Home

Nación

Artículo

Duque se ganó el corazón de Álvaro Uribe como en una historia de amor a primera vista.

PORTADA

Iván Duque, el gallo joven

El recién elegido presidente no tiene una larga trayectoria en el Estado ni en la política. De origen liberal, se acercó a Álvaro Uribe y se convirtió en su pupilo preferido. Esta es su historia.

18 de junio de 2018

Cuando Iván Duque ganó la consulta interpartidista, el 11 de marzo, muchos colombianos pensaron por primera vez que era un verdadero presidenciable. Él no. Según dijo su madre, Juliana Márquez, en el calor de la victoria, su hijo Iván desde niño decía que quería ser presidente.

Llegar a convertirse en un aspirante viable –y serio– a la jefatura del Estado no fue una tarea nada fácil. Al principio no lo tomaban en serio, ni siquiera en su partido. Aun antes del inicio de la campaña, el exministro Fernando Londoño Hoyos –una de las voces más radicales del uribismo– llamó a Duque “mozalbete inteligentón”. La frase buscaba restarle vuelo a la proyección del joven senador, al resaltar su inexperiencia en contraste con el kilometraje probado de Óscar Iván Zuluaga, quien hace año y medio se perfilaba como candidato del Centro Democrático. Pero Duque sobrepasó las críticas del uribismo más recalcitrante con la calma que lo caracteriza, y a punta de estrategia no solo se impuso sobre Zuluaga, sino sobre los otros cuatro precandidatos que querían convertirse en ‘el que dijera Uribe’.

Escucha""Hacemos debate solo con Petro, si lo ordena el CNE"" en Spreaker.

Duque se ganó el corazón de Álvaro Uribe como en una historia de amor a primera vista. Había sido más cercano al Partido Liberal –el de su padre– e incluso a Juan Manuel Santos, con quien trabajó en el Ministerio de Hacienda durante la administración de Andrés Pastrana. Se encontraron en Washington, residencia de Duque, donde Uribe participaba, sobre todo, en foros universitarios.

Le recomendamos: 10 cosas que vienen con Duque en la presidencia

Tuvieron química de inmediato y el expresidente vinculó al joven economista como asesor del trabajo que desempeñó con Naciones Unidas en busca de la paz en el Oriente Medio. Se hicieron muy amigos. Iván Duque formó parte de la lista cerrada del uribismo para el Senado en 2014, ocupó su curul con disciplina de niño pilo y casi siempre sentado al lado del jefe de la bancada. Allí proyectó una imagen de confianza y cercanía con el expresidente que cada vez tenía más fundamento en la realidad. Se concentró en una agenda propia en torno a asuntos económicos, la innovación, el emprendimiento y la cultura.

Muchos lo vieron como uno de los favoritos de Uribe para la presidencia. El exmandatario no manifestó en público sus preferencias mientras sus cinco pupilos competían por la candidatura, pero tenía claro que en el contexto actual era mejor tener un aspirante con más futuro que pasado. Duque, joven y amable, escasamente había hecho unas asesorías en el Ejecutivo y había pasado en Washington la mayor parte de su vida laboral. Excepto una mención en el escándalo por haber acompañado en 2014 a Óscar Iván Zuluaga a Brasil para reunirse con el publicista Duda Mendonça –pagado por Odebrecht–, tenía la lejanía suficiente de los políticos tradicionales como para presentarse como un candidato renovador.

Escucha""No me siento derrotado": Gustavo Petro" en Spreaker.

Duque pudo haber perdido la candidatura del Centro Democrático, que terminó muy competida, pero la verdad es que siempre se le vio como el de mayor proyección. Saltó al liderato el 11 de marzo, en la consulta interpartidista en la que derrotó a Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez. El candidato aceptó el resultado con tranquilidad y cumplió el trato de nombrar al segundo como candidato a la vicepresidencia. Ese día no pronunció un discurso espectacular, pero generó simpatía y confianza.

Iván Duque es abogado, tiene 41 años y pasó 13 en Estados Unidos. Antes de salir del país trabajó con Juan Manuel Santoss en el Ministerio de Hacienda. Se marchó a Washington, donde estudió una maestría en derecho internacional y otra en políticas públicas y luego trabajó como consultor de la Corporación Andina de Fomento. Entre 2001 y 2013 pasó a ser alto consejero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Le puede interesar: "Sin Uribe usted no existiría pero bajo Uribe usted no va a poder gobernar", Daniel Coronell

Iván Duque Márquez no es, estrictamente, un delfín, pero en su casa siempre se respiró política. Su padre, Iván, fallecido el año pasado, lo inspiró. Liberal, fue gobernador de Antioquia, ministro de Minas y de Desarrollo y registrador nacional. Y su madre, Juliana, politóloga, creció en una casa en la que también admiraban las toldas rojas. La familia Duque Márquez admiraba en especial al mentor de Iván padre, Julio César Turbay, con quien todos tuvieron cercanía. Tanto, que Iván hijo colgó una foto suya en su despacho en el BID.

Ya con el traje de candidato presidencial, Duque se movió con buen tino. En los debates televisivos de primera vuelta (a los de segunda prefirió no ir), se mostró algo libreteado pero estudioso, conocedor del Estado y con gran capacidad dialéctica. En la plaza pública conectó con frases eficaces y concretas, pero también impactó su estilo relajado y juvenil. Bailó, tocó guitarra y repartió besos, al tiempo que dejó ver la firmeza de sus convicciones.

Escucha"La polémica por la gabinetología en la campaña" en Spreaker.

A quienes lo consideran títere de Uribe por su defensa permanente de quien él llama ‘el presidente eterno’, el futuro mandatario respondió que no era “un intérprete de trinos” cuando su jefe hizo unas controvertidas declaraciones contra la Corte Suprema de Justicia. Con habilidad y diplomacia, otras de sus virtudes, durante la campaña mantuvo el equilibrio entre ser lo suficientemente uribista como para merecer los votos disciplinados de esa corriente, y lo suficientemente independiente para cautivar a varios sectores de la opinión pública como un político fresco y autónomo. “Yo voy a ser el presidente y voy a tomar las decisiones”, afirmó varias veces, mientras insistió en que “uno debe tener la humildad para escuchar a las personas que han gobernado bien”.

En el fragor de la campaña sus rivales le mandaron dardos y críticas. Algunos acusaron a Duque de inexperto. “Está muy pollo”, dijo Germán Vargas Lleras. Pero el candidato del Centro Democrático siempre reivindicó su juventud como uno de sus valores y activos más preciados. “Tener un gobernante que represente a los menores de 45”, fue el leitmotiv de su campaña. Para darle fuerza a lo que representaba, siempre usó el ejemplo de la llegada de Emmanuel Macron en Francia y la de Justin Trudeau en Canadá. “Yo más que un pollo soy un gallo joven”, advirtió. Sin embargo, a diferencia de esos dos gobernantes, Duque tiene espíritu conservador. Sus propuestas hacen más énfasis en el orden que en las libertades, defiende la idea de un Estado mínimo, considera que reducir los impuestos a las grandes empresas garantiza mayores niveles de empleo.

Le puede interesar: La familia que llega a la Casa de Nariño

Pero así como es conservador, tiene un talante conciliador. En su discurso de triunfo en ambas vueltas aseguró que buscará la unidad. Hacerlo requiere llamar a la calma a los sectores uribistas más radicales y mostrar un carácter y un talante propio. “No soy títere, ni Uribe es titiritero”, dijo el futuro presidente en una entrevista antes de su elección. Ahora es presidente y tiene cuatro años para demostrarlo.