REGIONES
Ausencia de turistas le genera grave crisis a Cartagena
Sin el turismo y con más de la mitad de sus habitantes sin su principal fuente de ingresos, la capital de Bolívar vive una crisis sin precedentes.
Cartagena sin turistas no es Cartagena. Y no se trata de una licencia literaria. Es la realidad de una de las ciudades símbolo del país, porque el sustento de 552.000 personas –más de la mitad de su población– está cimentado en las actividades turísticas. El frenazo que el coronavirus le ha puesto a su industria sin chimeneas podría terminar de meterle presión a una bomba social que amenaza con estallar.
Las cifras pueden sonar astronómicas, pero explican la crisis que vive hoy la desolada ciudad. De las 428.000 personas reportadas como ocupadas en 2019, 138.000 tenían trabajos relacionados con los sectores de comercio, hoteles y restaurantes, y cada uno de ellos aporta al sustento de una familia promedio de cuatro integrantes.
El año pasado, 3.289.509 personas visitaron Cartagena, y desde ejecutivos hoteleros pasando por chefs, vendedores ambulantes y una lista larga de trabajadores se beneficiaron de su estadía. Y es imposible sostener la economía local sin los turistas. Las reuniones en grupos de esas personas se convierten en empresas relacionadas con el turismo, que representan casi una quinta parte del total en la ciudad y, sin lugar a duda, es el ramo con mayor afectación. En plata blanca, el sector aportó el 17 por ciento del PIB total de Bolívar en 2018, equivalente a 6,2 billones de pesos.
Son números detrás de rostros golpeados por la crisis, de una población que de por sí ya arrastra muchos problemas socioeconómicos. Porque, irónicamente, aunque todos los negocios alrededor del turismo se consolidaron en los últimos años y los ingresos fiscales han tenido un buen desempeño, la Heroica presenta un rezago en la inversión promedio anual por habitante. Por ejemplo, en las 13 principales ciudades del país esta fue de 931.385 pesos en los últimos 18 años, y en Cartagena solo alcanzó 824.399 pesos.
Con la llegada del coronavirus la situación se agravó. Así quedó evidenciado en la Encuesta Nacional sobre el Impacto Económico de Covid-19, de la Cámara de Comercio de Cartagena (CCC), que determinó que el 82 por ciento de las compañías no subsistirían más de dos meses con recursos propios si esta situación se extiende. Solo en el centro histórico podrían cerrar más de 2.000, y otras 1.000 en sectores como Bocagrande, Getsemaní y Manga.
El peso del sector es determinante y su caída tiene impacto en otras áreas productivas. Si la cuarentena se prorroga por más de 60 días, se podrían perder 261.000 empleos formales. Y el 64 por ciento de esos nuevos desocupados serían personas que hoy laboran en comercio, turismo y servicios. Uno de los subsectores más importantes es el de bares y restaurantes, que en Cartagena contabilizan 2.934. El 22,2 por ciento de ellos funcionan en el área turística, y los estudios de la CCC estiman que el 68,6 por ciento de esos negocios tampoco subsistirían más de dos meses.
Frente a la playa, en el baluarte de Santo Domingo, está el Café del Mar, uno de los sitios de encuentro más representativos. Julián Sánchez, su director administrativo, cree que la situación de las compañías es preocupante, pero que en este momento la prioridad debe ser el tejido social, el cual podría colapsar si el Gobierno nacional no toma medidas rápidas. “Tenemos 15 años de trabajo en riesgo y 75 personas que trabajan con nosotros. Sin embargo, las empresas se vuelven a parar con tiempo; aquí lo más importante es pensar en la gente primero, subirnos todos en el mismo barco y así salimos más rápido de esto”.
Según la Federación Nacional de Comerciantes, 51,7 por ciento de los empresarios reportaron una reducción de ventas entre un 80 y 100 por ciento de lo que normalmente estarían facturando a la fecha.
Con las dramáticas cifras, Juan Pablo Vélez, presidente ejecutivo de la CCC, dice que hay que sumar esfuerzos en estrategias que reactiven la economía local sin arriesgar la integridad de la población. Es decir, con planes de aislamiento colectivo e inteligente y siguiendo las medidas de bioseguridad en las compañías. Además, de forma progresiva, con los sectores priorizados que generen alto impacto en lo económico. Sobre el turismo, piensa que se debe aprovechar para llegar a los máximos niveles de seguridad, calidad y competitividad de destinos, con experiencias innovadoras y así absorber una importante cuota en el mercado una vez se supere la emergencia global.
