Home

Nación

Artículo

medios

Hoy No TVeo

Se consolida un movimiento de resistencia civil contra el contenido de la televisión. Primer objetivo: apagar 24 horas la pantalla chica.

20 de octubre de 2002

La invasion, lenta y silenciosa, comenzó hace 47 años. Al principio ocupó la sala de la casa y nadie dijo nada. Muchos años después colonizó sin resistencia el cuarto de los padres. Luego, para deleite de los hijos, se coló con sigilo en cada habitación de la casa. Hoy el 83 por ciento de los hogares colombianos tienen un aparato de televisión entronizado en su vivienda. Pero ahí no paró la cosa. Estos aparatos se multiplicaron como conejos y se tomaron por asalto las cafeterías de las universidades, las peluquerías, los centros comerciales, los restaurantes, los bares, los aeropuertos, los terminales de transporte y hasta las estrechas casetas de los celadores. La televisión está ahora en casi todas partes y es el medio más consumido del país.

El 91 por ciento de los colombianos, según el Estudio General de Medios del año pasado, ve televisión y en los últimos tres años su consumo ha aumentado 10 puntos. Es la tercera actividad que más realizan las personas después de dormir y trabajar o estudiar. Le dedican en promedio tres horas diarias. Se podría decir que la invasión ha sido un éxito en términos cuantitativos.

En lo cualitativo, en cambio, hay serios reparos de diversos sectores. Por eso, para llamar la atención sobre la mala calidad de la programación que están consumiendo los televidentes y para reflexionar sobre la manera como este aparato ha colonizado su vida cotidiana, la Corporación Comunicar invitó a los colombianos a no prender este aparato un día de esta semana, el miércoles 23 de octubre.

La idea de llevar a cabo esta protesta simbólica surgió en febrero de este año, cuando los miembros de Comunicar invitaron en su periódico a profesores, estudiantes y padres de familia a pensar lo siguiente: "Distrito Vital propone un día de este año para decirle NO a la televisión (?) Preparémonos, no para desterrar la televisión sino para que con nuestras acciones, pacifistas, la mejoren. O al menos no la empeoren más". Esta iniciativa criolla no es una quijotada. Surgió nueve años después de que un grupo de periodistas, publicistas y ecologistas canadienses organizara e internacionalizara 'El Día Sin TV'. La propuesta tuvo acogida y generó un efecto dominó pues desde entonces 25 países más la han acogido: España, Italia, Inglaterra, Australia, Francia, Nueva Zelanda, Argentina y Estados Unidos, entre otros. En este último existe incluso una organización, llamada TV Free America, que agrupa a 65 asociaciones religiosas, estudiantiles y comunitarias, que realiza a finales de abril 'La Semana sin Televisión'. En Estados Unidos este tema se lo toman muy en serio, apoyados en las cifras de diversos estudios que revelan que, por ejemplo, en secundaria los estudiantes pasan 900 horas en clase y 1.500 frente al televisor; u otras más alarmistas, como que a los 18 años un joven ha visto por lo menos 200.000 actos violentos en ese medio.

En Colombia la idea de Comunicar se cocinó sólo hasta julio. Ese mes Carlos Jiménez, el director de esta corporación, propuso en un editorial que el 23 de octubre los televidentes no prendieran su aparato, manifestaran su inconformidad con lo que ven a las programadoras y a los canales y llenaran un formato con las razones por las cuales no se sentían bien con la programación. La información que se recoja será analizada y presentada a la opinión pública el próximo año. Ese día diferentes colegios capitalinos realizarán también jornadas de reflexión sobre los contenidos de la televisión y la incidencia que ésta tiene en sus vidas. Un debate que ya tuvo su primer round hace unas semanas con la carta que enviaron 33 rectores de colegios privados a diferentes medios de comunicación, en la que daban a conocer su opinión sobre Protagonistas de novela, el reality de uno de los canales privados que se convirtió en un fenómeno nacional durante los dos meses largos que estuvo al aire. El pronunciamiento de los rectores fue categórico: "Es obvio que la rentabilidad de un programa que logra su audiencia a partir de escudriñar las intimidades de jóvenes en estados cada vez más emotivos y que, sobre todo no cobran, es altísima (?). Pero el costo social de idiotizar a un pueblo en torno a las miserias humanas también es muy elevado; y ese lo asumimos todos".

