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La niña fue reportada desaparecida desde la tarde del sábado y su cuerpo fue hallado en una zona boscosa, el domingo. | Foto: Zona Cero

CRIMEN

Las historias del estremecedor asesinato de una niña en Barranquilla

La pequeña María José Ortega, Mao, fue reportada desaparecida desde la tarde del sábado y su cuerpo fue hallado el dominfo al pie de un arroyo en una zona boscosa. Este miércoles un hombre y un adolescente fueron asegurados por el crimen.

23 de mayo de 2019

Cuando Jerry, un joven de 16 años (cuyo nombre real se cambia por ser menor de edad) fue capturado el domingo pasado por la Policía de Infancia y Adolescencia de Barranquilla, la comunidad estaba convencida de su responsabilidad en la desaparición y posterior asesinato de la pequeña María José Ortega, de apenas seis años de edad.

El perfil de Facebook del chico el lunes tenía todavía unos 50 amigos. Su última fotografía pública data de noviembre de 2018, aparece sentado de medio lado en una cama haciendo una pistola con las manos. La foto está acompañada por una expresión que parece un ruego: “Dios toma el control de esta vida”. Al parecer el joven era consumidor regular de alucinógenos y alcohol, y se dedicaba a reducir cables para sacarles el cobre y ganar algo de dinero.

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El mismo domingo, ante los investigadores de la Policía y de la Fiscalía, James empezó a narrar su tenebrosa versión de los hechos que llevarían a otra detención horas más tarde, la de su tío Gimmy José Chapman. Él, según el joven, le habría ofrecido 500.000 pesos por asesinar a la menor de edad como escarmiento a Teresa, la abuela de la menor, por una presunta deuda impaga de 120.000 pesos.


(Foto: cortesía Zona Cero) 

Eso habría ocurrido en la tarde del sábado. Supuestamente Chapman, mientras bebía al frente de su casa en el barrio Evaristo Sourdis —suroccidente de Barranquilla—, le habría hecho el ofrecimiento a su sobrino.

El hombre, dedicado a la compra y venta de chatarra, habría estado iracundo con Teresa no solo porque se negaba a pagarle, sino porque cuando se veían —siempre según el testimonio del joven— discutían y se decían vulgaridades. Por lo que Chapman le ordenó: "Ahógala, métele un puntazo y tírala en un jagüey".

Chapman, según el joven, le habría ofrecido 500.000 pesos por asesinar a Mao como escarmiento a Teresa, la abuela de la menor, por una presunta deuda impaga de 120.000 pesos.

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“Eso es mentira de esa deuda, no le debíamos nada, él no tenía ningún interés en matar a mi hija. La versión del pelao Jerry es mentira. Nosotros tenemos un año de conocer a esa gente. Nunca se nos ocurrió que iba a hacer una vaina de esas”.

Las inopinadas palabras corresponden a Leida Marcela Ballestas, madre de María José. Su versión de los hechos contradice la entregada por el adolescente a la Policía y a la Fiscalía sobre las motivaciones del crimen, la misma que fue presentada ante el juez de garantías y divulgadas a la prensa barranquillera.

Sobre las 6 de la tarde del sábado, Ballestas había salido junto con su hija mayor a comprarle unos zapatos colegiales en la zona comercial del vecino y populoso barrio La Paz, prometió no demorarse, pero cuando regresó 40 minutos después, María José no estaba en ninguna parte.

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La pequeña se había quedado jugando en la puerta de su casa con su tía de 10 años mientras su abuela permanecía adentro de la vivienda viendo televisión. Tras la desaparición, sus familiares empezaron a buscarla de casa en casa con la esperanza de que apareciera y a las 9 de la noche, al no hallarla, llamaron a la Policía. Por lo que contó la comunidad, Jerry siempre fue considerado el principal sospechoso.

Según dijo Leida al diario El Heraldo, el joven habría cometido el asesinato por voluntad propia, una supuesta venganza porque su familia lo había rechazado al intentar sostener una relación sentimental con una de sus hermanas menores.

Leida narró que el joven “tuvo un noviazgo con mi hermana y mi mamá no los dejaba tener la relación, le pedía a ella que lo dejara. Por eso ella se cansó y lo abandonó. Él mismo dijo que mi mamá no los dejaba ser novios”.

El joven habría cometido el asesinato por voluntad propia, una supuesta venganza porque su familia lo habría rechazado al intentar sostener una relación sentimental con una de sus hermanas menores.

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“Soy inocente, no he hecho nada”. Esas fueron las palabras del detenido Gimmy Chapman al llegar al Centro de Servicios Judiciales, en el centro de Barranquilla, donde el domingo lo esperaba la prensa, según destacó el portal Zona Cero.

Minutos antes, los comunicadores habían escuchado las palabras del general Mariano Botero, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, que se refirió al caso de la niña de seis años hallada con una herida de arma blanca en el cuello en la canalización del arroyo León, en el barrio Caribe Verde, cerca del Sourdis. “María José fue metida en un saco y lanzada al arroyo”, sostuvo.

El oficial reafirmó la versión de que todo se debió a una deuda de 120.000 pesos y que, en venganza por no cubrir la deuda, Chapman — de 45 años y dedicado a la compra y venta de chatarra—le habría ofrecido el medio millón de pesos para asesinar a la pequeña.

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”Con los elementos que se entregó a la Fiscalía, inmediatamente esta no dudó en generar la orden de captura contra Gimmy Chapman, y orden de aprehesión por el adolescente”, dijo el general.

La familia del capturado lo acompañó a la audiencia y llevaban recortes de periódico con los que buscaba demostrar que Jerry tenía antecedentes de comportamientos antisociales y violentos.

