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Investigadores de la Fiscalía hicieron una inspección en la Tercera Brigada de Cali. Al azar buscaron 170 armas incautadas que deberían estar allí guardadas. Ochenta de ellas no fueron encontradas.

JUDICIAL

Armas: carrusel de la muerte

La Fiscalía investiga por qué gran parte del armamento decomisado que custodia la Tercera Brigada de Cali termina de nuevo en manos de los bandidos.

5 de octubre de 2013

El pasado 13 de agosto, una mujer que salía de la Tercera Brigada del Ejército en Cali fue detenida por hombres del Gaula militar, que vieron algo sospechoso en su actitud. Al requisarla se llevaron una sorpresa: en la cartera llevaba siete revólveres que acaban de entregarle nada menos que en el depósito de armas de la guarnición, donde terminan almacenadas todas las armas incautadas por las autoridades a la delincuencia. 

Cuatro de esos revólveres habían sido usados en distintos homicidios en 2007 y ahora, por lo visto, salían de la brigada de vuelta a las manos de otros bandidos, en un siniestro carrusel que tiene muy preocupada a la Fiscalía.

Este no era el primer incidente de este tipo. Semanas atrás, otro hombre había sido detenido en Cali, poco antes de cometer un homicidio con un revólver calibre 38 especial. El arma, en teoría, debería estar guardada en las instalaciones de la brigada pues había sido entregada a esa unidad militar en abril de 2011 luego de ser decomisada a un sicario que asesinó dos personas. Pero, inexplicablemente, estaba en la calle y a punto de ser reutilizada para otro crimen. 

Estos casos han encendido las alarmas entre las autoridades en Cali, una ciudad donde la violencia homicida se ha disparado en los últimos años. Todo indica que, con las armas que se decomisan a los delincuentes, se ha establecido todo un carrusel. 

Cuando las autoridades arrestan a un criminal y le decomisan su arma, el primero va a la cárcel y la segunda debe terminar en el depósito de la Tercera Brigada. Pero esto no está ocurriendo y de esa guarnición militar están saliendo decenas, quizá cientos, de armas incautadas que son vendidas o alquiladas a todo tipo de criminales. 

Como sorprender bandidos con armas decomisadas se volvió tan frecuente, hace dos semanas el CTI de la Fiscalía hizo una inspección al depósito de la brigada. Con registros en mano, buscaron al azar 170 que en teoría deberían estar allí almacenadas. Para sorpresa de los investigadores 80 de ellas no aparecieron. Ese porcentaje da una idea de la colosal magnitud que podría tener el problema. 

Si bien se trata solo de una muestra pequeña, aún está por establecerse cuántas pueden haberse ‘perdido’ de un depósito en el que, en total, hay 16.000 armas de todo tipo, incluyendo fusiles y lanzagranadas. Solo este año, hasta septiembre, 2.000 armas decomisadas fueron enviadas a la Tercera Brigada.

El precio de venta de un revólver decomisado en la Tercera Brigada, que es el arma más pedida por los delincuentes, oscila entre 200.000 y 500.000 pesos. Su alquiler está entre 20.000 y 100.000 pesos. 

Los responsables del depósito de armas fueron suspendidos y  un cabo y un sargento están bajo investigación. Sin embargo, lo más grave es que el armamento decomisado termine ‘reciclado’ al servicio de las necesidades de  criminales que son, en inmensa medida, los responsables de la grave situación de violencia homicida por la que pasa desde hace unos años la capital de Valle.

Entre enero y septiembre de 2013 Cali registró 1.625 asesinatos, 155 más que en el mismo periodo del año anterior, lo que la tiene como una de las ciudades más violentas del país. Sin grandes narcos o grupos mafiosos en el escenario actual, parte de ese fenómeno se debe a disputas entre bandas por el control del narcotráfico y a la descomposición que ha llevado a cientos de personas, muchas de ellas menores de edad, a encontrar en el crimen la forma más fácil de ganarse la vida.

Extorsiones, atracos y asesinatos por encargo se han vuelto al pan de cada día. Más del 50 por ciento de los crímenes se comete con armas de fuego.

Y hay indicios de que este carrusel de las armas que se decomisan y regresan a manos de quienes las usan de nuevo para matar podría estar teniendo lugar en varias otras ciudades de Colombia.