Sin sus cocheros saliendo de las pesebreras en Chambacú, para luego esperar clientes en la plaza de los Coches, atrás del Reloj Público, bien cerca de Donde Fidel, no parece Cartagena, pero es una imagen real de la crisis. Ese movimiento generado por los turistas inyecta dinero en los negocios que hoy están paralizados. Según la Federación Nacional de Comerciantes, 51,7 por ciento de los empresarios reportaron una reducción de ventas entre un 80 y 100 por ciento de lo que normalmente estarían facturando a la fecha.
Las palomas deambulan sin preocupaciones sobre plazas, parques y sitios turísticos de la Ciudad Amurallada, donde hasta hace unos días se concentraban los turistas.
Camas y sillas vacías
El panorama es oscuro, en especial para el gremio hotelero. Antes de esta emergencia, la ocupación promedio estaba en el 65 por ciento. Hoy no llega al 2. El 97 por ciento de los hoteles están cerrados y los que permanecen abiertos lo hacen para atender personal médico y turistas que se quedaron varados. El impacto de este sector en la fuerza laboral de la ciudad es muy fuerte. La ecuación es directa: hay 17.000 habitaciones de hotel y cada una de estas genera 1,5 empleos. A eso hay que sumarle la mano de obra temporal que se contrata para eventos.
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"Lo más difícil será alcanzar de nuevo la demanda de servicios que la ciudad construyó en los últimos 20 años": Martha Lucía Camargo.
Para eso será necesario un compromiso político real, una Alcaldía y gremios que tengan la voluntad de sentarse a realizar planeación para la reactivación de la cadena de valor. Sabe que será duro, pero esta lideresa gremial prefiere soñar y pensar que también es una gran oportunidad para organizar a todos los operadores informales que existen e integrarlos a nuevos emprendimientos. “Por supuesto, hará falta una gran inversión de capital. Y tener claro que nuestros primeros turistas deben ser los propios colombianos: hay que invitar a la gente a conocer su país”.
Juan Pablo Borge, del grupo empresarial La Movida, cree que toda esta situación de la covid-19 provocará un gran retroceso en los avances que se habían logrado con esfuerzo. Por tanto hay que evitar a toda costa que el Centro Amurallado de Cartagena se convierta en un pueblo fantasma, porque es una positiva vitrina al mundo.
Para que la situación no se complique, el empresario ve necesario que los Gobiernos nacional y distrital activen medidas desde ya que ayuden a sobrevivir en esta tempestad y se reflejen en beneficio de la gente: “Como subsidios, exoneraciones de impuestos de los inmuebles del centro histórico y estimulación del turismo nacional por carretera con medidas como la disminución del costo de los peajes”.
Para Anato, el gremio que agrupa las agencias de viaje del país, esta es la peor crisis del sector en la historia reciente porque el 96 por ciento de los países han puesto restricciones a los viajes. Sus asociadas al Capítulo Noroccidente, que incluye a Cartagena, registran pérdidas que superan los 6.000 millones de pesos en cancelaciones. “A pesar de esto, podemos superarlo. Para ello le hicimos al Gobierno nacional un paquete de peticiones, como establecer subsidios y líneas de crédito acordes con la necesidad, entre otros”, dice María Camila Carrascal.
Es raro ver el camellón de los Mártires sin los vendedores de paquetes turísticos, cruzando de lado a lado entre el parque Centenario y Los Pegasos. Trabajadores que, como muchos otros, se quedaron sin nada qué hacer. Por eso, para entender lo que enfrenta el Corralito de Piedra es preciso tener claro que el 26 por ciento de la población, más de 268.000 cartageneros, vive en condición de pobreza, según datos de Cartagena Cómo Vamos. Lo que significa que es una de las dos ciudades más pobres entre las siete principales capitales del país.
Y aunque la tasa de desempleo en la Heroica, 8,7 por ciento, fue inferior al promedio nacional el año pasado, 54 por ciento de los ocupados estaban en actividades informales. Muchos de ellos, engranados en la cadena del turismo. Es una situación social de mucha presión que necesitará de la voluntad y trabajo de todos para evitar que explote. Algo en lo que todo el país podría aportar porque, por motivos diferentes, cada colombiano siente que tiene algo de cartagenero.