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| Foto: Yira Miranda

PAZ

Juguetes que descontaminan, una iniciativa bumanguesa de paz

Tiernos elefantes de madera y bolsas hechas de material reciclado fueron el fruto del trabajo en conjunto de desmovilizados del paramilitarismo y la guerrilla. Apoyados por la ONG Descontamina, usaron sus manos para sembrar alegría.

2 de abril de 2018

En uno los pabellones de la cárcel Modelo de Bucaramanga a diario puede verse una escena que años atrás se consideraría un imposible: exguerrilleros y exparamilitares comparten un mismo techo y conviven en comunidad.

En el 2015, José Fabián Bolívar y Priscyll Anctil Avoine pudieron ver con sus propios ojos esta realidad. “Ruta jurídica para desmovilizados”, una serie de talleres que dictaban a los reclusos sobre la Ley de Justicia y Paz y derecho penal, fue lo que los llevó hasta allí.

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Al dar las clases “comprendimos, una vez más, que todo excombatiente tenía elementos en común: su humanidad, su proceso de victimización, su sufrimiento”, señala Bolívar. Y durante el proceso “pudimos acercarnos mucho a ellos y descubrir la calidad humana que había en todos”, añade. Fue en ese contexto que entre ambos surgió la idea de “Juguetes que descontaminan”.

La experiencia

Pocos días atrás, el Journal of Peacebuilding & Development de Reino Unido publicó el artículo académico “Toys for Reconciliation’: A Grassroots Peacebuilding Initiative in Bucaramanga, Colombia”. En él, Bolívar y Anctil relatan esta experiencia de reconciliación. Ellos son 2 de los fundadores de “Descontamina”, una organización creada en el 2013 que trabaja para fomentar acciones locales y endógenas de construcción de paz.

“Durante un año, llegamos a conocer cuán diversa es la población desmovilizada y la situación desigual que enfrenta cada persona con sus sentencias de prisión”, señalan los autores. Desde su punto de vista, las organizaciones que trabajan en conjunto con el gobierno no habían identificado las necesidades reales de la población desmovilizada.

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Varios fueron los problemas que identificaron. El sentimiento de culpa de la población desmovilizada, la falta de cubrimiento de sus necesidades básicas, dejar de lado las emociones de quienes vuelven a la vida civil y el poco acceso a apoyo psicológico. A ello, se le suma la resistencia de la sociedad civil a la reintegración de estas personas.

Y “Descontamina” tomó riendas en el asunto. De la mano con el instituto carcelario, “Juguetes para la descontaminación” fue un proyecto dirigido por los mismos reclusos desde la planificación hasta la ejecución. Espacios de diálogo y trabajo en equipo fueron lo que hizo posible que este hermoso plan llegara a cumplirse.

¡Manos a la obra!

Rompecabezas de elefantes de madera dentro de bolsas hechas de material reciclado fueron el juguete elegido. “En cuanto a los materiales, la idea de la madera era que fuera un juguete no tóxico. La bolsa, que fue de papel reciclado, también se pensó en clave de protección del medio ambiente”, señala Bolívar. La meta: fabricar 120.

Mientras creaban los juguetes, guerrilleros y paramilitares que una vez habían sido enemigos trabajaban juntos, vivían en fraternidad. Y además de eso, como puede leerse dentro del artículo “la intención de poder hacer algo bueno con sus manos estaba agregando claramente a su felicidad diaria… Podrían demostrar a la sociedad civil su deseo de fomentar la ‘alegría’ en lugar de la violencia.”

“Las manos que alguna vez cometieron violencia crearían disfrute, amor, creatividad y, lo más importante, reconciliación.”

¿Por qué un elefante? Porque es un animal con gran inteligencia emocional y organización en comunidad, además de la empatía que los caracteriza. Lo escogieron como “símbolo de emociones, reconocimiento, procesos de duelo y reconciliación.”

Las bolsas en donde se empacaban los juguetes y el rompecabezas de elefante. Fotos: Yira Miranda

Los recursos a obtener estarían destinados a las familias de los desmovilizados. Cuando estuvieron a la venta, la idea era que cualquiera podría adquirir el juguete para brindarlo a alguien más como un regalo de reconciliación o donarlo a la Sociedad de San Vicente de Paúl para un programa educativo en el municipio de Pamplona. Lo último, para extender el mensaje de reconciliación a los niños.

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El resultado: éxito total. Alcanzaron a hacer 300 juguetes, y la demanda alcanzó los 500. Llegaron pedidos de Bucaramanga, Bogotá, Medellín, Cúcuta, Arauca y Cali. Las bolsas en las que iban los elefantes, que fueron elaboradas con colaboración de microempresas locales, contaban con algunos mensajes. Como el siguiente:

Hoy, algunas personas que una vez fueron combatientes de grupos guerrilleros y paramilitares quieren cambiar el curso de sus vidas. Hoy, su deseo es que sus manos que una vez causaron dolor y sufrimiento, generen amor, arte y fraternidad. Y sobretodo, estas personas quieren fomentar reconciliación.

La ONG recibió mensajes de gente que luego de conocer la iniciativa cambió su perspectiva sobre los desmovilizados, teniendo la posibilidad ahora de verlos como humanos en lugar de criminales.

Desde el año pasado, "Descontamina" se está contactando con distintas cárceles alrededor del país para poder generar más prácticas como esta. Si desea ver el artículo que cuenta a profundidad esta hermosa experiencia, puede hacer clic aquí