¿Es posible idiotizar a todo un pueblo por medio de la televisión? Algunas personas creen que sí, incluso hay estudios, como el del John Watson Institute, de Colorado, que van más allá y sostienen que la televisión debe ser considerada una droga adictiva. En Colombia el debate no es tan radical y se centra más en lo que la televisión hace o deja de hacer. Se supone que las tres grandes misiones de este medio de comunicación son informar, divertir y educar. En la estructura actual de la televisión colombiana este último objetivo sólo lo cumple Señal Colombia, uno de los últimos baluartes funcionales de la televisión pública en el país. Quienes desean una dosis adicional de cultura tienen que pagar televisión por cable para acceder a canales especializados, como Discovery, que es visto por el 9 por ciento de los televidentes.

Esto deja a los dos canales privados, donde se concentra la mayoría de la audiencia y lo mejor del negocio, las tareas de informar y entretener. Sobre la primera también hay cuestionamientos, en particular sobre los formatos de los noticieros. Un lector de SEMANA opina en un correo electrónico que estos son: "Diez minutos de conteo de muertos y estafas públicas, 20 minutos de deportes de los cuales 18 son de fútbol (¡dan los goles de la tercera división de Marruecos!) y los otros 30 son de farándula y el último desfile de las modelos siempre en vestido de baño". Esta es una exageración, por supuesto, pero algo tiene de cierto. Es por eso que Jiménez, el director de Comunicar, cree que en realidad los noticieros desinforman. Consuelo Cepeda, defensora del televidente del canal RCN, es menos dramática pero también critica cuando dice: "Deberíamos reflexionar sobre el periodismo televisivo que hacemos, que refleja un país que no existe. Parece, por ejemplo, que los desplazados no existieran en Colombia".

En la parte de entretención los canales privados han sido mucho más receptivos a las inquietudes de los televidentes. Ambos sacaron del aire o cambiaron de horario programas que por su contenido violento o por sus temáticas podían afectar a los menores de edad y tratan de mantener fijos los horarios de las telenovelas. En Caracol inclusive han llegado a cambiar los comerciales de ciertas franjas. Pero los cambios también tienen límites. Amparo Pérez, defensora del televidente de este canal, cuenta que trasladaron Evangelion, una serie de animé japonesa bastante fuerte, de la franja infantil de la tarde a la 1 de la madrugada. Un día la llamó un padre de familia a pedirle que sacaran este programa del aire porque su hijo de 4 años se levantaba a verla en su nuevo horario. Amparo, sorprendida, le preguntó: "¿Por qué un niño tan pequeño tiene en sus manos el control de la televisión?".

Para ambas defensoras es claro que la gente tiende a hacer responsable a la televisión de todo lo que sucede, le echa la culpa de lo malo que ocurre, le descarga demasiadas responsabilidades. Por eso, aunque no están de acuerdo con la propuesta de apagar la televisión el miércoles 23 de octubre, sí creen que hay que aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre el tema en el país. "Soy partidaria de enseñar a ver la televisión, que la gente sea crítica", dice Pérez. Cepeda, por su parte, cree que "la gente hasta ahora está madurando como televidente".

Los promotores del día Sin Televisión quieren aprovechar esta madurez para que iniciativas como esta se conviertan en el primer paso para la conformación de una Liga de Consumidores de Medios similar al sindicato de televidentes que existe, por ejemplo, en Italia. Una herramienta para poder ejercer presión real sobre los canales de televisión y dejar de tragar entero los contenidos que ésta ofrece.