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Historias al galope

Los caballos de carabineros son ahora también una herramienta terapéutica para niños con problemas cerebrales y musculares.

8 de diciembre de 2003

Lina tiene 3 años y a su corta edad ha recorrido varios médicos para enfrentar la enfermedad con la que nació, una distrofia que le impide controlar sus pequeños músculos y los movimientos de su cuerpo. Los tratamientos convencionales y las fisioterapias a las que se ha sometido le permitieron conseguir algunos avances en su lucha, sin embargo los mayores progresos no los ha encontrado en el consultorio de un doctor sino sobre el lomo de un caballo. "En tres meses ya ha conseguido controlar los movimientos de su cabeza y su tono muscular ha mejorado mucho, incluso ya puede permanecer sentada sola", afirma la doctora Paola López, de la Secretaría de Salud de Facatativá y quien ha seguido de cerca el caso de la pequeña.

Lina es una de los 40 niños que todos los martes y jueves asisten al campo de paradas de la Escuela de Carabineros de la Policía Nacional en Facatativá. Forma parte de un programa gratuito que desde hace cinco años viene desarrollando esa institución en diferentes lugares del país. Se trata de la aplicación de la zooterapia, que consiste en el apoyo a las terapias médicas para menores discapacitados mediante el contacto con animales. Son niños de entre 3 y 15 años, de estratos 1 y 2, afectados, entre otros, por síndrome de Down, parálisis cerebral, retardo, hidrocefalia e hipotonía (debilidad extrema de los músculos) que interactúan, en este caso, con perros y caballos.

Cada uno de los niños es evaluado previamente por el equipo interdisciplinario (médicos, terapeutas físicos y del lenguaje, y sicólogos) para determinar cuál es la terapia más adecuada. "Por las características físicas o sicológicas se establece cuáles pueden hacer parte del trabajo con caballos (equinoterapia) y cuales reciben tratamiento con perros (caninoterapia), dice la doctora López, quien no duda en afirmar que la terapia con animales se ha vuelto un apoyo importante para lograr resultados efectivos. "Hay avances terapéuticos significativos desde que los niños están en el programa", agrega.

No se trata de milagros sino de complementos a las terapias convencionales. Y los resultados son evidentes. Miguel, por ejemplo, a sus 6 años y con un problema de retardo mental, sonríe cuando sus manos recorren (con ayuda de una fisioterapeuta) el peludo y suave cuerpo de una perra golden retriever. En sólo dos sesiones ha perdido la rigidez muscular. María, de 7 años y con problemas de comportamiento, ha ido disminuyendo su agresividad con el contacto dirigido con un caballo. Y José, de 12 años, con síndrome de Down, ha mejorado notablemente su concentración y ya se atreve a cabalgar solo.

Lo cierto es que la equinoterapia ya lleva varias décadas en el país. Pero los costos de los tratamientos privados hacían que estuvieran fuera del alcance para la inmensa mayoría de los niños. Por eso la Policía Nacional decidió implementar este programa en el cuerpo de carabineros para permitir que los niños de escasos recursos tuvieran acceso .

"El programa se inició hace cinco años con 50 niños en el Parque Nacional Olaya Herrera de Bogotá, afirma uno de los pioneros de esta iniciativa, el coronel Pedro Angelo Franco Sanabria, comandante de la Escuela de Carabineros de Facatativá. El objetivo es que cuando las actividades operativas lo permitan los caballos de la institución presten también un servicio a la comunidad más necesitada. El programa es totalmente gratuito con el único fin de ayudar a que los niños de las familias con menores recursos también pudieran acceder a los beneficios del trabajo en la equinoterapia y caninoterapia, dice el oficial. El programa ha tenido gran acogida y en la actualidad 400 niños reciben las terapias en las escuelas de carabineros en seis ciudades del país. Según el coronel Franco el objetivo es ampliar el cubrimiento a otros 15 municipios.

El trabajo con caballos como técnica terapéutica cobró fuerza en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, pero sus orígenes se remontan al año 460 a.C. cuando Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba la equitación para "regenerar la salud y preservar el cuerpo humano de muchas dolencias, pues sostenía que practicada al aire libre hace que los músculos mejoren su tono".

Con la equinoterapia el paciente entra en contacto con el caballo para aprovechar su calor, la transmisión de impulsos rítmicos y el patrón de locomoción que es semejante a los movimientos humanos de la pelvis al caminar. El calor del noble bruto ayuda a relajar los músculos de la pelvis. Si además el jinete realiza ejercicios que involucren la parte superior del cuerpo, relaja los abdominales y pectorales logrando así un mejor control del tronco y un balance entre los músculos de la espalda y el pecho. La circulación aumenta y mejora las funciones de los órganos y sistemas del cuerpo humano.

Isabel Salama, una española considerada como una de las mayores expertas mundiales en terapias asistidas con animales, afirma que la equinoterapia trabaja, además de los físicos, aspectos sicológicos, cognitivos, comunicativos, de lenguaje y socialización. Fomenta una relación estrecha entre el animal y el paciente, mejora la autoestima, el autocontrol, la confianza y la memoria de este último.

El programa hace parte de un tratamiento integral. "Es un complemento que incluye también el trabajo con la familia de los niños. En las sesiones hay un médico, sicólogo, fisioterapeutas, , entre otros profesionales. Ellos no sólo ayudan al niño y a sus padres, sino que determinan si es mejor desarrollar un trabajo con caballos o con perros", dice Franco.

Según la doctora López, de acuerdo con la evaluación que se hace de cada caso se determina la terapia por seguir. "Mientras que los animales grandes, como los caballos, estimulan las neuronas motoras del sistema nervioso central, los pequeños, como los perros, sirven en procesos de socialización y autoayuda".

Un estudio de la Universidad de Chile demostró que ese contacto con los animales ayuda a liberar endorfinas (hormona que alivia el dolor y que genera sensación de bienestar) y a la producción de células T (fortalecen el sistema inmunológico). Esa sensación de tranquilidad, optimismo y afecto incide, en la mayoría de los casos, en una respuesta orgánica positiva ante la enfermedad. "Los niños ganan independencia, confianza, fuerza. Además, el animal les ayuda a mejorar en la capacidad cognitiva y fortalece la autoestima", explica la doctora López.

Adicionalmente, una investigación de Delta Society, organismo especializado en el área, estableció que el contacto con animales reduce los riesgos de problemas coronarios, disminuye los niveles de estrés y hace que los niños se enfermen con menor frecuencia.

Las bondades terapéuticas de los animales han hecho que organismos internacionales de salud los miren como una alternativa. José Miguel Caldas, del programa de salud mental de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), plantea que la terapia con animales podría integrarse a las estrategias de salud pública.

Todo lo cual hace aún más meritorio el trabajo que vienen desarrollando los carabineros . Los mismos caballos que este año han sido pieza fundamental dentro de la estrategia de regreso de la Policía a todos los municipios del país, se han convertido también en una herramienta fundamental para devolverles la esperanza a cientos de niños que la necesitan.