importante que haya cada vez más empresas y más empleo en nuestro territorio, lo necesitamos.

No se trata de proteccionismo. Es decir, no se trata de ponerles trabas o impuestos a los productos importados. Se trata de generar una estrategia que permita tener cada vez más oportunidades y empleos en el país. Estimular a los consumidores, empresas y Estado colombiano a que usen el poder de elegir para que con sus acciones compren y generen empleo y bienestar. Pero, en todo caso, no podemos permitir ninguna forma de competencia desleal de productores de otros países. Las prácticas desleales de comercio son consideradas una gran afrenta por parte de muchas naciones, porque lesionan el empleo, lesionan a las familias, a las empresas y al Estado. 

El Decálogo busca también que nos unamos en la defensa y salvamento de las múltiples empresas y empleos en dificultades en este momento. Es mil veces más efectivo salvar empresas existentes que tratar de crear empresas nuevas. ¿Qué tal, por ejemplo, exonerar completamente de impuestos por un periodo a empresas, hoteles, aerolíneas, agencias de viajes, restaurantes o centros de convenciones en dificultades que de lo contrario desaparecerían?, esta alternativa tendría costo fiscal neutro, ya que de lo contrario las empresas no serían viables.

Nos llegó el momento de pensar y actuar por fuera de nuestra zona de confort para construir una nueva versión de nosotros mismos. 

*Presidente de la Andi