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Gallego se disculpa

Cinco años lleva la guerra entre el general Leonardo Gallego y Pedro Juan Moreno por las acusaciones de supuestos nexos de este último con el narcotráfico. Con Gloria Congote como testigo, el general reconoció su error.

11 de diciembre de 2003

Encerrar a dos leones en una jaula hubiera sido más fácil que reunirlos. Se trata del industrial antioqueño Pedro Juan Moreno, uno de los mejores amigos y colaboradores del presidente Alvaro Uribe, y el comandante de la Policía de Medellín, general Leonardo Gallego. El primero ha librado una pelea contra el segundo que cumple ya cinco años y que últimamente venía produciendo gran tensión en el alto gobierno. SEMANA logró convencerlos de que accedieran a una entrevista conjunta en la que ventilaran sus diferencias. Fue una hazaña que habían intentado, sin éxito, los últimos tres directores de la Policía y el propio presidente Alvaro Uribe. "El aceite y el agua no se mezclan", fue siempre la respuesta de Moreno Villa a la propuesta de un acercamiento con el alto oficial, a quien siempre se le ha reconocido como uno de los mejores de la Policía y quien se ha ganado la confianza de los hombres clave de la embajada de Estados Unidos en Bogotá. Moreno y Gallego se conocieron en la época en que el oficial ocupaba la dirección Antinarcóticos de la Policía y Moreno era el secretario de Gobierno de Uribe cuando era gobernador de Antioquia. Había una confianza total entre los dos y a pesar de la enorme distancia que hoy los separa reconocen que se ayudaban mutuamente. Dos frases podrían ser suficientes para resumir lo que pasó en las cuatro horas que duró el encuentro: "Vengo a pedirle disculpas, doctor Pedro Juan" y "Yo lo perdono pero no olvido, general". Con frases contundentes como estas transcurrió en un ambiente, que se cortaba con cuchillo, una civilizada conversación entre dos caballeros, aunque difícilmente disimulaban la tirantez que les producía estar sentado el uno al lado del otro. Estos dos hombres se distanciaron desde junio de 1997, cuando salieron a relucir una serie de acusaciones que hoy están recopiladas en miles de folios que tiene la Fiscalía. Son ya cerca de 25 denuncias penales que ha instaurado Moreno Villa, en las que están comprometidos medios de comunicación, columnistas, directores y oficiales del más alto rango de la Policía. El origen de la pelea Para quienes no recuerdan, la historia comenzó seis meses antes de que terminara la administración de Alvaro Uribe como gobernador de Antioquia. Las autoridades estadounidenses recibieron un informe según el cual la empresa colombiana importadora de productores químicos GMP, de propiedad de la familia de Pedro Juan Moreno Villa, era acusada de desviar precursores químicos con destino a los paramilitares de Urabá y Córdoba. También se involucró a Gilberto Moreno Peláez, padre de Pedro Juan Moreno, a quien se señaló como un gran proveedor de químicos hacia actividades ilícitas cuando por la época de la acusación cumplía 35 años de muerto. Según Pedro Juan Moreno la Policía jamás le dio la oportunidad de defenderse y, en su momento, acusó públicamente a los generales Leonardo Gallego y Rosso José Serrano de "actuar de manera amañada, irresponsable y de mala fe". Tildó al general Gallego de "mañoso, patrañero y mentiroso por obstaculizar -según él- la acción de la justicia". Moreno inició su defensa en la Fiscalía, ante la cual pide resarcir los daños que le han causado a él, a su familia y a su empresa y los calcula en 13.000 millones de pesos. "Aquí hablemos a calzón quita'o, general", fue lo primero que dijo Moreno. En ese instante el general se quitó su gorra, la colocó sobre la mesa y pidió un vaso con agua. Y arrancó el fuego cruzado. Pedro Juan Moreno: Para mí es muy importante saber por qué he sido víctima de todas estas acusaciones, de las cuales me ha tocado defenderme durante cinco años. Yo tengo un patrimonio económico y un compromiso con la familia de defender el patrimonio moral. Pero siempre me ha quedado una sensación amarga de que algo tiene que haber ahí y usted ha sido uno de los protagonistas más importantes en todos estos episodios. ¿Qué hay detrás de todo esto, general? Leonardo Gallego: Doctor Pedro Juan, lamento mucho lo ocurrido. Quiero disculparme porque usted sabe que ha sido incómodo lo que sucedió. A mí me parece que hubo un gran malentendido que, le repito, ha sido muy lamentable y que no se ha derivado de actuaciones de la dirección nacional sino de un grupo de subalternos. A nosotros nos ha causado daño y nos ha dolido pero le garantizo que jamás hubo una intención o un deseo de persecución. P.J.M.: General, yo no quiero entrar a polemizar. Yo pude haber traído todos los documentos que manejo para imprimirle una dosis de credibilidad y demostrarle que la información que tuvieron las autoridades norteamericanas salió de la Policía. Yo discrepo, respetuosamente, de lo que usted dice. Yo traté de llegar muchas veces a su oficina y nunca fui escuchado. Recuerdo que la vez que le hice antesala, como tres días seguidos, usted salió por el corredor de la Policía y sólo me dijo: "¡Háblese con la DEA que el problema suyo es con ellos!". No, general, cada época trae su afán y yo esperaba que me recibiera en esa época. Afortunadamente no tengo problemas con la justicia norteamericana y se logró demostrar que la importación de esos productos químicos se hacía de una manera sana, legal y transparente. (Moreno se refiere a tres cargamentos