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“En los próximos diez meses nos vamos a jugar los próximos 20 años de Colombia” | Foto: Daniel Reina

EN PLATA BLANCA

"Los empresarios están siendo injustos con el presidente"

Habla Mauricio Rodríguez, quien renuncia a la embajada en Londres para venir a ayudar al gobierno en el tema de la paz, la pobreza y el empleo, como consultor del BID.

María Jimena Duzán
19 de octubre de 2013

MARÍA JIMENA DUZAN: ¿Estoy ante el nuevo gurú de las comunicaciones del presidente Santos?

MAURICIO RODRÍGUEZ: Lo primero que me toca explicar es a qué no vengo. No voy a hacer el alto consejero para las Comunicaciones, no vengo a trabajar por la eventual reelección del presidente Santos, no tengo aspiraciones de ser alcalde de Bogotá, ni soy el nuevo gurú estratégico del gobierno Santos. Vuelvo al país como consultor del BID en programas de apoyo al gobierno en temas de paz, pobreza y empleo. Tres temas en los que he investigado a lo largo de mi vida y ahora quiero poner ese conocimiento al servicio del país. 

Tendré un despacho en la Presidencia porque voy a trabajar con Sergio Jaramillo en el tema de paz, con María Lorena Gutiérrez en el tema de pobreza y con la oficina del alto consejero para la Competitividad el tema del empleo. Sin embargo, también voy a tener mi oficina en La Candelaria, donde voy a trabajar como consultor independiente. 

M.J.D.: ¿Y no se prestará esa consultoría para que digan que usted está ahí porque es cuñado del presidente? 

M.R.: Soy hermano de la primera dama y me siento orgulloso de serlo. Pero no estoy aquí por ser cuñado del presidente, porque él ni me nombró ni me llamó. Fue el BID que me propuso esta consultoría –y así suene a cliché y haya gente que desconfíe de mi respuesta porque pueden pensar que lo hago por solidaridad familiar–, me devolví porque me duele Colombia y porque quiero aportar todo lo que pueda en este momento clave: tengo el pleno convencimiento de que en los próximos diez meses nos vamos a jugar los próximos 20 años de Colombia. 

M.J.D.: ¿Usted no cree que los empresarios han brillado por su ausencia en temas tan cruciales como la paz?

M.R.: Tiene toda la razón. Muchos empresarios aún no se han puesto la camiseta de la paz y creo que tienen el deber de ponérsela. No solamente porque eso es lo correcto –creo que todos los colombianos tenemos la obligación moral y ética de detener este río de sangre– para que los recursos que hoy se invierten en esa guerra puedan ser invertidos en escuelas, hospitales, carreteras, sino porque les conviene. Hay cálculos que demuestran que con paz el país crecería entre 1 y 2 puntos porcentuales adicionales. 

M.J.D.: En la revista ‘Dinero’ hay una encuesta entre los empresarios sobre el proceso de paz en que muestran no solo su escepticismo sino su poca disponibilidad de invertir en ella: ¡Solo el 42 por ciento estaría dispuesto a pagar más impuestos en un eventual posconflicto!

M.R.: Esa es una de las razones por las cuales regreso a Colombia. A hacer esa pedagogía de la paz. A recordar cuáles son los costos de la guerra y los beneficios de la paz. Ahora vengo a ser embajador, pero de la paz. ¿Ante quién? Pues ante los escépticos, ante los empresarios, ante los críticos, los indiferentes, ante los periodistas. 

Infortunadamente he encontrado mucho escepticismo y en algunos casos he visto actitudes pesimistas y destructivas. Vengo a decirles a esas personas que tenemos que darle una oportunidad a la paz, así hoy el proceso esté pasando dificultades, que por lo demás son naturales en estos escenarios. A pesar de la lentitud, es indiscutible que hemos avanzado y que nunca hemos estado tan cerca de la paz como ahora. 

M.J.D.: Al primero que debería hacerle pedagogía de la paz, es al expresidente Uribe…

M.R.: Aprecio a Uribe y respeto lo que hizo y me honra haber sido su embajador ante el Reino Unido. Él fue quien me nombró. Defendí su gobierno y pienso que el proceso de paz de hoy es posible por lo que hizo él. Yo no veo una contradicción entre Uribe y Santos sino una evolución. Ahora, como expresidente, es claro que estamos en orillas distintas.
 
M.J.D.: ¿Y no le teme a que el uribismo lo declare enemigo y traidor y a que el Polo lo critique por ser obsecuente santista?

M.R.: De parte mía no saldrá ninguna palabra descalificadora. Y espero que no se me ataque de una manera tan cruel y tan injusta como han atacado al presidente. Él puede tener sus defectos y debilidades, pero es un gobernante decente, inteligente, que le puso la cara a los problemas más graves del país. 

A él le hubiera quedado fácil hacer una cosa normal: un poco más de guerra, unos pequeños cambios, y hubiera pasado sin pena ni gloria: se habría pensionado en Anapoima en medio del respeto y reconocimiento. Pero optó por el camino difícil: el del que el poder es para usarlo y decidió gastarse su capital político, incluso girando contra su propia popularidad. 