"Tiene problemas sicológicos", declaró a los periodistas la esposa de Gimmy al mostrarles recortes de prensa de 2016 que informan del ataque con arma blanca del joven de entonces 13 años a una tendera del Sourdis, dejándola herida. Ella lo denunció por el robo de 2,5 millones de pesos.

La familia del capturado lo acompañó a la audiencia y llevaban recortes de periódico con los que buscaba demostrar que Jerry tenía antecedentes de comportamientos antisociales y violentos.

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La mañana del domingo una pareja que se encontraba cerca del arroyo León, cerca de Caribe Verde, presenció una imagen que les quitó el aliento. Es un sitio desolado sitio, a donde reducidores llegan a quemar cables que hurtan para extraer el cobre que contienen.

Precisamente el hombre estaba en esa labor, mientras la mujer, que llevaba consigo a su hija de brazos, observaba que todo estuviera tranquilo bajo el manto gris del cielo que presagiaba lluvia. De pronto, vio en las aguas del arroyo lo que parecía ser una muñeca.

La mujer, intrigada, le arrojó una piedrecita pero el sonido al caer no hizo más que aumentar su curiosidad y la de su pareja. Fue cuando decidieron usar una vara que confirmaron sus mas terribles sospechas: era el cuerpo de una niña envuelta en un saco cubierto de ramas.

El hombre, según contó Zona Cero, corrió hacia la adyacente avenida Circunvalar donde se topó de frente con una patrulla de la Policía que había advertido ya la quema de los cables. Les contó a los uniformados de su hallazgo y de inmediato inició la inspección, donde se encontró rápidamente la herida con arma blanca en el cuello de la víctima.

La noticia corrió como pólvora y llegó a los oídos de Leida, que tiene cinco meses de embarazo, y recién había estado en la Fiscalía entregando detalles de la desaparición de su hija. Llegó en minutos al sitio, donde ya estaba concentrada la muchedumbre.

“Es ella, es ella”, alcanzó a exclamar devastada antes de caer sin sentido. Tiempo después, investigadores de la Sijín iniciaron la recolección de pruebas y miembros del Esmad llegaron, previendo desórdenes. Pero poco pudieron hacer. La turba enardeció y le prendió fuego a la vivienda donde vivía Jerry, a quien todos acusaban de haberse llevado a María José.

El levantamiento del pequeño cuerpo tomó a los peritos forenses unas tres horas, en medio de la inclemente lluvia que se desató sobre Barranquilla.

Fue cuando decidieron usar una vara que confirmaron sus mas terribles sospechas: era el cuerpo de una niña, envuelta en un saco y que habían intentado cubrir con unas ramas.

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A Jerry lo habían interrogado la noche del sábado, pero lo dejaron ir porque no hubo mayores pruebas contra él más que algunos testimonios que señalaban de haber estado con la niña antes de que desapareciera.

Relató a los uniformados que había visto a la pequeña frente a la casa de ella en compañía de la tía, de 10 años de edad. Dijo que envió a ambas chicas a la tienda del vecindario para que le hicieran un mandado y, como agradecimiento, le dio a cada una una bolsa de mamoncillos.

Según el reporte policial, el joven manifestó haber dejado a las menores jugando al frente de su vivienda "sin saber más nada de ellas hasta que escuchó que María José no estaba en casa”.

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Sin embargo, parece que el remordimiento le pudo más. El domingo, durante el levantamiento, según el acta del procedimiento que fue leída en audiencia judicial, “en el sitio se encontró un menor que dijo que conocía los hechos y quería decir la verdad, este dijo ser responsable del hecho en un interrogatorio”.

En efecto, una vez el joven fue llevado al Centro de Servicios Judiciales para Adolescentes (Cespa) entregó su versión de los hechos, que los investigadores encontraron como “coherente” con lo ocurrido. No obstante, involucró a su tío como presunto autor intelectual del crimen.

Lo que contó fue tenebroso. Jerry habría llegado al frente de la casa de María José vivía, donde jugaba con su pequeña tía, mientras su abuela veía televisión. Él se quedó con María José y envió a la otro niña a la tienda como distracción. Cuando esta regresó, no la encontró y dio la voz de alerta a su familia.

Entretanto, mediante engaños, Jerry se había llevado a Mao a su casa. En su habitación la habría apuñalado en el cuello, en medio de ruegos para que no le hicieran daño. Procedió a envolverla, todavía viva, en un saco y la metió en una canasta plástica y la cubrió con varias prendas.

Mientras anochecía llamó a un taxi conducido por un conocido —a quien las autoridades investigaron y dejaron libre— y aparentemente le habría dicho que lo llevara hasta la zona enmontada de Caribe Verde, donde le dijo que quemaría unos cables que llevaba en la canasta. Una vez allí, habría de concluir su monstruosa tarea: arrojó a la niña al arroyo que por allí fluye y, según su propio, testimonio duró más de cinco minutos ahogándola.

Procedió a envolverla, todavía viva, en un saco y la metió en una canasta plástica para ropa sucia y la cubrió con varias prendas.

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Un juez de garantías envió en la tarde del jueves a Gimmy Chapman a un establecimiento carcelario y le imputaron el cargo de feminicidio agravado, que no aceptó. “Ese pelao es un loco, un demonio”, dijo sobre su sobrino, que está en un centro de reeducación localizado en el departamento de Bolívar. Tanto tío como sobrino presentan anotaciones por hurto, según la Policía.

(Foto: cortesía Zona Cero) 

El caso pasará a la etapa de juicio oral, donde las partes deberán demostrar sus plenteamientos. Un complejo caso en el que la justicia deberá actuar con cautela y determinar quien es el responsable sobre el que deberá caer todo el peso de la ley.