de productos químicos que fueron retenidos por la Aduana norteamericana a principios de 1998 en el puerto de San Francisco. En ese entonces el director de la DEA, Donnie R. Marshall, le envió un oficio a la empresa GMP, en el que le informaba que la mercancía había sido retenida con base en un informe de la Policía colombiana). L.G.: Por eso doctor Pedro Juan. Aquí hubo una confusión. Déjeme decirle que usted es muy apreciado en la institución. Yo tengo las mejores referencias. Le repito, si algún miembro del grupo de control de precursores en esa época ha asumido una conducta indebida la institución aplicará los correctivos. P.J.M.: ¿No cree que cinco años son suficientes para que ustedes hayan detectado a los responsables? L.G.: Lo que yo le puedo decir es que el personal de la Policía que está siendo investigado por los fiscales ha estado siempre listo para acudir y responder a todos los llamados que les haga la justicia. P.J.M.: Ni tan listos, general, llevamos cuatro meses buscándolos para que declaren en Bogotá y no ha sido posible. L.G.: No tenía conocimiento de eso. SEMANA: General Gallego ¿usted está aquí presentando disculpas a título personal o institucional? L.G.: Pues yo vine a nivel personal y, como es natural, le voy a reportar a la institución el desarrollo de esta reunión. SEMANA: ¿Eso quiere decir que el director de la Policía desconoce que usted está en esta reunión? L.G.: Yo hablaré detenidamente con mi general Campo sobre este encuentro. SEMANA: General, ¿qué espera usted de esta reunión? L.G.: Que se aclare el malentendido. La confusión que hubo. SEMANA: Doctor Pedro Juan, ¿acepta usted las disculpas que le ofrece el general? (En este momento de la reunión, cuando ya habían transcurrido unas dos horas de explicaciones entre ambas partes, hubo un silencio absoluto. Pedro Juan Moreno, en una actitud serena, miró al general por primera vez fijamente a los ojos y le dijo ya en un tono de voz más contundente): P.J.M.: General, yo perdono pero no olvido. Yo no creo que me merecía ese tratamiento por parte de ustedes. Olvidar esto es absolutamente imposible. Aquí no hay confusiones ni malentendidos, ni cuestioncitas de ninguna índole. Aquí lo que hubo fueron unas acusaciones que me hicieron mucho daño. Han pasado cinco años y la Policía aún no encuentra al responsable. Para mí sí hubo sevicia, mala fe. No encuentro la palabra para expresarle lo que siento. No quiero ofuscarme. Quiero estar tranquilo en esta charla porque agradezco su amabilidad y reconozco el hecho que quisiera hablar conmigo. L.G.: Precisamente por eso estoy aquí. Yo confío en que los resultados de la investigación aclaren precisamente esa conducta. Esperamos ese fallo de la justicia para poder proceder como le corresponde a la institución. P.J.M.: Pero usted sabe, general, que miembros de este grupo mutilaron las facturas de compra de nuestra empresa para hacerlas pasar como ficticias y como si vendiéramos nuestra mercancía a personas inexistentes. Nosotros logramos demostrar esta infamia en la fiscalía 28 de Medellín. L.G.: Los incidentes con las facturas han llegado a ser atribuidos a la dirección Antinarcóticos, a mí mismo, y créame que nunca tuve ni siquiera la menor idea de la alteración de estos documentos. Sobre el grupo, todavía se está adelantando la investigación sobre lo que pasó con esos documentos y me parece que ahí está la dificultad de clarificar todo lo que pudo haber sucedido. P.J.M.: Pero entonces explíqueme, general. Los hombres que trabajaban bajo su mando eran unos ignorantes de raca mandaca o eran unas personas de mala fe para hacer semejante cosa. (El general Gallego insistió en que el grupo de control de químicos, bajo su mando, reportaba las actividades exclusivamente de las empresas, su composición y propiedad de las mismas y reiteró que en ningún caso el nombre de Pedro Juan Moreno estuvo implicado). SEMANA: ¿General Gallego, en quién recae directamente la responsabilidad del error que se cometió en este caso y hasta ahora quién ha sido sancionado? L.G.: Que yo tenga conocimiento ninguno porque en las investigaciones disciplinarias que se hicieron no se estableció que haya habido ninguna irregularidad. SEMANA: ¿Eso quiere decir que usted no es responsable de lo que hagan sus subalternos? L.G.: La investigación de la Fiscalía debe establecer lo que ocurrió y determinar individualmente quién o quiénes fueron los responsables. SEMANA: ¿General, usted está aquí para resolver un problema personal? L.G.: No es un problema personal. Vine para hacer una aclaración y para que se avance en desvanecer una terrible confusión que evidentemente ha habido. SEMANA: Yo fui testigo, hace algunos años, de la orden que le impartió a usted el general Rosso José Serrano, en ese entonces director de la Policía, para que arreglara de una vez por todas esta situación. ¿Por qué no lo hizo en esa época? L.G.: En ese momento no había el ambiente para hacerlo. Al finalizar el encuentro el general Gallego insistió en que ni la Policía ni él han tenido nunca ánimos de guerra ni de odio. Moreno respondió que seguirá con los procesos judiciales hasta que la justicia defina. Está también decidido a continuar sus querellas judiciales contra los periodistas que divulgaron la información que en su momento puso en duda su reputación. Se levantaron y se dieron un frío saludo de manos de despedida. En el aire quedó la sensación de que la guerra personal entre estas dos figuras de tanta influencia en el gobierno terminó pero que la judicial continúa.