M.J.D.: No cree que al presidente le ha faltado unificar un mensaje y dejar de tener uno para cada gradería? 

M.R.: No. El presidente tiene una visión y una estrategia. ¿Cuál es el país que sueña el presidente Santos? ¿Cuáles son esos cambios que hay que hacer para convertir ese sueño en realidad? Eso lo tiene claro. No hemos tenido en la historia un presidente que se haya preparado más para llegar a ocupar el solio de Bolívar. 

M.J.D.: Y si eso es así, ¿por qué tiene tan mala favorabilidad en las encuestas?
 
M.R.: Por una combinación de tres factores: uno, es evidente que hay fallas de comunicación del gobierno y del propio presidente. Los ministros y los consejeros han fallado y se ha concentrado esa labor de comunicar en la cabeza del presidente. ¡Hasta a Jesucristo le tocó dividir su mensaje en 12 apóstoles! Esas fallas hay que corregirlas y habrá expertos para eso. Y yo, como periodista que he sido, aportaré mi grano de arena.

 Segundo, los enemigos del presidente y los enemigos del proceso de paz han sido más eficaces. Eso hay que reconocerlo y en cambio ha habido demasiado silencio por parte de defensores dentro del gobierno y fuera de este que deberían salir a defender las banderas como la paz y su agenda progresista. El tercero es que hay un cubrimiento de los medios muy superficial que se queda en las percepciones y no llega a la realidad. 

M.J.D.: Y pensar que las críticas que se les hacen a los medios es por lo contrario: porque los ven muy santistas…

M.R.: Pues mire no más La República, le da palo día y noche. Dinero acaba de sacar una encuesta donde los empresarios le dan palo al presidente. Pero a lo que me refiero es que los medios deberían hacer un trabajo más profundo. Mucho más serio e investigar a fondo. Algunos medios y periodistas lo hacen, pero el grueso no lo está haciendo. Se quedan en el debate personal, en el twiterazo, en la frase efectista. Tienen que ir más allá de lo que dicen las encuestas. 

M.J.D.: ¿Y no será que lo malo no son las encuestas sino que no le sean favorables? 

M.R.: La percepción de la gente es válida, porque ahí hay un mensaje y el gobierno debe recibir esas encuestas con humildad y aceptar que hay un problema de comunicaciones porque la gente no está viendo los cambios. 

M.J.D.: ¿Y qué cambios son los que no ven los encuestados?

M.R.: ¡Por Dios!... Este gobierno ha generado 2.300.000 empleos, 2.345.000 han salido de la pobreza y 1.700.000 de la miseria. Los resultados son muy buenos. 

M.J.D.: Pero sin son tan buenos, ¿por qué los empresarios le dan tan duro al presidente y se quejan tanto de que las cosas, en lugar de mejorar, empeoran, como lo dice la encuesta de ‘Dinero’? 

M.R.: Los empresarios están siendo injustos con el presidente y están siendo miopes al no apostarle a la paz y al no ponerse la camiseta de la paz. Respeto a los escépticos y a los críticos porque las Farc nos han engañado varias veces. Pero una cosa es el agua sucia de la bañera y otra es el bebé.

Y si el proceso de paz va lento, no hay que acabarlo; si el presidente fue ambicioso al ponerse una meta que probablemente ya no puede cumplir, no hay que botar todo por la borda. Si el presidente ha perdido popularidad es por querer hacer demasiadas cosas al tiempo: restaurar las tierras a las víctimas, repararlas integralmente, hacer la paz, construir la infraestructura, mejorar la equidad, elevar la calidad del empleo, cambiar la política de drogas, etcétera. De pronto son demasiados frentes y las instituciones colombianas no están bien dotadas para responder a todos esos retos. 

M.J.D.: ¿Por qué está tan optimista en materia económica?

M.R.: Me atrevo a afirmar que Colombia va a crecer por encima del 4,5 por ciento este año y lo sostengo con estos datos de los últimos días. ¿En cuánto creció el número de pasajeros en los últimos 12 meses en el país? En 18,5 por ciento. ¿En cuánto creció el número de venta de motos en el país? En 13,4 por ciento. Es cierto que hay que mejorar mucho en temas como el de la calidad del empleo, infraestructura, equidad, pero evidentemente estamos mucho mejor que hace tres años. Hemos avanzado. 

M.J.D.: Según Human Wrights Watch la ejecución de la Ley de Víctimas ha sido un fracaso. ¿No será que esta ley es inaplicable?

M.R.: A quienes cuestionan la lentitud de esa ley les respondo que uno no puede pretender en 50 semanas cambiar lo que no se ha podido cambiar en los últimos 50 años. Hay problemas, pero no hay otra ley mejor en el mundo que esa para resarcir a las víctimas. Mire, María Jimena, no se equivoque: la realidad es mucho mejor que la percepción. 

¡Qué tal que de verdad la economía se estuviera derrumbando y que los indicadores sociales estuvieran retrocediendo!... Yo vengo a eso: a cerrar esa brecha entre la percepción y la realidad y a asegurarles a los colombianos que vamos por buen camino.